Icibatreuh
Madmaxista
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A ver futboleros, que yo no lo soy.
Se habrán escrito millones de artículos. y yo pocos habré leído, pero este me parece prodigioso.
www.theguardian.com
"La implacable confianza en sí mismo lleva al Real Madrid a la gloria en la Champions League
El equipo de Ancelotti había resucitado tantas veces de camino a la final, pero por una vez no fue necesario en París.
Yo en todos los ámbitos de la vida, hay personas cuyo mayor regalo es ser la persona más segura de sí misma en la sala. Tienen éxito y nunca se puede averiguar por qué. ¿Qué es lo que realmente hacen? ¿Es algo más allá de simplemente mirar la pieza? El Real Madrid acaba de ganar la Champions League por 14ª vez .
No puede ser solo suerte. Tiene que haber más que eso. Y, sin embargo, en todos los partidos de los octavos de final de esta Champions League, contra el Paris Saint-Germain , contra el Chelsea , contra el Manchester City , han tenido menos tiros que sus oponentes. El sábado, el Liverpool dispuso de 24 remates por cuatro del Madrid. La única diferencia entre la final y la anterior fue que esta vez no hubo ningún punto en el que el Liverpool aparentemente tuviera el partido ganado, y Karim Benzema no anotó.
Pero el Liverpool sufrió ese extraño síndrome que parece afectar a todos los oponentes del Madrid en algún momento cuando se topan con esa confianza en sí mismos implacable y de repente pierden la capacidad de realizar las tareas más simples. Los jugadores experimentados se tras*formaron en adolescentes deslumbrados que chocaron con su héroe y se encontraron incapaces de hacer otra cosa que mirarse los pies y soltar graznidos agudos al azar.
Los pases se pierden, los centros se superan, los delanteros peligrosos se ignoran extrañamente. Defensas y porteros que han estado sólidos toda la temporada terminan tirados en el área mientras el balón rebota entre ellos y solo una decisión del VAR que nadie parecía capaz de explicar descarta un gol de apertura.
El Liverpool puede señalar que Sadio Mané golpeó el poste, que Thibaut Courtois se vio obligado a dos magníficas paradas, que tuvieron las ocasiones. Pero nunca hubo realmente una sensación de que se igualarían. La interpretación de You'll Never Walk Alone en el tiempo de descuento fue menos una llamada entusiasta a una última oleada que un himno lúgubre de desafío.
Se abalanzó sobre una portería que parecía crecer ante la majestuosidad de su primer toque, abrió el cuerpo, inclinó el pie, preparado para marcar el tipo de gol que definió su forma antes de Navidad. Y luego, de la nada, apareció el brazo vestido de verde de Courtois empujando hacia arriba para alejar el balón. La forma en que tres compañeros de equipo saltaron sobre el belga fue una indicación de lo excepcional que había sido una parada.
Que Courtois haya sido, junto a Benzema, probablemente el mejor jugador del Madrid dice mucho de cómo ha ido su temporada. En el último momento estuvo allí, reclamando un centro desde la izquierda en un área llena de gente y dándole un último despeje campo abajo. Luka Modric corrió directo hacia él con el pitido final y pronto se vio envuelto. Para la élite moderna, los porteros pueden ser ocasionalmente los héroes en partidos únicos, pero es inusual que sean tan centrales en el tras*curso de una temporada.
Esas dos paradas fueron una gran parte de eso, el tipo de paradas que quitan la fe. Para el primero, Courtois atravesó su portería y se arrojó a los pies de Mohamed Salah cuando intentaba levantar el balón por encima de su espinilla. Hubo ritmo, agresividad y lectura del juego. El segundo llegó después de que Salah se hubiera creado una oportunidad desde muy pequeño.
Se abalanzó sobre una portería que parecía crecer ante la majestuosidad de su primer toque, abrió el cuerpo, inclinó el pie, preparado para marcar el tipo de gol que definió su forma antes de Navidad. Y luego, de la nada, apareció el brazo vestido de verde de Courtois empujando hacia arriba para alejar el balón. La forma en que tres compañeros de equipo saltaron sobre el belga fue una indicación de lo excepcional que había sido una parada.
