Antonio Escohotado: «Soy el paradigma del hombre de izquierdas en España»

Joseba Jonazo

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Muy interesante este artículo.

Antonio Escohotado: "Soy el paradigma del hombre de izquierdas en España" - Zenda

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Antonio Escohotado
(Madrid, 1941) considera que los dos grandes tabúes de la sociedad actual son las drojas y el comunismo. La historia de las primeras, según el filósofo, compendia variantes de la historia del miedo a uno mismo; la del segundo ejemplifica una evolución del miedo a los demás. A estos fenómenos, en apariencia dispares, los une el miedo. ¿Cómo se cura el miedo? Con libertad y conocimiento.

El autor de, entre otros títulos, Historia general de las drojas y Los enemigos del comercio cuenta a Zenda que siempre ha sido un hombre libre, aunque la cosa no le ha salido gratis ni ha despertado simpatías universales: “Por esta urbe vivía un marino retirado que quería pegarme un tiro porque su hija había muerto de sobredosis de heroína. Varias veces he estado parado en un semáforo, y algún tío de algún coche contiguo me ha dicho: ‘Ya mataste a mi hermana, malo’. No es la línea argumental aristotélica, desde luego”.



"Me parece que Sánchezpudiera ser una copia de Zapatero, el gobernante más nefasto desde Fernando VIIy, probablemente, desde Felipe II"


A lo largo de su vida, Escohotado ha puesto en práctica aquello que Jünger escribió en La emboscadura: “Para llegar a ser libre hay que ser libre, pues la libertad es existencia, concordancia consciente con la existencia, y es el placer, sentido como destino, de hacerla realidad”. Buena prueba de ello queda recogido en Mi Ibiza privada(Espasa, 2019), obra en la que, entre el ensayo y la autobiografía, narra sus días hippies en la isla balear, a la que llegó en 1970 y de la que se largó en 1984, “cuando una alianza de maleantes y policías sugirió poner tierra de por medio”. En este libro, el autor también cuenta cómo le enchironaron y, sin atisbo de amargura, casi que celebra sus días en prisión porque, sobre todo, le sirvieron para escribir la primera granenciclopedia sobre las drojas del mundo.

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Esta entrevista se hizo el 25 de julio, jornada en la que se celebró la segunda votación de la sesión de investidura de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. Por ahí empieza la conversación:

—Pedro Sánchez no ha sacado adelante su investidura. ¿Qué le parece?

—No lo sabía. ¿La primera?

—La segunda. La primera votación fue el martes. ¿Cómo ve esto?

—¡Uf! Malo de resumir. Me parece que Sánchez pudiera ser una copia de Zapatero, el gobernante más nefasto desde Fernando VII y, probablemente, desde Felipe II. Sin embargo, Rivera no se centra en disolver el grumo llamado “ultra-extrema-derecha”, aclarando que derecha fue lo de Gil Robles, y que en Europa todo ese voto se fue al centro desde finales de los años 40, cuando el Puente Aéreo de Berlín reconcilió a Occidente, y sostiene gustosamente los seguros sociales. Tampoco algún grupúsculo de cabezas rapadas permite hablar de nazis y fascistas, que desaparecieron tras la Segunda Guerra Mundial. En Mayo de 1968, los sencillainas que seguíamos viendo la Revolución como algo inexcusable no tuvimos más remedio que reconocer que la clase trabajadora llevaba 20 años votando democracia liberal, y los más obtusos lo llamaron traición a sus intereses objetivos, como si no demostrase más bien los disparates de Marx.

—En la izquierda se dice mucho que “no hay nada más orate que un obrero de derechas”.




"En sus escritos póstumos, Derrida y Althusser reconocen que, desde muy pequeños, tenían la vocación de docentes pero que, también desde muy pequeños, cada vez que se leían algo que no habían escrito ellos, se ponían muy nerviosos, se dormían, les daba dolor de cabeza..."


—Eso es un mantra. El más falaz y orate, aunque no lo supe hasta dedicarle dos años full time, y leérmelo de arriba abajo, fue Marx. Su gran éxito fue seducir a alguien inteligente y filantrópico como Engels, que tuvo la increíble generosidad de darle la idea principal y de escribirle los libros. Aquí tenemos los manuscritos de Marx y no se pueden leer. Es decir, es un hombre que no aprendió caligrafía, y mucho menos aprendió a trabajar o a servir a los demás. Era una especie de talento de la invectiva tipo Aristófanes, Quevedo o Rabelais. Punto. Como luego tenía tanta cólera y tanta ira, se puso a pensar y sacó lo de siempre: los últimos serán los primeros. Eso ya llevaban dos milenios diciéndolo y es lo más violento. ¿Qué pasa? Nos trasladamos otra vez a lo que ha pasado con la investidura.

