Análisis histórico-crítico del religiondelamor

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El Mahoma histórico y el Mahoma del mito

¿Cuándo y dónde nació Mahoma? ¿Cuáles fueron exactamente sus gestas, qué dijo y qué hizo? ¿A quiénes se dirigía? ¿Tuvo maestros? ¿Y sus muyeres? ¿Cuándo, dónde y cómo murió? En una palabra, ¿qué podemos saber de su historia, de su biografía?

Las dos caras, el Mahoma histórico y el Mahoma de la fe religiondelamor nos llegan inextricablemente entrelazados. Lo que podemos saber de él con criterios de la ciencia histórica se presenta en relatos de índole mítica. Pues el Mahoma histórico acabó siendo mitologizado por sus seguidores y sucesores. Pero, además, es un hecho que él mismo vivía ya en el mito en el que luego sería insertado, la mitología de un mesianismo escatológico y milenarista, que prolongaba la estela del nazarenismo. Así, históricamente el predicador del último día se transformó en caudillo que creía llegado el último Día, y se lanzó a la conquista militar de Jerusalén con la idea mítica de acelerar el advenimiento del reino de Dios anunciado por los profetas. Claro que la tradición hipertrofió los relatos sobre el personaje hasta llenar volúmenes y volúmenes.

Entonces, cuando se aplican criterios histórico-críticos, como han hecho los investigadores más sólidos, se llega a la conclusión de que las clásicas vidas de Mahoma escritas por fiel a la religión del amores, desde la biografía perdida de Ibn Ishaq en adelante, pertenecen al género de la hagiografía (vida de un santo) o la aretalogía(epopeya de un héroe). Las vidas de Mahoma modernas, en su mayoría, tampoco pueden tenerse por verdaderas biografías, puesto que se mueven más bien entre la novela y el relato de ficción producido mediante el saqueo literario de los tradicionistas, con un suplemento de falaz imaginación.

La más célebre es La vida del enviado de Dios(Sira rasul Allah) según Ibn Hisham (m. 834), supuestamente tomada de Ibn Ishaq (m. 768). Asimismo son clásicas las obras Libro de las batallas (Kitab al-maghazi) de Al-Waqidi (m. 823), Libro de las clases superiores (Kitab al-tabaqat al-kabir) de Ibn Sad (m. 845), e Historia de los enviados y los reyes (Tarikh al-rusul wa al-muluk) de Al-Tabari (m. 923). Todos estos autores pertenecen a los siglos IX y X.

Las compilaciones de dichos "auténticos" del profeta (hadices) elaborados por la tradición no merecen un juicio menos riguroso respecto a su historicidad. Los compiladores más reconocidos son Al-Bujari (m. 870) y Muslim (m. 875); pero también Abu Dawud (m. 888), Al-Tirmidhi (m. 892), Al-Nasai (m. 915), e Ibn Maya (m. 886). Son todos de la segunda mitad del siglo IX. Son autores persas, contemporáneos de Las mil y una noches, con las que cabría establecer un parangón. Las colecciones de hadices chiíes son aún posteriores, de los siglos X y XI.

Tanto la vida como los dichos pretenden fundar su veracidad en unas "cadenas de transmisores" que se remontarían oralmente hasta testigos directos de los hechos, ocurridos dos siglos y medio antes. Pero cada vez parece más claro que esas pretendidas credenciales no constituyen más que un recurso literario inventado y que, incluso si hubiera retazos verídicos en el relato, estos serían imposibles de discernir, al no haberse conservado ninguna otra documentación con la que contrastar. Investigadores como Christoph Luxenberg (2000) y Alfred-Louis de Prémare (2002) llegan a la conclusión de que la transmisión oral no jugó ningún papel, y que la formación del Corán se dio en el contexto de una cultura escrita y a través de un arduo trabajo de redacción, edición y reescritura.