Que Courtois haya sido, junto a Benzema, probablemente el mejor jugador del Madrid dice mucho de cómo ha ido su temporada. En el último momento estuvo allí, reclamando un centro desde la izquierda en un área llena de gente y dándole un último despeje campo abajo. Luka Modric corrió directo hacia él con el pitido final y pronto se vio envuelto. Para la élite moderna, los porteros pueden ser ocasionalmente los héroes en partidos únicos, pero es inusual que sean tan centrales en el tras*curso de una temporada.
Pero esta no ha sido una temporada normal para el Madrid. Han sobrevivido por su nervio, por su capacidad para producir momentos de brillantez cuando los han necesitado. La forma en que Courtois los ha salvado una y otra vez es en parte una medida de su propia excelencia, pero también del hecho de que este no es un Madrid que pueda controlar los partidos. Ha necesitado a Benzema para convertir una proporción absurda de sus ocasiones, ha necesitado a Modric para conjurar pases mágicos una y otra vez, y se ha beneficiado del creciente peligro de Vinícius corriendo por detrás del lateral contrario.
Tal vez si todavía tienes suficientes grandes jugadores a punto de despedireso es suficiente. El pase fuera de bota de Modric a Benzema para empatar ante el Chelsea en el Bernabéu es el momento decisivo de su campaña porque requería mucho virtuosismo en un momento tan vital. Las estrellas envejecen y Kylian Mbappé, que durante tanto tiempo parecía el futuro del Madrid, no llegará de momento. Hay que reconstruir, pero la esencia de Madrid, ese sentido de fe, sigue tan fuerte como siempre.
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Y así, en una era en la que la mayoría de los entrenadores adoptan una filosofía, cuando hablamos de un gran esquema táctico y el dominio del juego de posición de Pep Guardiola y el gegenpressing de Jürgen Klopp, el primer entrenador en ganar la Liga de Campeones cuatro veces es Carlo Ancelotti, quien es como mutable y pragmático como vienen. Solo ha ganado cinco títulos de liga en su carrera y la temporada pasada terminó para él con una derrota por 5-0 para el Everton en el Manchester City. ¿Planes? ¿Quién los necesita? No Madrid, todavía no.
Se habrán escrito millones de artículos. y yo pocos habré leído, pero este me parece prodigioso.
Implacable self-belief carries Real Madrid to Champions League glory | Jonathan Wilson
Carlo Ancelotti’s side had come back from the dead so many times en route to the final but for once they didn’t need to in Paris
www.theguardian.com
"La implacable confianza en sí mismo lleva al Real Madrid a la gloria en la Champions League
El equipo de Ancelotti había resucitado tantas veces de camino a la final, pero por una vez no fue necesario en París.
Yo en todos los ámbitos de la vida, hay personas cuyo mayor regalo es ser la persona más segura de sí misma en la sala. Tienen éxito y nunca se puede averiguar por qué. ¿Qué es lo que realmente hacen? ¿Es algo más allá de simplemente mirar la pieza? El Real Madrid acaba de ganar la Champions League por 14ª vez .
No puede ser solo suerte. Tiene que haber más que eso. Y, sin embargo, en todos los partidos de los octavos de final de esta Champions League, contra el Paris Saint-Germain , contra el Chelsea , contra el Manchester City , han tenido menos tiros que sus oponentes. El sábado, el Liverpool dispuso de 24 remates por cuatro del Madrid. La única diferencia entre la final y la anterior fue que esta vez no hubo ningún punto en el que el Liverpool aparentemente tuviera el partido ganado, y Karim Benzema no anotó.
Pero el Liverpool sufrió ese extraño síndrome que parece afectar a todos los oponentes del Madrid en algún momento cuando se topan con esa confianza en sí mismos implacable y de repente pierden la capacidad de realizar las tareas más simples. Los jugadores experimentados se tras*formaron en adolescentes deslumbrados que chocaron con su héroe y se encontraron incapaces de hacer otra cosa que mirarse los pies y soltar graznidos agudos al azar.
Los pases se pierden, los centros se superan, los delanteros peligrosos se ignoran extrañamente. Defensas y porteros que han estado sólidos toda la temporada terminan tirados en el área mientras el balón rebota entre ellos y solo una decisión del VAR que nadie parecía capaz de explicar descarta un gol de apertura.