—Permítame un apunte sobre lo que ha sucedido hoy: en plena sesión, Iglesias le ha pedido a Sánchez la gestión de las políticas activas de empleo. La portavoz socialista, Adriana Lastra, ha dejado KO al de Podemos cuando, ante todo el hemiciclo, le ha dicho que son de competencia autonómica.

Iglesias no sabe derecho. Pero es que no tiene ni idea de nada, más que del correveidile, del chismorreo que hay de intelectual a intelectual. Es decir, está informado de que hay un tal Foucault, de que hay un tal Derrida, un tal Althusser… Me parece que fui yo quien le aclaré que esos tres llegaron a ser profesores siendo incapaces de leerse más que a sí mismos. Tenían una extraña enfermedad, que los tres reconocieron al final de sus vidas. En sus escritos póstumos, Derrida y Althusser reconocen que, desde muy pequeños, tenían la vocación de docentes pero que, también desde muy pequeños, cada vez que se leían algo que no habían escrito ellos, se ponían muy nerviosos, se dormían, les daba dolor de cabeza… Entonces, es muy curioso que la posmodernidad y, por tanto, la posverdad y toda esta revisión del marxismo, que es lo que sucedió desde Mayo del 68, precisamente, porque entonces estaba esta gente empezando a ascender a cargos docentes, tiene esa sensación de “la clase obrera se ha traicionado a sí misma, a sus intereses objetivos”… ¿Pero cómo se puede decir esto cuando, desde el 17, llevaban desnutridos, perseguidos, internados en campos de concentración en la URSS y en todos los países donde habían llegado a tener mando? ¿Quién podía creerse que, de verdad, venía el comunismo a acabar con la pobreza? ¡Nadie! El comunismo venía a acabar con la clase media y la aristocracia. Era su plan. Igual que Hitler tenía el plan de acabar con los que no fueran arios. O sea, son métodos eugenésicos y, en definitiva, genocidios sistemáticos, que comenzaron a mi juicio con las Guerras Bóers apoyadas por los fabianos, es decir, Bernard Shaw, H. G. Wells… Estos fueron los primeros que hablaron de imperialismo. Luego, Lenin arrimó el ascua a su sardina y quiso confundir a los americanos, que son un país aislacionista, con países imperialistas tipo Rusia, España, Portugal o China. Pues no señor: eso es una tontería falsa y no tiene sentido. Y tampoco la abonaba Marx, ¿eh? O sea, esto viene ya de Lenin. Entonces, llegamos a hoy. Hoy viene muy directamente marcado por ese problema de que si los obreros ya no son comunistas, ¿quiénes son comunistas? Pues los que siempre fueron comunistas: las juventudes, los universitarios, los que aspiran a ser revolucionarios profesionales, que nunca han dado palo al agua, que siempre han vivido de su mamá o de su familia, porque no les va: nunca han estado en un taller. Piensa en Fidel Castro, en Mao, en Trotsky, en Lenin.

—En una palabra: señoritos.



" ¿Qué es lo políticamente correcto? Marxismo contrariado, a mi juicio. El marxismo quiere seguir actuando, pero como ya no encuentra forma de soliviantar a los trabajadores, a la clase obrera, intenta soliviantar a las mujeres, a los niños, a los pagapensiones..."


—¡Señoritos! De repente, viene Mayo del 68 y parece que va a llegar la liberación. Y, efectivamente, el pueblo francés y todo el pueblo del planeta está dispuesto a hacer la gran revolución, que es la sensual. Es decir: que ya no se persigue más a la gente por su idiosincrasia y por sus inclinaciones sensuales. Esa es la única revolución pacífica que ha triunfado, a mi juicio. Y la estamos disfrutando. Pero sigue quedando que los últimos no son los primeros, que sigue habiendo propiedad privada y comercio, que eso está muy mal, y entonces viene la tremenda oleada terrorista, la mayor de la Historia de la Humanidad, que comienza a principios de los años setenta y no termina hasta finales de los ochenta. En Europa tiene mucho arraigo, por ejemplo, el IRA, ETA, Brigadas Rojas, la Fracción del Ejército Rojo, pero sobre todo en Iberoamérica con montoneros, Sendero Luminoso y demás.

—En este libro dice que en Ibiza encontró ecos de eso.