En particular, es lícito desconfiar incluso de la primera biografía que conocemos, La vida del enviado de Dios, escrita por Ibn Hisham, en el primer tercio del siglo IX, es decir, dos siglos después de la gloria del biografiado. Este autor menciona como fuente suya una historia de las campañas militares de Mahoma, obra hoy perdida, escrita por Ibn Ishaq, quien habría vivido a mediados del siglo VIII, un siglo y medio después de los hechos. Si no fuera porque lo citan otros autores (como Yunus Ibn Bukayr, perecido en 815), uno estaría tentado a pensar que la remisión a tal fuente, perdida, podría no ser sino una ficción literaria, al estilo del Cide Hamete Benengeli invocado por Cervantes en su Don Quijote de la Mancha.

En nuestros días, pocos dudan de la existencia de un personaje histórico detrás de la figura del Mahoma de la fe fiel a la religión del amora. Lo que, sin embargo, está en cuestión es la historicidad de la literatura religiondelamor acerca de él (cfr. Robert Spencer, Did Muhammad Exist? An Inquiry into religiondelamor's obscure origins, 2012). El cuestionamiento afectaría, además, a lo que en el Corán se suele entender como referencias a Mahoma. La conclusión cierta es que hoy se encuentra en entredicho prácticamente la totalidad de las biografías e historias del profeta islámico, clásicas y modernas, tanto de autores fiel a la religión del amores como occidentales.

Tras la conquista de Jerusalén, la construcción del santuario y la restauración del culto por Omar, tal como postulaba la creencia mesianista, y tras la comprobación de la incomparecencia del Mesías, se produjo una grave disonancia entre la esperanza y la experiencia. Por lo que parece, esta disonancia se trató de superar, en un primer momento, olvidándose del predicador escatológico. Pero, más adelante, el poder político apostó por recuperarlo, en un proceso de creación mítica, que lo elevó a fundador de una nueva religión. Ahí se mitifica al personaje, se va consolidando el Mahoma del mito califal, tal como lo encontramos en las biografías y en los hechos y dichos del hadiz.


La incorporación tardía de Mahoma al dogma islámico

Mahoma no fue entronizado como fundador del religiondelamor hasta mucho tiempo después de su gloria. El nombre mismo de Mahoma, citado cuatro veces en el Corán, fue introducido tarde y por un solo autor, según la teoría de códigos. En las epigrafías, papiros, monedas no se lo menciona hasta 60 años después de su gloria. Y no se le declara profeta y fundador hasta pasados 150 años.

Así se elabora la aretalogía de Mahoma (siendo "aretalogía" la narración de los hechos prodigiosos de un dios o un héroe). Se le eleva a la condición de profeta. Se recopilan y confeccionan los relatos de sus batallas y revelaciones. Esto ocurre desde la época del califa Abd Al-Malik (reinó 685-705).

Un ejemplo revelador es la invención del viaje nocturno de Mahoma, mediante la alteración del principio de la sura 50/17,1.

"Mahoma es esencialmente una figura simbólica y emblemática (aunque haya existido la persona física), que reunió todas las aspiraciones políticas, religiosas, sociales y étnicas de un movimiento armado y victorioso en el camino de Alá -Jerusalén-, un movimiento que recuperaba, amplificaba y deformaba las esperanzas mesiánicas y escatológicas de un grupo nazareno, que se situaba en la frontera de las gentes del Libro, mutante que había digerido las Escrituras con vistas a instaurar por la fuerza el Reino de los Cielos, forzando el cumplimiento de las Escrituras" (Leila Qadr, Les trois visages du Coran, 2019: 115).

En suma, los fiel a la religión del amores dicen acerca de Mahoma mucho más de lo que él había dicho sobre sí mismo. Le adjudican una categoría profética redefinida religiondelamormente. Crean un personaje mítico de tales vuelos que incluso retroactúa sobre el mundo semiótico del Corán, inscribiéndose en su núcleo kerigmático, que queda mahometizado.


