Así trabajan Maldito bulo, los cazadores de noticias falsas | Tendencias | EL PAÍS Retina
Internet ha democratizado la creación y distribución de 'fake news'. La formación se convierte en un arma fundamental para crear conciencia crítica y combatirlas
Madrid 29 MAY 2018 - 06:21 CEST
Quizás hayas oído hablar de Maldita Hemeroteca y Maldito Bulo. Su objetivo es cualquier tipo de información falsa. No solo aquello que tiene apariencia de noticia y se puede localizar en una web. También memes, cadenas de Whatsapp o capturas de pantalla sacadas de contexto. Todo contribuye a la desinformación, a generar discursos de repruebo, algo que es mucho más sencillo desde la irrupción de las redes sociales.
Esta aventura nace en 2014 en una noche de cañas con la creación de Maldita.es, la matriz. “Trabajábamos mucho con la hemeroteca política. El proyecto nació en las redes sociales y comenzó a hacerse viral”, explican Julio Montes y Clara Jiménez. "No le contamos a nadie lo que teníamos entre manos hasta que Ana Pastor preguntó en la redacción de El Objetivo de La Sexta quiénes estaban detrás de Maldita Hemeroteca porque quería entrevistarnos”.
“Generaban un discurso del repruebo. El problema era mucho mayor y nos dimos cuenta de que debíamos ampliar el foco y crear una plataforma que nos permitiera llegar a más gente. Pensábamos que si la desinformación era asimilada por nuestros allegados, personas ajenas al periodismo y a la actualidad, entonces también debían estar otorgándole veracidad”, explica Jiménez. Así nació Maldito Bulo, una plataforma dedicada a identificar y señalar cualquier tipo de información falsa.
Ese año se empieza a hablar de procesos de desinformación, aunque el fenómeno ha existido siempre: “Cuando en Macedonia un grupo de jóvenes comienza a crear noticias falsas contra el presidente de EE UU, Donald Trump, y al ver que no les funcionan, cambian el objetivo hacia Hillary Clinton, obteniendo por ello un rédito económico, o cuando el propio Trump comienza a llamar fake news a la CNN… ahí pasa algo”.
Aunque, sin duda, Montes y Jiménez coinciden en señalar que, para Maldito Bulo, el punto de inflexión ha sido Cataluña, en 2017: “El nivel de información falsa que hemos visto circular en España, procedente tanto de la parte independentista como la constitucionalista, ha supuesto un antes y un después”. La plataforma cree que ha sido el año en el que la sociedad se ha percatado de que existe un problema con la desinformación viral porque los individuos somos conscientes de que puede influir en aspectos realmente importantes de nuestras vidas.
Es un problema poliédrico en el que el cambio de patrones tradicionales de consumo de la información ha tenido mucho que ver: “Antes desinformaba quien tenía capacidad de desinformar (los medios y el Gobierno). Ahora, esa capacidad la tiene cualquiera, crear una noticia falsa para su distribución es muy fácil”, cuenta Montes. “Nos encontramos en un período en que se han difuminado las anclas de determinadas creencias, como las que identificabas con un mismo formato. Por ejemplo, mi progenitora observa que algo tiene un titular, una foto y un subtítulo y puede creer que eso es información”, ilustra.
Entre sus próximos proyectos, destaca un prototipo de detección temprana que han presentado a Google
El periodista apunta tres razones principales que explican los bulos: primero, generar un beneficio económico; segundo, diseminar un contenido determinado para favorecer una creencia concreta. El tercer motivo es difícilmente identificable y combatible: “Hacer el mal por hacer el mal. No ganan dinero con ello y no está sujeto a términos ideológicos, solo al puro placer que pueda causar saber que son ellos los responsables de una creación y distribución, como cuando en medio de los incendios de Galicia una persona difunde que el agua no es potable”, recuerda Montes. Un ego enfermizo que sí está penado en España, con prisión de hasta un año, según el artículo 561 del Código Penal.
Montes recuerda cómo en los inicios eran ellos mismos quienes buscaban bulos porque no disponían de estructura alguna, por lo que desenmascaraban fake news de una forma muy casera, que nada tiene que ver con los más de 100 reportes diarios que reciben en este momento mediante un sofisticado sistema automático.
“Cuando una búsqueda se repite tres veces en una hora nos llegan alertas que nos permiten actuar de una manera más rápida en un pico de viralización, que a esas alturas siempre es bastante alto”, explica el equipo de Maldito Bulo, que se encuentra trabajando en herramientas de “medicina preventiva” para lograr la detención o el desmentido temprano de la desinformación antes de que se siga difundiendo.
