Anonymous

Juanmart

Cuñado nija
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¿Qué tienen en común Guy Fawkes, Hollywood y un grupo de internautas? Hay sombreros blancos y sombreros neցros, está el Lol, el Lulz, hay anarquistas convencidos o trolls sin ideología. La terminología que aparece en el libro de Coleman ( "El mejor libro sobre Anonymous" según Assange y comparado con una novela de John le Carré por la revista Wired) es extensa y mareado si no fuera por la precisión y la implicación casi obsesiva por tema. Vamos por partes, comenzamos por el anonimato que los une y los identifica: la máscara de Guy Fawkes en la película V de Vendetta. Quién era Guy Fawkes? Un republicano convertido en mascota de la monarquía por sus repetidos intentos frustrados de regicidio en el siglo XVI.

Explica mi abuela, fuente de sabiduría popular, que en el Bages de los años cuarenta la policía interceptaba las llamadas y cortaba la comunicación telefónica de los que hablaban en catalán -y lo hacían al grito de derechas casi universal de "Hable en cristiano". El teléfono es el antepasado de los ordenadores, y el primero que se "hackear", siempre en tono autoritario o en tono humorístico (piénsese en Bart Simpson y sus bromas pesadas al camarero y propietario Moe), fueron los teléfonos. A los que, como contrapartida de los poderosos (compañías telefónicas y servicios secretos), jugaban a interceptar llamadas, les decían (o se llamaban a sí mismos) phreaker. Esto era en la década de los ochenta, y poco después del fenómeno phreak nació el fenómeno hacker, que acabaría por presentarse al mundo bajo el nombre genérico de Anonymous. Por curioso que parezca, la imagen comercial del antisistema enmascarado convirtió en símbolo de la revolución digital, una revolución que vela sobre todo (pero no de forma exclusiva) por el derecho a la intimidad, la libertad de expresión y la lucha contra la censura en Internet.

Impedir que alguien hable su lengua por teléfono o rayar sus cartas escritas a mano son actos similares a los que cometieron los gobiernos de Túnez (2011) y de Egipto contra los ciudadanos que utilizaban Facebook y Twitter para denunciar, con vídeos y fotografías , la represión que vivían en su casa y que los medios occidentales no estaban suficientemente dispuestos a explicarnos en tiempo real. ¿Qué hicieron los hackers? Dejaron inoperativo el TDL de Túnez (.tn), país que hervía de protestas y represión policial a raíz de la fin de Boujamin. Boujaumin era un vendedor ambulante sin licencia que desencadenó la ira contra el dictador corrupto Ben Alí, al igual que ocurrió poco después con el egipcio y tirano Mubarak -Mubarak optó por dejar todo el país sin conexión, pero a medio plazo fracasó en el intento. Era el inicio de las primaveras árabe y del sur muy sur, y Antisec, grupo escindido en la línea de Anonymous, se puso en marcha por el derecho a la libertad de expresión y la acción directa contra la censura. Cuando digo censura digo lo que hacía COINTELPRO, empresa norteamericana que amenazó Martin Luther King (y también a grupos de izquierda, y de ultraderecha, y básicamente a grupos de todo tipo que tuvieran una lucha o manía propia).
Anonymous. Manifestación de Chanology.

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Los hackers comenzaron con el troll (terminología que describe la actitud de burlarse de alguien), pasaron al lulz (el lol, y el lulz, palabras para referirse a un sentido del humor peculiar) y los ataques informáticos contra la farsa religiosa de la Cienciología. En paralelo, crecía el hacktivismo o activismo hacker, desarrollado desde canales IRC -entre ellos hay Anonops, LulzSec, después AntiSec- donde el hackers, siempre bajo un anonimato estricto, deciden contra quién y cómo atacar. Los objetivos son diversos, la empresa de telecomunicaciones AT & T, la policía de immmigració de Arizona -el nombre de esta operación tenía por nombre Chinga la Migra y tenía detrás, entre otros, el anarquista norteamericano Jeremy Hammond, que ha tenido que cumplir año y medio de condena por sus travesuras revolucionarias con el teclado del ordenador. Es evidente que no todos los hackers son como Hammond: algunos son contrarios a cometer ilegalidades y otros han aceptado ser absorbidos por empresas de seguridad a cambio de sueldos considerables (en algunos casos aceptan cobrar y en horas libres entregan a causas revolucionarias). Ni todos los hackers forman parte de Anonymous -Julian Assange trabaja de manera más personalista, actúa más como jefe jerárquico de Wikileaks- ni Anonymous es causa exclusiva de los hackers: los canales de IRC, que funcionan como chats abiertos bajo seudónimos , integran periodistas. Anonymous no es un colectivo homogéneo.