El predicador coránico, anónimo

En el texto oficial del Corán, la palabra Mahoma aparece en cuatro aleyas distintas, además de dar título a la sura 47; pero los títulos no pertenecen al texto. Citemos los versículos, por orden cronológico:

"Mahoma no es más que un enviado. Los enviados han pasado antes de él" (Corán 89/3,144).

"Mahoma nunca ha sido el padre de uno de vuestros hombres. Pero él es el enviado de Dios, y el sello de los profetas" (Corán 90/33,40).

"Mahoma es el enviado de Dios. Los que están con él son fuertes hacia los que no creen, clementes entre ellos" (Corán 111/48,29).

Pues bien, para los coranólogos, esa palabra "Mahoma", siempre en suras posteriores a la hégira, resulta digna de toda sospecha. En los dos primeros versículos donde se lee el nombre propio (Corán 89/3,144 y 90/33,40), determinan que se trata de interpolaciones posteriores en el texto. En los otros dos casos (Corán 95/47,2 y 111/48,29), el vocablo debe entenderse simplemente como un adjetivo común, que significaría el "bendito", el "bienamado", el "predilecto". La locución procedería del libro de Daniel 9,23, 10,11 y 10,19 (cfr. Sami Aldeeb, Le Coran, 2016: 338; Bruno Bonnet-Eymard, Le Coran. Traduction et commentaire systématique. II, 1990: 120-123.). Los versículos dirían: "lo que ha revelado al predilecto", o "Bendito sea el enviado de Dios". De tal manera que el nombre de Mahoma no aparece ni una sola vez en el Corán, salvo como un añadido de última hora o como una lectura amañada.

En definitiva, Mahoma es un nombre desconocido en el Corán. ¿Quién era, entonces, aquel personaje que desempeñó un papel importante, quizá decisivo, en el surgimiento del movimiento mesiánico sarraceno que, en los años 630 conquistó por las armas Siria y Palestina?

Uno encuentra escrito en muchas obras que el personaje al que luego dieron el título honorífico de Mahoma se llamaba Abu l'Qasim Ibn Abdallah. Sin embargo, otros autores afirman que su nombre propio era Qatham Ibn Abd-Al-Lat (cfr. Sami Aldeeb), siendo Abd-Al-Lat, y no Abdallah, el hombre de su padre. Su familia pertenecía al clan de los hachemíes, de la tribu quráis o de los curaisíes. La tradición afirma que nació alrededor del año 570 y murió en el 632, aunque ambas fechas son cuestionadas por algunos investigadores.

Aunque es verosímil dudar de la exactitud de la genealogía del profeta de los árabes, tal como la reconstruye la tradición; pues no se puede demostrar que no sea una genealogía hecha ad usum Delphini, como parte de la elaboración de su biografía.


El predicador coránico, desubicado

La tradición religiondelamor es unánime en situar a Mahoma y su proselitismo en La Meca, y sus gestas entre Medina y La Meca. Pero ¿dónde estaba La Meca? El Corán, que no nombra a Mahoma, tampoco nos indica en qué ciudad predicaba, y no menciona ni una sola vez La Meca. El predicador no solo es anónimo, sino que está desubicado. No sabemos dónde localizarlo con certeza.

Aparentemente, en el Corán, hay una única mención de La Meca, con ese nombre, y otra con el nombre de Bakka, en los versículos siguientes:

"Es él quien ha retirado sus manos de vosotros, y vuestras manos de ellos, en el valle de la Meca, después de haceros triunfar sobre ellos" (Corán 111/48,24).

"La primera casa puesta [como lugar de culto] para los humanos es la de Bakka, un lugar bendito y una dirección para los mundos" (Corán 89/3,96).