La metodología se inicia con un visionado rápido a los reportes recibidos en el día. Si tienen link, se realiza una primera búsqueda para confirmar cómo se está viralizando. En el caso de no disponer de link, comprueban si se repite para después, en un grupo de Telegram compartido con todo el equipo (David Fernández, Nacho Calle, Mario Vera, Antonio Maestre y Rocío Pérez, entre otros), se reparten los bulos y se inicia un proceso periodístico de desmentido que acaba por “verificar al que ha verificado, mediante una serie de preguntas por parte de todos los miembros del equipo”. Mientras no se consigue mayoría absoluta, no se procede a su publicación en la plataforma.
“Existen las páginas satíricas y las que sirven para crear noticias falsas deliberadamente, al estilo crea tu noticia falsa aquí. Es decir, se dedican a crear titulares y llamar la atención, en algunos casos tienen un pequeño porcentaje de credibilidad que hace que te sorprendan o te indignen, antes de que los lectores compartan al creer que son reales, porque genera un link con apariencia de periódico.”
Al principio desenmascaraban fake news de una forma muy casera, nada que ver con los más de 100 reportes diarios que reciben mediante su sistema automático
Maldito Bulo pone encima de la mesa otra categoría, las páginas que mezclan noticias falsas con reales, manipuladas: “La precarización de la situación de algunos periodistas, a quienes se les exige publicar el primero, da lugar a que de vez en cuando cometan errores, aunque la mayor parte de esa información viene sin link. Por eso es tan complicado, trabajamos con herramientas que te permiten automatizar procesos a través de los links”.
“Si te has equivocado, borra”.
Los cocreadores de Maldito Bulo ensalzan la alfabetización mediática como clave para acelerar el proceso de detección de una noticia falsa: “Hay que crear campañas y modelos de formación para profesores… y a lo grande, proyectos piloto. Tiene que formar parte de la educación de los niños, de la misma forma que ya se está enseñando a programar en los colegios, se les tiene que formar para verificar información online, ya se hace en Francia y algunos países de Europa”, señala Jiménez, que cuenta cómo en Francia se está planteando que un juez pueda cerrar una web por publicar desinformación, opción delicada y en su opinión, poco práctica en nuestro país. “¿Qué ocurre si la web está alojada fuera de España? Y luego está el efecto Barbra Streisand: si cierras una página web que ha publicado algo, esa publicación acabará volviéndose viral”.
Montes apuesta por manuales de prevención y por la tecnología. “Si te has equivocado, borra. Trabajamos en un modelo que ya se está poniendo en práctica en Reino Unido, basado en puntuaciones, con determinadas claves de buen comportamiento a través de las cuales se pueda conseguir una especie de sello de calidad, que haga consciente a sus lectores de que ese es un medio que lucha contra la desinformación”.
Educar desde los colegios a verificar sus propias informaciones, incentivar el desarrollo de una conciencia crítica y explicar cómo funcionan las plataformas, sus algoritmos, por qué se comparte una determinada información sin que suponga un choque contra la libertad de expresión es el reto ante el que se encuentra Maldito Bulo, en su afán por desarrollar un vínculo y crear comunidad que les permita seguir luchando contra las fake news.
A principios de 2018, Maldito Bulo era seleccionado por la Comisión Europea para formar parte de un comité de expertos, entre los que se encuentran plataformas, grupos editores, académicos etc. Creado para desarrollar un informe que aunara una serie de recomendaciones y analizar el fenómeno de las fake news a nivel global, ofreciendo distintas opciones para combatirlo. Clara Jiménez señala lo complicado de su elaboración: “Cada uno de los 39 expertos teníamos intereses diferentes y contábamos con dos meses para sacarlo adelante”. Y señala: “Los problemas a los que nos enfrentábamos eran diferentes, dependiendo de la zona de Europa de la que procediéramos. Cuando hablábamos con los colegas griegos e italianos surgía la crisis de los refugiados; cuando hablabas con Europa del este, destacaban el problema con Rusia, como coartada para intentar legislar de una determinada manera”.
La conclusión del comité de expertos de la UE es que no disponen de suficiente conocimiento sobre el tema para encontrar una normativa válida, que no quede pronto obsoleta y no coarte la libertad de expresión. El informe del grupo de expertos también pone una serie de plazos para generar un código de buenas prácticas, aplicadas a las propias plataformas, como abrir datos y algoritmos a académicos independientes que puedan estudiar cómo funcionan y realizar informes reales, teniendo en cuenta, como señala Jiménez, que los “estudios rigurosos y fiables son americanos y el fenómeno varía si hablamos de EE UU y Europa”.