—Claro. Entonces, viene la ola terrorista, pero las olas terroristas no pueden ser más que olas. Se calma aquello, se acerca nuestro tiempo, pero se impone, sobre todo a través de figuras tan carismáticas como Obama y, luego, el papa Francisco, lo políticamente correcto. ¿Qué es lo políticamente correcto? Marxismo contrariado, a mi juicio. El marxismo quiere seguir actuando, pero como ya no encuentra forma de soliviantar a los trabajadores, a la clase obrera, intenta soliviantar a las mujeres, a los niños, a los pagapensiones… Necesita crear sentimientos.

—Si algunas de las mediáticas representantes de la rama más desquiciada del feminismo leyeran a Marx diciendo que la cualidad que más valora en una mujer es «la debilidad», lo tomarían por secretario general de Vox.

—(Risas) Por supuesto. Pero, ¿quiénes son Vox? No son ultra-extrema-derecha-fascista-nancy. ¡Qué tonterías! ¡Es la rama menos hipócrita del PP! Son conservadores pero menos hipócritas que los otros. Son un poco provincianos, eso sí. El problema real, de fondo, que veo en esa formación es que es un poco rústica, es decir, está vinculada con cosas muy locales. En un mundo globalizado, no parece muy oportuno.

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—En algún medio o en Twitter, aunque, para fiarse, he leído que usted simpatiza con ellos. Con toda humildad, creo que no hay nadie más distinto a Iván Espinosa de los Monteros que usted.

—¡Jamás! Yo me considero de izquierdas. Más aún: creo que soy el paradigma del hombre de izquierdas en este país, tal y como ha ido pasando el tiempo.

—Me acaba de dar el titular (risas).



"Yo estoy de acuerdo con Podemos al 100% en el sentido de que el deber público, el servicio público, se ha poco equilibrado y desvirtuado hasta tal extremo que no sólo es una forma de robar, sino que imitamos a los países comunistas con chollos hereditarios"


—Yo soy el paradigma del hombre de izquierdas. De verdad me preocupan los pobres y no quiero que haya pobres pero, naturalmente, no tengo la solución de Castro, de Pol Pot o de Mao, que es empobrecer a todo cristo y matarlos de hambre, incluso someterles luego a esa desnutrición sistemática que es en lo que acaban todos estos regímenes. Porque como no cuidan ni siquiera la moneda… Es que no saben nada, son personas que no estudian. Y claro, el mundo moderno es muy complejo. ¿Por qué ha triunfado la técnica? ¿Por qué la técnica ha triunfado sobre lo que podemos llamar teoría? Porque está llena de trabajo, de trabajo entusiasta, y la naturaleza no tiene secretos para el hombre de buena fe que quiere investigar. Pero estos no tienen ni buena fe ni deseos de investigar. Son unos dogmáticos. Si dividimos a la especie humana en personas que pesquisan porque quieren encontrar algo que no conocen y personas que se dedican a confirmar lo que ya saben, es decir, prejuiciosos prejuiciados, te encontrarás con que estas personas tropezarán más pronto o más tarde. Por eso empezaron matando a Sócrates: no pueden soportar la idea de que alguien disienta. Tienen ideas tan frágiles que si otro no se las cree obligatoriamente, ellos tampoco. Es lo que pasa con las drojas también. Tú dices: “Oye, si no quieres tomar drojas, nadie te fuerza”. Y dicen: “No, no: yo le exijo a usted en materia de drojas”. Igual en la ideología. ¿Cómo llaman al que se va de la religión islámica? Apóstata, y lo dan el pasaporte. Hay pena de fin para el apóstata. ¿Cómo lo llamaba la Iglesia? Hereje, y pena de fin. ¿Cómo llamaban en Rusia al que se atrevía a tocar una coma del marxismo-leninismo? Revisionista. ¿Cómo me llaman a mí? Cambiar de chaqueta. Yo les digo: “¿Pero qué chaqueta me he cambiado? Toda la vida fui y soy de izquierdas”. Considero que ser de derechas es ser un energúmeno, es decir, una mezcla de inculto, autoritario y a mí no me gusta ni la incultura ni el autoritarismo. De modo que de izquierdas soy yo, que no sólo vivo y dejo vivir, sino que me preocupo por estudiar para ver cuáles son las formas prácticas de erradicar la pobreza, la falta de medios y, sobre todo, la imprevisión que hace que ni siquiera el presente actual esté amortizado. Tu generación muy bien puede echar de menos el grado de seguridad que tiene la mía. Por ejemplo, la pensión. Pero es que mi generación ha tenido una tasa de trabajo, de empleo del tiempo no dedicada a mirarse su propio ombligo, que actualmente no existe. Ahora, si te fijas, yo lo veo en mis hijos pequeños, es cuántos likes generas. ¡Por Dios, si en el teléfono tienes a Aristóteles! Bueno, espero que, pronto o tarde, venga una generación que use el móvil para eso. O se acabarán los teléfonos, porque entraremos en una crisis económica de tales proporciones que triunfarán los bárbaros, es decir, los islámicos, que son la única fuerza organizada con ganas de destruir. El equivalente al nihilismo a principios del siglo XX.