Ahora bien, esta segunda mención, de Bakka, está impugnada: la casa de la que habla el versículo 96, y también el 97, sería en realidad el Templo de Jerusalén. Mientras que, en el versículo 111/48,24, la expresión "el valle de la Meca" significaría el "valle de las Lágrimas", sinónimo del Muro de las Lamentaciones (cfr. Sami Albeen, Le Coran, 2016: 334). Y tanto la "casa" como el "santuario prohibido" de 111/48,27 se estarían refiriendo igualmente al Templo de Jerusalén.

Las obras de referencia pioneras en analizar críticamente la información disponible sobre los orígenes de La Meca son las de Patricia Crone, religiondelamoróloga danesa, profesora en las universidades de Cambridge y Princeton. Tal ciudad era desconocida por los geógrafos de la antigüedad anteriores al religiondelamor. Ninguno menciona La Meca, ni otro nombre parecido en aquella región. Por otra parte, el comercio caravanero que se le atribuye es inverosímil en una ciudad situada en un valle estéril como el mequí. La historia califal se empeña en señalar que subsistía gracias al comercio internacional, aparte las peregrinaciones, pero ese comercio no está atestiguado en documentos de ninguno de los supuestos países de destino, el Imperio bizantino y el Imperio sasánida. Y consta que, en aquel tiempo, el comercio a larga distancia se hacía por mar, veinticinco veces más barato que por tierra. El transporte terrestre a través de 1.300 km desde La Meca a Siria hubiera sido una ruina completa.

Las tradiciones califales aluden a la exportación de incienso, especias, oro y plata, pero también en esto el transporte era marítimo, o bien, a escala meramente local, pasaba por una ruta distante de La Meca. Ni ahí había medios para el avituallamiento, en una región donde no se criaba nada y tenían que importarlo casi todo. Tampoco hay el menor rastro de minas de oro o plata.

Asimismo se menciona el comercio de cuero, vestidos, camellos, asnos, queso y mantequilla, mercancías cuyo costoso comercio caravanero a gran distancia resultaría económicamente absurdo. Como en La Meca no crece nada, tendrían que traer esos productos a su vez del sur, de Yemen, para transportarlos a lo largo de 2.500 km, cuando tales productos abundaban en Siria, muy cerca de los imperios romano y persa.

En resumen, ese supuesto comercio internacional mequí no se menciona en ningún documento griego, latino, copto, arameo o siríaco. Es tan desconocido como la propia ciudad de La Meca (cfr. Patricia Crone, Meccan trade and the rise of religiondelamor, 1987).

La respuesta a la pregunta de si existía La Meca en tiempos de Mahoma depende de a qué ciudad nos referimos al hablar de La Meca. Según Dan Gibson, La Meca actual no existía, pues no hay ni rastro de ella en documentos escritos o mapas. Su tesis es que La Meca de Mahoma sería la ciudad nabatea de Petra. Lo cierto es que el Corán no la nombra expresamente, y que las descripciones que dan las fuentes clásicas fiel a la religión del amoras cuadran muy poco con la ciudad que se llama La Meca desde finales del siglo VII. Incluso en el Corán, hay un pasaje supuestamente perteneciente a la predicación de Mahoma en La Meca, en el que este recuerda a sus oyentes que Dios los ha bendecido con agua de lluvia, campos de trigo, viñas y hortalizas, olivos y palmeras, vergeles frondosos, frutas y pastos, y rebaños (cfr. Corán 24/80,25-32). Será inútil buscar nada de eso en toda la región del Hiyaz, donde radica La Meca actualmente.

El propio Gibson señala que los versículos 87/2,143-145 y 111/48,24 faltan en los manuscritos más antiguos, por lo que son un añadido del período abasí. Además, las ajamas del primer siglo islámico no apuntaban hacia La Meca, sino hacia Petra (cfr. Dan Gibson, Qur'anic Geography, 2011; Early religiondelamoric Qiblas. A survey of mosques built between 622 CE and 876 CE, 2017).