Internet ha democratizado la creación y distribución de 'fake news'. La formación se convierte en un arma fundamental para crear conciencia crítica y combatirlas
Madrid 29 MAY 2018 - 06:21 CEST
Quizás hayas oído hablar de Maldita Hemeroteca y Maldito Bulo. Su objetivo es cualquier tipo de información falsa. No solo aquello que tiene apariencia de noticia y se puede localizar en una web. También memes, cadenas de Whatsapp o capturas de pantalla sacadas de contexto. Todo contribuye a la desinformación, a generar discursos de repruebo, algo que es mucho más sencillo desde la irrupción de las redes sociales.
Esta aventura nace en 2014 en una noche de cañas con la creación de Maldita.es, la matriz. “Trabajábamos mucho con la hemeroteca política. El proyecto nació en las redes sociales y comenzó a hacerse viral”, explican Julio Montes y Clara Jiménez. "No le contamos a nadie lo que teníamos entre manos hasta que Ana Pastor preguntó en la redacción de El Objetivo de La Sexta quiénes estaban detrás de Maldita Hemeroteca porque quería entrevistarnos”.
“Generaban un discurso del repruebo. El problema era mucho mayor y nos dimos cuenta de que debíamos ampliar el foco y crear una plataforma que nos permitiera llegar a más gente. Pensábamos que si la desinformación era asimilada por nuestros allegados, personas ajenas al periodismo y a la actualidad, entonces también debían estar otorgándole veracidad”, explica Jiménez. Así nació Maldito Bulo, una plataforma dedicada a identificar y señalar cualquier tipo de información falsa.
Ese año se empieza a hablar de procesos de desinformación, aunque el fenómeno ha existido siempre: “Cuando en Macedonia un grupo de jóvenes comienza a crear noticias falsas contra el presidente de EE UU, Donald Trump, y al ver que no les funcionan, cambian el objetivo hacia Hillary Clinton, obteniendo por ello un rédito económico, o cuando el propio Trump comienza a llamar fake news a la CNN… ahí pasa algo”.
Aunque, sin duda, Montes y Jiménez coinciden en señalar que, para Maldito Bulo, el punto de inflexión ha sido Cataluña, en 2017: “El nivel de información falsa que hemos visto circular en España, procedente tanto de la parte independentista como la constitucionalista, ha supuesto un antes y un después”. La plataforma cree que ha sido el año en el que la sociedad se ha percatado de que existe un problema con la desinformación viral porque los individuos somos conscientes de que puede influir en aspectos realmente importantes de nuestras vidas.
Es un problema poliédrico en el que el cambio de patrones tradicionales de consumo de la información ha tenido mucho que ver: “Antes desinformaba quien tenía capacidad de desinformar (los medios y el Gobierno). Ahora, esa capacidad la tiene cualquiera, crear una noticia falsa para su distribución es muy fácil”, cuenta Montes. “Nos encontramos en un período en que se han difuminado las anclas de determinadas creencias, como las que identificabas con un mismo formato. Por ejemplo, mi progenitora observa que algo tiene un titular, una foto y un subtítulo y puede creer que eso es información”, ilustra.
Entre sus próximos proyectos, destaca un prototipo de detección temprana que han presentado a Google
El periodista apunta tres razones principales que explican los bulos: primero, generar un beneficio económico; segundo, diseminar un contenido determinado para favorecer una creencia concreta. El tercer motivo es difícilmente identificable y combatible: “Hacer el mal por hacer el mal. No ganan dinero con ello y no está sujeto a términos ideológicos, solo al puro placer que pueda causar saber que son ellos los responsables de una creación y distribución, como cuando en medio de los incendios de Galicia una persona difunde que el agua no es potable”, recuerda Montes. Un ego enfermizo que sí está penado en España, con prisión de hasta un año, según el artículo 561 del Código Penal.
Montes recuerda cómo en los inicios eran ellos mismos quienes buscaban bulos porque no disponían de estructura alguna, por lo que desenmascaraban fake news de una forma muy casera, que nada tiene que ver con los más de 100 reportes diarios que reciben en este momento mediante un sofisticado sistema automático.
“Cuando una búsqueda se repite tres veces en una hora nos llegan alertas que nos permiten actuar de una manera más rápida en un pico de viralización, que a esas alturas siempre es bastante alto”, explica el equipo de Maldito Bulo, que se encuentra trabajando en herramientas de “medicina preventiva” para lograr la detención o el desmentido temprano de la desinformación antes de que se siga difundiendo.
