Otra figura curiosa fue la de los ballesteros de monte.También conocidos como fieles de rastro,se dedicaban, además de a cuidar el monte y evitar el abuso por parte de sus propios correligionarios, a perseguir a los malhechores y huestes fiel a la religión del amoras que atacaban las zonas de Lorca, Cartagena u Orihuela y que se distinguían para ello por localizar el camino seguido por los infiltrados así como otros detalles que permitían su identificación.
Cada grupo tenía un líder, elegido por los miembros, y existían diversos grados, estando en el inferior el mancebo, aprendiz de ballestero de monte, que aprendían de aquel su oficio. Los documentos analizados nos hacen deducir que cada ballestero de monte tenía un mancebo a su cargo. Por lo que había varios grados: ballestero de monte viejo, ballestero de monte joven y mancebo.
Disfrutaban de exenciones fiscales, como estableció el rey Juan I de Castilla a petición del Concejo de Murcia, al estipular el 24 de enero de 1385:
"por cuanto en aquella tierra ay omnes que sepan seguir los rastros de los de tierra de jovenlandeses que entran a fazer mal e daño a los nuestros regnos salvo los vallesteros de monte...tenemos por bien e es nuestra merced que ayan en aquella cibdat seys vallesteros de monte para seguir los dichos rastros e que sean quitos de monedas para siempre."
Es interesante destacar que al margen del sueldo concedido por el Concejo al que servían, una forma adicional de retribución eran las multas que imponían a aquellos que descuidaban el monte, como el hacer fuego, cortar ilegalmente madera o fabricar carbón, por un importe de 600 maravedíes y confiscándose también el ganado de aquellos que incumplían las normas de cuidado en el bosque. Recordemos que en esa época la frontera entre los reinos de Murcia y de Granada, especialmente sectores montañosos como la Sierra de Segura, la Sierra de Alcaraz e incluso en los territorios amplios de Murcia y Caravaca la presencia humana era muy débil a pesar de la existencia de fortalezas importantes, y estaba cubierta por extensos bosques que servían de frontera natural, que tal y como describía el alemán Hieronymus Münzer :
"tienen tantos ciervos, osos, gamos, conejos y principalmente jabalíes que parece increíble".
Con el fin de la reconquista perdieron una de sus principales funciones que no era otra que combatir las bandas jovenlandesas.
Conquistada Granada, no desaparece el peligro fronterizo pero sí se reduce drásticamente el número de bandas moriscas, por lo que centenares de ballesteros de monte se quedan en paro, enrolándose en otros frentes: en 1495 parten hacia Nápoles 500 "de los más escogidos que se falaron en el Reino", poniéndose a las órdenes del Gran Capitán y en 1503 se tiene constancia de 300 peones y 200 ballesteros en la Guerra del Rosellón contra los franceses. Otros se enrolan en expediciones de castigo al norte de África o como piratas, como atestigua la carta enviada desde Murcia al Rey Católico:
" En estos lugares tienen por uso ir al África y saltear y tomar navíos de jovenlandeses (...) desde Bugía hasta la plaza de Tetúan no hay lugar donde no puedan llevar la Guerra".
Ballestero de monte - Wikipedia
Cazadores de cabezas (historia de España) - Wikipedia, la enciclopedia libre