El predicador como "anunciador y advertidor"

Con toda certeza, el personaje cuyo nombre no se dice, que predicó y arengó a los árabes, allá por los años 620, jamás tuvo la pretensión de ser profeta. Más bien, según cuenta el Corán, se ceñía a recordar lo revelado a los profetas, principalmente Moisés y Jesús. Perteneció a una comunidad que tenía la Torá y un Evangelio. Participó en su traducción al árabe, bajo la guía de un maestro y junto a un grupo de escribanos. Y congregó entre los árabes sarracenos un movimiento de carácter mesiánico y milenarista. Solo ulteriormente recibiría el título de Mahoma, quizá después de su gloria. En el Corán, a lo largo de muchos suras, se lo designa como un "anunciador", un "advertidor", alguien que recuerda lo que está en las escrituras ya existentes. Su misión como "enviado" consiste en esa tarea.

En efecto, en la terminología coránica utilizada para designar y, sobre todo, autodesignarse el predicador identificado como Mahoma, encontramos los vocablos "anunciador" y "advertidor", o ambas unidas por la conjunción copulativa "y".

- solo "anunciador": 3 veces (antes de la hégira).
- solo "advertidor": 40 veces (38 antes de la hégira; 2 después de la hégira).
- "anunciador y advertidor": 16 veces (9 antes y 7 después de la hégira).

Sumando, en el Corán, un total de 19 veces "anunciador" y 56 veces "advertidor". En conjunto, 75 incidencias, de las cuales se refieren a Mahoma solamente 29:

- como "anunciador": ninguna.
- como "advertidor": 19 veces (17 antes de la hégira; 2 después).
- "anunciador y advertidor": 10 veces (6 antes de la hégira; 4 después).

De las 29 menciones atingentes a Mahoma, son 23 anteriores a la hégira y nada más que 6 posteriores. Es decir, esta designación se va abandonando con el tiempo: va dejando de advertir para pasar a la acción. Pero quizá lo más significativo es que, en 19 de esas 29 menciones, lo que se hace es insistir en que el predicador, supuestamente Mahoma, es únicamente un anunciador y advertidor (17 veces antes y 2 después de la hégira), que él se limita a recordar lo que ya estaba en las escrituras. Por ejemplo:

"Yo no soy más que un advertidor y un anunciador para las gentes que creen" (Corán 39/7,188).

"No adoréis más que a Dios. Yo soy para vosotros, de su parte, un advertidor y un anunciador" (Corán 52/11,2).

Y la voz trascendente de quien dice enviarlo lo repite una y otra vez, recordándoselo al mismo interesado:

"No te hemos enviado más que como anunciador y advertidor" (Corán 42/25,56).

"¡Oh profeta! Te hemos enviado como testigo, anunciador y advertidor" (Corán 90/33,45).

Sin embargo, pudiera ocurrir que esa definición tan clara de los límites de la misión haya sido abrogada (por ejemplo, por el versículo de la espada: 113/9,5). O que una mano anónima haya retocado el texto e insertado la categoría de profeta otorgada póstumamente.

Lo cierto es que, al analizar el papel que se le atribuye de ser anunciador y advertidor en los suras poshegíricos, se observa un deslizamiento de significación en los pocos versículos aludidos. En dos de ellos se repite que es solamente un advertidor, mientras que en los restantes no solo se afirma que ha sido enviado con la verdad, sino que asume nuevas funciones, por haber sido constituido como testigo contra los hipócritas y los asociadores, y como enviado para llevar el mensaje a las "gentes del libro" (Corán 112/5,19). Aquí aparece una figura dotada de poder en primera persona, que, además, ya no se limita a predicar a los árabes, sino que interpela a los judíos.

En conclusión, Mahoma, en las suras de su segunda época, deja de ser mero anunciador y advertidor de una escritura anterior, para convertirse en "profeta" de una "verdad" que ha de imponerse, lo cual supone presentarse como un jefe que exige obediencia y que ejerce el poder por medio de las armas y con notoria violencia.