La metodología se inicia con un visionado rápido a los reportes recibidos en el día. Si tienen link, se realiza una primera búsqueda para confirmar cómo se está viralizando. En el caso de no disponer de link, comprueban si se repite para después, en un grupo de Telegram compartido con todo el equipo (David Fernández, Nacho Calle, Mario Vera, Antonio Maestre y Rocío Pérez, entre otros), se reparten los bulos y se inicia un proceso periodístico de desmentido que acaba por “verificar al que ha verificado, mediante una serie de preguntas por parte de todos los miembros del equipo”. Mientras no se consigue mayoría absoluta, no se procede a su publicación en la plataforma.
“Existen las páginas satíricas y las que sirven para crear noticias falsas deliberadamente, al estilo crea tu noticia falsa aquí. Es decir, se dedican a crear titulares y llamar la atención, en algunos casos tienen un pequeño porcentaje de credibilidad que hace que te sorprendan o te indignen, antes de que los lectores compartan al creer que son reales, porque genera un link con apariencia de periódico.”
Al principio desenmascaraban fake news de una forma muy casera, nada que ver con los más de 100 reportes diarios que reciben mediante su sistema automático
Maldito Bulo pone encima de la mesa otra categoría, las páginas que mezclan noticias falsas con reales, manipuladas: “La precarización de la situación de algunos periodistas, a quienes se les exige publicar el primero, da lugar a que de vez en cuando cometan errores, aunque la mayor parte de esa información viene sin link. Por eso es tan complicado, trabajamos con herramientas que te permiten automatizar procesos a través de los links”.
“Si te has equivocado, borra”.
Los cocreadores de Maldito Bulo ensalzan la alfabetización mediática como clave para acelerar el proceso de detección de una noticia falsa: “Hay que crear campañas y modelos de formación para profesores… y a lo grande, proyectos piloto. Tiene que formar parte de la educación de los niños, de la misma forma que ya se está enseñando a programar en los colegios, se les tiene que formar para verificar información online, ya se hace en Francia y algunos países de Europa”, señala Jiménez, que cuenta cómo en Francia se está planteando que un juez pueda cerrar una web por publicar desinformación, opción delicada y en su opinión, poco práctica en nuestro país. “¿Qué ocurre si la web está alojada fuera de España? Y luego está el efecto Barbra Streisand: si cierras una página web que ha publicado algo, esa publicación acabará volviéndose viral”.
Montes apuesta por manuales de prevención y por la tecnología. “Si te has equivocado, borra. Trabajamos en un modelo que ya se está poniendo en práctica en Reino Unido, basado en puntuaciones, con determinadas claves de buen comportamiento a través de las cuales se pueda conseguir una especie de sello de calidad, que haga consciente a sus lectores de que ese es un medio que lucha contra la desinformación”.
Educar desde los colegios a verificar sus propias informaciones, incentivar el desarrollo de una conciencia crítica y explicar cómo funcionan las plataformas, sus algoritmos, por qué se comparte una determinada información sin que suponga un choque contra la libertad de expresión es el reto ante el que se encuentra Maldito Bulo, en su afán por desarrollar un vínculo y crear comunidad que les permita seguir luchando contra las fake news.
A principios de 2018, Maldito Bulo era seleccionado por la Comisión Europea para formar parte de un comité de expertos, entre los que se encuentran plataformas, grupos editores, académicos etc. Creado para desarrollar un informe que aunara una serie de recomendaciones y analizar el fenómeno de las fake news a nivel global, ofreciendo distintas opciones para combatirlo. Clara Jiménez señala lo complicado de su elaboración: “Cada uno de los 39 expertos teníamos intereses diferentes y contábamos con dos meses para sacarlo adelante”. Y señala: “Los problemas a los que nos enfrentábamos eran diferentes, dependiendo de la zona de Europa de la que procediéramos. Cuando hablábamos con los colegas griegos e italianos surgía la crisis de los refugiados; cuando hablabas con Europa del este, destacaban el problema con Rusia, como coartada para intentar legislar de una determinada manera”.
La conclusión del comité de expertos de la UE es que no disponen de suficiente conocimiento sobre el tema para encontrar una normativa válida, que no quede pronto obsoleta y no coarte la libertad de expresión. El informe del grupo de expertos también pone una serie de plazos para generar un código de buenas prácticas, aplicadas a las propias plataformas, como abrir datos y algoritmos a académicos independientes que puedan estudiar cómo funcionan y realizar informes reales, teniendo en cuenta, como señala Jiménez, que los “estudios rigurosos y fiables son americanos y el fenómeno varía si hablamos de EE UU y Europa”.