M. Priede
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En lugar de poner la parte que corresponde a las intrigas internacionales, importantísimas (robaron 150.000 millones de dólares del Estado libio, 50.000 depositados en el extranjero y 100.000 en el banco central de Libia), colgaré unos párrafos del relato en primera persona. Antes, unas fotos reveladoras:
Así relata Meyssan -que en las últimas semanas colaboró con el gobierno libio como asesor- el estado de enajenación en el que acaba el gobernante cuando empieza a vislumbrar que perderá todo.
El ministro francés del Interior, Claude Gueant (a la izquierda en la foto), y el ministro de Defensa, Gerard Longuet (a la derecha), son los únicos que se inquietan ante la deriva francesa y piden al consejo de ministros que Francia se retire de las guerras contra Libia y Siria.
El director general del Fondo Monetario Internacional, el francés Dominique Strauss-Kahn, es arrestado en Nueva York cuando se disponía a partir hacia Berlín, desde donde debía viajar a Trípoli, la capital libia. Finalmente, el fiscal estadounidense abandonará los cargos en su contra.
Dominique de Villepin también tratará de obtener beneficios personales. Junto a su amigo Alexandre Djouhri, de Villepin (a la izquierda en la foto) trata de obtener una reunión con Kadhafi, pero no como ex primer ministro francés sino en nombre del emir de Qatar.
La célebre fotorreportera estadounidense Tara Todras-Whitehill es probablemente agente del Mosad israelí. Según la investigación del ex inspector alemán de la policía judicial, Jurgen Cain Kulbel, esta fotorreportera desempeñó un papel central en el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri.
El ministro francés de Defensa, Gerard Longuet (a la izquierda), aparece en esta foto acompañado del ministro de Exteriores, Alain Juppé. Los dos se detestan pero mantienen relaciones cordiales. Longuet trató inútilmente de oponerse a la guerra contra Libia mientras que Juppé organizó la entrada de Francia en la agresión contra la Yamahiriya.
El ex primer ministro libio Baghdadi Mahmudi (a la derecha en la foto) se encargaba de las negociaciones secretas con el ministro francés de Defensa Gerard Longuet. Aunque era extremadamente fiel a Kadhafi, Mahmudi denunciaba el comportamiento de los hijos del Guía. Después de la guerra, Mahmudi fue condenado a fin, antes de ser finalmente liberado gracias a su abogado, el francés Marcel Ceccaldi, en julio de 2019.
El estadounidense Walter E. Fauntroy (a la derecha en la foto, junto al autor), compañero de lucha de Martin Luther King, testimonia haber visto personalmente soldados regulares franceses y daneses decapitando libios junto a los yihadistas. Fauntroy será inmediatamente acusado de estafa en su país y tendrá que huir a Dubai. Varios años después, las acusaciones emitidas contra Fauntroy serán desechadas.
Después de haber causado 120 000 muertos, Nicolas Sarkozy y David Cameron festejan su victoria en Bengazi. Pero, ¿es una victoria frente a Muammar el-Kadhafi, contra Tripolitania o contra los libios?
Con la caída de la Yamahiriya Árabe Libia, la cofradía de los Senussi reimplanta la esclavitud.
Después de haber tras*formado Amnistía Internacional en una lucrativa empresa de recogida de donaciones, Ian Martin se convirtió en representante especial del secretario general de la ONU en Libia. El embajador de Rusia ante el Consejo de Seguridad, Vitali Churkin, reveló que Ian Martin utilizó su cargo en la ONU para documentar como “refugiados” a los yihadistas de al-Qaeda que habían luchado en Libia y trasladarlos a Siria.
La toma de Trípoli es un diluvio de fuego que dura 3 días. Alrededor de 40 000 personas son asesinadas en esos días, sin que se haga distinción alguna entre militares y civiles, reeditando así la masacre que las tropas italianas habían perpetrado en 1911. Todos los puntos de control instalados en los cruces de las principales arterias de la ciudad son bombardeados y los helicópteros británicos sobrevuelan después las calles a baja altura ametrallando indiscriminadamente todo lo que se mueve en tierra. Trípoli no fue defendida correctamente porque el gobernador militar, previamente sobornado por la OTAN, había enviado los soldados a sus casas justo antes del ataque.