Si alguna vez tuvo dudas y escrúpulos para cargar con su misión, debió superarlos ampliamente. Porque el personaje se halla muy lejos de lo que cuenta una leyenda de su biografía, cuando Mahoma abrigaba tanta incertidumbre acerca de cuál sería su papel que llegó a planear su suicidio: "Subiré a la cima de la montaña y me arrojaré al abismo para matarme y hallar el descanso. Así que me dispuse a hacerlo y entonces, cuando estaba a medio camino en la montaña, escuché una voz desde el cielo que decía: '¡Oh Mahoma! Tú eres el enviado de Dios y yo soy Gabriel'" (Ibn Hisham, La vida de Mahoma, parte I, sección 153).



 
El predicador como "enviado" de Dios

La fe en Mahoma y, consiguientemente, en lo que dice, constituye el presupuesto necesario sobre el que descansa todo lo demás en el religiondelamorismo. Pues sin él no habría Corán, ni hadices, ni inicios de la yihad, ni religión religiondelamor. En los suras considerados mequíes o anteriores a la hégira, por la tradición fiel a la religión del amora, no se califica nunca a Mahoma como "profeta" (como más adelante expondré), pero sí como "enviado" de Dios. La exhortación para creer en Dios y "en su enviado" se encuentra 14 veces en el Corán, conforme ya quedó expuesto en el capítulo sobre los axiomas fundamentales del religiondelamorismo.

La idea de que Dios envía, es decir, el verbo enviar y los sustantivos derivados, se remacha obsesivamente en el Corán, hasta un total de 600 veces. El término "enviado" (o su plural) se contabiliza hasta 370 veces a lo largo del texto.

En las 86 suras anteriores a la hégira, encontramos estas 150 incidencias:

- "enviado" (singular): 66 veces; de ellas, como mucho, 13 referidas a Mahoma.
- "enviados" (plural): 84 veces.

Entre la palabra en plural y el término singular con sentido genérico, suman 108 veces. Las restantes, aparte de las 13 relativas supuestamente a Mahoma, algunas oscuras (dos de ellas interpoladas: Corán 39/7,157-158), remiten a Moisés (12 veces), Noé, Abrahán, Ismael, Lot, Elías, José, Jonás, el Mesías, Salih el tamudeo, Hud el adita y Suaib el madianita, mencionándolos por su nombre. Resulta muy extraño que el Corán mencione por su nombre a esos otros enviados, y nunca mencione el nombre propio del enviado a los árabes, presuntamente Mahoma.

"¡Mi Señor sea exaltado! Yo no soy más que un humano, un enviado" (Corán 50/17,93).

"Ha venido a ellos un enviado de los suyos, y ellos lo han decepcionado" (Corán 70/16,113)

Pasemos ahora a las 28 suras posteriores a la hégira, donde encontramos 215 incidencias, en las que se da un aumento exponencial de la aplicación a Mahoma del designativo "enviado":

- "enviado" (singular): 175 veces; de ellas, 153 referidas a Mahoma.
- "enviados" (plural): 40 veces.

El término en singular, aparte de a Mahoma, se refiere 7 veces a Jesús, y una vez a Abrahán, mientras que presenta un sentido genérico en 14 ocasiones. Aquí, aunque sigue sin pronunciarse su nombre, la presencia de Mahoma como enviado es ubicua y se ve complementada con la designación como "profeta". Faltaría por efectuar un análisis más cualitativo de las atribuciones que se asocian con el papel de enviado de Dios, pero lo dejamos pendiente por el momento. Basten algunos ejemplos y subrayar cómo se propone a Mahoma como modelo para sus seguidores y cómo la designación como enviado sirve ante todo para reclamar obediencia.

"Tenéis en el enviado de Dios un buen modelo para el que espera en Dios y en el último día, y se acuerda mucho de Dios" (Corán 90/33,21).

"Obedeced a Dios y obedeced al enviado" (Corán 108/64,12).