—¿Empezamos a hablar de su libro?

—Espera, que me ha quedado un detalle sobre Rivera. Sigo con el relato: se crean formaciones como Podemos. ¿Cuál es el origen? Yo estoy de acuerdo con Podemos al 100% en el sentido de que el deber público, el servicio público, se ha poco equilibrado y desvirtuado hasta tal extremo que no sólo es una forma de robar, sino que imitamos a los países comunistas con chollos hereditarios: el presidente o el secretario de la comunidad tendrán hijos o nietos que aspiren a posiciones semejantes. Entonces, no es una clase política, como decía en El espíritu de la comedia, en el 82, sino una casta política, un estamento. Allí donde naces ya sabes dónde vas a morir: eso es lo que distingue a la clase del estamento. Con muy mala voluntad, claramente, con mala fe, Marx confunde clase y estamento, y de ahí vienen todos los errores de El Capital, porque trata la movilidad de las clases como si fuera la inmovilidad del estamento, y es para decirle: “Mira, chico, esto es un sofisma tan burdo que no debería dedicar ni un minuto a desmontártelo”. Pero, por ejemplo, llegamos a personas como Iglesias. Iglesias parte de que es una vergüenza que haya una casta política en España. Bien, estamos de acuerdo. Pero, ¿luego qué tiene que hacer una vez que piensa eso y se hace jefe? Estudiar a lo bestia. ¿Estudiar qué? Derecho administrativo, economía política e historia. Pero a lo bestia. Todo el tiempo que tiene cada día. ¿Lo hace? No. Ahora, en virtud de una serie de accidentes, primero le votaron cinco millones, ahora le votarán dos, pero sigue siendo una proporción de voto importante. Él quiere una cartera ahora. ¿Cómo le vas a dar Economía si no dice más que despropósitos y no está informado de nada? ¡De nada! Le preguntas las cosas más elementales y es como si fuera un parvulario. ¿Cómo le vas a dar el Ministerio de Trabajo si no ha trabajado en su vida? ¿Cómo le vas a dar Justicia o Administraciones Públicas si no sabe derecho administrativo? ¿Qué le puedes dar a este hombre? Pues mira, yo creo que una cosa sí se le podría dar: Sanidad. ¿Por qué? Porque a lo mejor tiene el santo honor de cumplir parte de lo que su corazoncito piensa, más o menos en secreto, y hace algo en materia de drojas y eutanasia, que son dos temas muy modificables. Simplemente, con convocar un par de referéndums en esas materias, los ganamos de calle. De calle. El poder público no convoca referéndums ahí o bien porque no me deja a mí, a Savater y a dos o tres más hablar, o bien porque pierde el referéndum irrevocablemente. Ambos: el de la eutanasia y el de las drojas.

—Y al final, ¿qué es lo que pasa con Rivera?



"Eso era lo que nos distinguía de una secta. Nunca fuimos secta ni quisimos serlo. La secta es un compromiso de por vida donde no se discute lo infalible del jefe y gran parte de los estatutos son secretos"


Que parece olvidársele que lo fundamental es desmarcarse de esa etiqueta absurda, ridícula, de ese grumo verbal que se llama “ultra-extrema-derecha”. Eso no existe. Eso no es tridimensional. A diferencia de Abascal, de Casadoy de él, que son individuos vivos tridimensionales, esa etiqueta es bidimensional y tan falsa como el fantasma de Canterville. ¿Por qué circula? Porque la extrema izquierda sí existe y necesita una contrapartida gráfica. Esa es la única razón de la extrema derecha aquí. Sí existe, y con muy buena salud, la extrema izquierda en España. Nadie se lo explica en vista de lo que ha pasado con Castro, con Maduro, con Kimyonglapera, pero tiene buena salud. Una mezcla de simplismo, resentimiento e ignorancia siempre tiene su público.

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