Durante la batalla final en Trípoli, Muammar el-Kadhafi se refugia en un bunker construido bajo el hotel Rixos, el mismo hotel donde había concentrado a los “periodistas” extranjeros. Como la presencia de estos últimos impide a la coalición atacar el hotel desde el aire, la brigada de al-Qaeda encabezada por el irlandés Mehdi al-Harati –un agente de la CIA que había participado en la operación turca de la Flotilla de la Libertad hacia Gaza–, y bajo las órdenes de miembros de las fuerzas especiales francesas, rodea el edificio, defendido por uno de los hijos del Guía, Khamis el-Kadhafi, y sus hombres.
Al confirmarse la derrota, los miembros de la familia Kadhafi huyen a Sirte. Por mi parte, después de reunirme con los Guardianes de la Revolución que la República Islámica de Irán había enviado a rescatarme, logro huir hacia la isla de Malta en un pequeño barco que la República Checa había fletado para la Organización Internacional para las Migraciones. Antes de nuestra partida, mis compañeros y yo somos sometidos a cuidadosos registros sucesivamente por hombres de la OTAN, de los Senussis, de la Hermandad fiel a la religión del amora y de al-Qaeda. Las personas que podrán partir en el barco son seleccionadas, de común acuerdo, por la OTAN –que acaba de cambiar de opinión sobre qué hacer conmigo– y por los kadhafistas para que ambos bandos les permitan cruzar las líneas de combate. A bordo del barco me encuentro tanto a la ex amante de Saif al-Islam Kadhafi como a los miembros de las fuerzas especiales italianas que iniciaron el conflicto disparando desde los techos de Bengazi sobre los manifestantes y también contra la policía, el 16 de febrero de 2011.
Ya en Sirte, el Guía negocia con israelíes su salida hacia Chad. Pero es una trampa. El 20 de octubre, Kadhafi es capturado por hombres de las fuerzas francesas y de al-Qaeda, forzado, torturado y asesinado.
La Yamahiriya ha dejado de existir pero, lejos de bajar sus armas, los “revolucionarios” libios –o sea, al-Qaeda– se ven entonces como antes, en Afganistán y en Yugoslavia, con el viento completamente a su favor.
Aparece también Gadafi desbordado por los acontecimientos. Digamos que siempre tuvo una personalidad un tanto 'centrifugada', y recuerdo con risa lo que uno comentaba en un blog donde hace bastantes años yo solía parar. Cito de memoria: "Lástima que se haya ido de este mundo sin darnos la dirección de su sastre. Ese vestuario resulta apropiado para quien está convencido de haber visitado el Paraíso".Así relata Meyssan -que en las últimas semanas colaboró con el gobierno libio como asesor- el estado de enajenación en el que acaba el gobernante cuando empieza a vislumbrar que perderá todo.
Ya para entonces, el Guía se sume en un universo irracional. Da albergue a una beduina que entra en trance, y cree que los ángeles le hablan a través de esa mujer, quien lo convence de que todo acabará bien. En cierto momento, Estados Unidos se retira del conflicto tan bruscamente como antes lo había propiciado, sin explicación. Esa beduina y su familia son la expresión de un profundo oscurantismo, que hace imposible toda discusión. Cuando hago alguna pregunta ingenua, su padre me responde que «acepta hablarle al infiel» –o sea, hablar conmigo– y que «eso no le molesta».
El 22 de junio, aviones franceses bombardean la antena tras*misora de la televisión libia en el preciso momento en que Yussef Shakir, periodista estrella y ex miembro de al-Qaeda, me daba la palabra.
DE INTERÉS. La advertencia de Gadafi a Europa de lo que iba a ocurrir con la oleada turística del sur muy sur si el régimen libio caía. Ésa es una de las garantías que sostiene a Mohamed VI, a cambio exige a España, entre otras muchas cosas, que se encargue de sus menores de edad más conflictivos.
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