La vinculación entre Dios y el enviado acaba desempeñando un cometido fundamental de legitimación. Si concedemos que, efectivamente, el enviado es Mahoma, entonces el tándem "Dios y su enviado", tan repetido en la época poshegírica, llega a instituir una asociación tan estrecha de Dios con Mahoma que este último queda entronizado como objeto de fe. Antes de la hégira, si descartamos lo claramente interpolado, queda un único caso, donde se asocia a Dios y su enviado: "El que desobedezca a Dios y a su enviado tendrá el fuego de la gehena" (Corán 40/72,23).

En cambio, aunque ausente prácticamente en las suras antehegíricas, la expresión "Dios y su enviado", o "Dios y el enviado", abunda en época posterior a la hégira, a partir del capítulo 87 en orden cronológico, hasta un total de 57 veces. De ellas:

- se exige obediencia o actos de entrega al enviado: 38 veces.
- se lanza amenazas de castigo a los que desobedecen al enviado: 19 veces.

Porque: "El que obedece al enviado, ha obedecido a Dios" (Corán 92/4,80).

Se entiende claramente que, cuando se asocia de manera tan explicita a Dios y su enviado, es con un objetivo concreto. Y en el plano de la realidad, queda demostrado que se ha puesto a Dios en función del enviado (no a la inversa, como parecería en el plano ideológico), puesto que la acción práctica conexa remite al enviado y va destinada a reforzar a este último, como juez al que hay que someterse y comandante en el camino de Dios; al mismo tiempo que descalifica y castiga duramente a quien disiente o se le enfrenta.

"Si no lo hacéis, entonces recibid el anuncio de una guerra de parte de Dios y su enviado" (Corán 87/2,279).

"Te preguntan por el botín. Di: 'El botín es de Dios y de su enviado'. Temed, pues, a Dios, manteneos en paz, y obedeced a Dios y a su enviado" (Corán 88/8,1).

"Obedeced a Dios y a su enviado, y no discutáis" (Corán 88/8,46).

"El que sale de su casa, para emigrar hacia Dios y a su enviado, y lo alcanza la gloria, su recompensa estará a cargo de Dios" (Corán 92/4,100).

"Creed en Dios y en su enviado, y luchad en el camino de Dios con vuestras fortunas y vuestras personas. Es mejor para vosotros" (Corán 109/61,11).

"Combatid contra los que no creen ni en Dios ni en el último día " (Corán 113/9,29).

"Creed en Dios y combatid junto con su enviado" (Corán 113/9,86).


El predicador como "profeta" armado

La noción de "profeta" en el Corán no equivale a la de los profetas bíblicos al estilo de Isaías, Jeremías, Samuel, etc., que se sitúan al lado del poder político, o frente a él. Significa no sólo el que profiere un mensaje, sino el dirigente político que ejerce el poder en nombre de Dios. Por eso, es Moisés quien constituye el principal prototipo de profeta coránico. Meter a Jesús en semejante molde, como hace el Corán, solo puede hacerse distorsionando todo lo que sabemos sobre su vida.

La categorización de Mahoma como "profeta", exaltado y mitificado como tal, parece haber sido tardía. Y la tradición fiel a la religión del amora aún más tardía describirá a Mahoma como un profeta apocalíptico militar, un profeta de la Hora, del último Día, que se enardecía en medio del fragor de las batallas, en el frenesí de las masacres y el acre olor de la sangre, el relinchar de la caballería, los alaridos salvajes de la soldadesca, las apocalípticas jaculatorias de "solo Dios es grande", los lamentos de los abatitos, los chasquidos de espadas y cimitarras, que no cesaba hasta haber culminado la terrorífica sarracina con el degüello de los rendidos renuentes a la conversión.