El Liverpool puede señalar que Sadio Mané golpeó el poste, que Thibaut Courtois se vio obligado a dos magníficas paradas, que tuvieron las ocasiones. Pero nunca hubo realmente una sensación de que se igualarían. La interpretación de You'll Never Walk Alone en el tiempo de descuento fue menos una llamada entusiasta a una última oleada que un himno lúgubre de desafío.
Se abalanzó sobre una portería que parecía crecer ante la majestuosidad de su primer toque, abrió el cuerpo, inclinó el pie, preparado para marcar el tipo de gol que definió su forma antes de Navidad. Y luego, de la nada, apareció el brazo vestido de verde de Courtois empujando hacia arriba para alejar el balón. La forma en que tres compañeros de equipo saltaron sobre el belga fue una indicación de lo excepcional que había sido una parada.
Que Courtois haya sido, junto a Benzema, probablemente el mejor jugador del Madrid dice mucho de cómo ha ido su temporada. En el último momento estuvo allí, reclamando un centro desde la izquierda en un área llena de gente y dándole un último despeje campo abajo. Luka Modric corrió directo hacia él con el pitido final y pronto se vio envuelto. Para la élite moderna, los porteros pueden ser ocasionalmente los héroes en partidos únicos, pero es inusual que sean tan centrales en el tras*curso de una temporada.
Esas dos paradas fueron una gran parte de eso, el tipo de paradas que quitan la fe. Para el primero, Courtois atravesó su portería y se arrojó a los pies de Mohamed Salah cuando intentaba levantar el balón por encima de su espinilla. Hubo ritmo, agresividad y lectura del juego. El segundo llegó después de que Salah se hubiera creado una oportunidad desde muy pequeño.
Se abalanzó sobre una portería que parecía crecer ante la majestuosidad de su primer toque, abrió el cuerpo, inclinó el pie, preparado para marcar el tipo de gol que definió su forma antes de Navidad. Y luego, de la nada, apareció el brazo vestido de verde de Courtois empujando hacia arriba para alejar el balón. La forma en que tres compañeros de equipo saltaron sobre el belga fue una indicación de lo excepcional que había sido una parada.
Que Courtois haya sido, junto a Benzema, probablemente el mejor jugador del Madrid dice mucho de cómo ha ido su temporada. En el último momento estuvo allí, reclamando un centro desde la izquierda en un área llena de gente y dándole un último despeje campo abajo. Luka Modric corrió directo hacia él con el pitido final y pronto se vio envuelto. Para la élite moderna, los porteros pueden ser ocasionalmente los héroes en partidos únicos, pero es inusual que sean tan centrales en el tras*curso de una temporada.
Pero esta no ha sido una temporada normal para el Madrid. Han sobrevivido por su nervio, por su capacidad para producir momentos de brillantez cuando los han necesitado. La forma en que Courtois los ha salvado una y otra vez es en parte una medida de su propia excelencia, pero también del hecho de que este no es un Madrid que pueda controlar los partidos. Ha necesitado a Benzema para convertir una proporción absurda de sus ocasiones, ha necesitado a Modric para conjurar pases mágicos una y otra vez, y se ha beneficiado del creciente peligro de Vinícius corriendo por detrás del lateral contrario.
Tal vez si todavía tienes suficientes grandes jugadores a punto de despedireso es suficiente. El pase fuera de bota de Modric a Benzema para empatar ante el Chelsea en el Bernabéu es el momento decisivo de su campaña porque requería mucho virtuosismo en un momento tan vital. Las estrellas envejecen y Kylian Mbappé, que durante tanto tiempo parecía el futuro del Madrid, no llegará de momento. Hay que reconstruir, pero la esencia de Madrid, ese sentido de fe, sigue tan fuerte como siempre.
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Y así, en una era en la que la mayoría de los entrenadores adoptan una filosofía, cuando hablamos de un gran esquema táctico y el dominio del juego de posición de Pep Guardiola y el gegenpressing de Jürgen Klopp, el primer entrenador en ganar la Liga de Campeones cuatro veces es Carlo Ancelotti, quien es como mutable y pragmático como vienen. Solo ha ganado cinco títulos de liga en su carrera y la temporada pasada terminó para él con una derrota por 5-0 para el Everton en el Manchester City. ¿Planes? ¿Quién los necesita? No Madrid, todavía no.
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