Cómo funciona Anonymous? Lo llaman colmena, pero Gabriella Coleman, que ha visitado hackers en centros penitenciarios y también fuera, descarta esta metáfora. La prensa ha intentado buscar nombres propios en vano: aunque hay hackers con más implicación y más talento que otros, Anonymous tiene una cruzada explícita contra la vanidad y la fama individuales: los hackers (o fagos, término para referirse a aprendices de hacker o hackers de escaso talento y con pocas nociones técnicas) que han intentado saltarse la norma del anonimato y del trabajo colectiva, espontánea y coordinada, lo han pagado caro: han quedado excluidos de los canales hackers. A partir 2,007 Anonymous adopta este nombre, y el nombre ofrece un paraguas para nombrar el fenómeno hacker al público no especializado. Pero Anonymous no es una persona, ni dos, no es ningún Assange. Anonymous ha sido HOPE (Hackers On Planet Earth), Chanology -reacis a cometer DdoS, acérrimos contra la mística de la Cienciología, amigos de la Revolución Verde iraní-, Anonops, Antisec, y un largo etcétera. Anonymous puede ser todo el que quiera atribuirse lo, lo que ha generado conflictos dentro de los canales IRC. El perfil del hacker, nos dice Coleman, no coincide con la idea preconcebida del hombre blanco, progresista y de clase media. Tras algunos seudónimos como feev, Sabu o Topiary, señalados (erróneamente, según Coleman) por la prensa como "jefes o representantes o líderes de Anonymous" también escondían menores de edad autodidactas, camellos ocasionales, jóvenes más ricos y jóvenes crecidos en la periferia.

En 2010, cuando Julian Assange (fundador de WikiLeaks) fue detenido y forzado a convertirse en paria para sacar masa trapos sucios del ejército americano de una sola tacada. Master Card y PayPal impidieron que simpatizantes de Assange ingresaran dinero para su causa. La reacción de los hackers fue la Operación Vengar a Assange, que debía cortar unos momentos la respiración a los directivos de las dos multinacionales, las páginas web de las que permanecieron inactivas por momentos. Quiénes eran y qué habían hecho? Eran Anonymous y habían hecho un DdoS ( "doxejat") contra los dos titanes de la tras*acción económica. Lo que en terminología informática llama DdoS es el equivalente a llenar un local de tantas personas como sea posible hasta llegar a saturar los trabajadores y obligarlos a cerrar la barraca. Es una técnica relativamente sencilla, indigna de los llamados hackers de sombrero blanco-que renuncian a actuar de forma ilegal- pero que ha resultado eficaz y que ha tenido consecuencias legales por los activistas.

En Babel (Viena ediciones, 2016) el sociólogo Zygmunt Bauman conversación con el director del diario La Repubblica Ezio Mauro sore el estado actual de las cosas: crisis económica y política en Occidente, incomunicación, falta de participación ciudadana. Uno de los capítulos de Babel (cada capítulo incluye réplicas que Bauman y Mauro se hacen el uno al otro) tiene el título "Solitarios interconectados", y se refiere a la alienación que las redes sociales pueden implicar, en contra de la idea de que Internet es un espacio público y de libertad -más bien es un espacio público en apariencia pero lleno de lugares privados que aprovechan para controlar los gustos y los movimientos de la ciudadanía, al igual que "un centro comercial" (la metáfora es de Coleman ). Según Mauro y Bauman Internet funciona por afinidades, y en Internet cada uno puede vivir en su burbuja ideológica. Es por ello que ambos describen la red como un espacio de activismo "blando". Pero los hackers, sea desde una isla del Atlántico, desde EEUU, Túnez o Cataluña, se saltan esta norma general.

La noche de cada 5 de noviembre, en Inglaterra, se celebra la figura de Guy Fawkes con fuegos artificiales, y su lucha vana contra una monarquía aún hoy sagrada. Fawkes augusto republicano, ridiculizado y banalizado. Anonymous ha llegado a poner contra las cuerdas a la corporación AT & T, a Mastercard, en Paypal, los gobiernos corruptos de Túnez y de Egipto, todo ello sin que haya ningún líder claro y siempre con una repulsión radical y casi obsesiva a la fama individual -en un punto determinado del libro Coleman se pregunta si habrían llegado más lejos con una jerarquía más marcada. Ojalá Anonymous, a diferencia de Guy Fawkes, nunca se convierta en mascota.
 
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