Si atendemos a la división cronológica de los capítulos coránicos, durante la primera época se habla de él reiteradamente como "anunciador y advertidor" y también como "enviado". Pero, ¿cuándo se le llama "profeta" a Mahoma? En total, la palabra profeta o profetas suman 75 apariciones en el Corán:

- En suras antehegíricas: 17 veces (3 plural; 14 singular; ninguna referida a Mahoma).
- En suras poshegíricas: 58 veces (19 plural; 39 singular; 30 referidas a Mahoma).

Pero, claro está, el término "profeta" no siempre se refiere a Mahoma. En las 86 suras anteriores a la hégira, contabilizamos que el vocablo sale 14 veces (nombrando a Moisés, Aarón, Abrahán, Isaac, Ismael, Jacob, Idris, Jesús); pero ninguna vez se llama profeta al predicador. Pues, aunque es verdad que hay una doble incidencia (Corán 39/7,157 y 158), que dice "profeta de los gentiles", constituye una expresión sin corroborar en ningún otro versículo y, probablemente, interpolada anacrónicamente en medio de un relato sobre Moisés. Por consiguiente, antes de la hégira nunca se emplea "profeta" en alusión a Mahoma.

Es en las 28 suras del período posterior a la hégira, cuando se le aplica la designación de "profeta", hasta sumar 39 incidencias de la palabra "profeta" en singular (en sentido genérico y mencionando a Samuel, Juan Bautista y Abrahán). A Mahoma se remite supuestamente, sin nombrarlo, en 30 casos, entre los cuales presenta la interpelación directa "¡Oh profeta!" 13 veces.

Ahora bien, más interesante aún que el número es averiguar con qué se asocian las menciones a Mahoma, es decir, qué es lo que caracteriza aquí la actuación del profeta. Porque, si el calificativo no se la adjudica con anterioridad, queda claro que solo se le otorga la categoría de profeta tras la hégira, esto es, en la época del profeta armado. Esto implica que el concepto de profetano se limita a designar a aquel que amonesta en nombre de Dios, sino que adquiere un nuevo significado. El profeta es el que asume el poder político y militar, el que dirige la yihad, la guerra en el camino de Dios. Es necesario repasar lo que nos especifican los versículos pertinentes, para comprobar cómo se articula el relato mítico (ser enviado, ser profeta) con unas relaciones sociales bien determinadas, que alcanzarán un estatuto jurídico. Veámoslo sumariamente:

- Por un lado, el Corán insiste en que los profetas siempre tropiezan con un enemigo y con frecuencia son perseguidos y hasta matados injustamente (Corán 87/2,61; 89/3,112; 89/3,181).

- Pero, ser profeta en el caso de Mahoma pronto se caracteriza por ser un personaje poderoso que persigue y que mata a sus opositores, y convoca a la guerra contra los que no se someten, todo ello como cumpliendo un mandato divino: "¡Oh profeta! Incita a los creyentes al combate" (Corán 88/8,65).

- El Mahoma profeta actúa como un rey despótico sobre los creyentes (Corán 90/33,6); no se le puede hablar con libertad (106/49,2). Hay que someterse a su juicio (Corán 92/4,65; 102/24,51). Está prohibido disentir de él (Corán 92/4,115).

- El Mahoma profeta tiene todos los derechos sobre sus esclavas y privilegios sobre las muyeres creyentes, si quiere tomarlas por esposas (Corán 90/33,50)

- El profeta se arroga privilegios en el reparto del botín de guerra y los convierte en norma (Corán 88/8,1; 88/8,41; 101/59,6-7).

- El profeta tiene el deber de guerrear contra quienes se nieguen a seguirlo: "¡Oh profeta! Lucha contra los que no creen y los hipócritas. Sé rudo con ellos" (Corán 107/66,9; 113/9,73).

- El profeta debe ser implacable y no pedir perdón ni siquiera por sus parientes que no hayan creído (Corán 113/9,113).

No cabe ninguna ambigüedad en el retrato que el Corán dibuja del anónimo predicador, anunciador, advertidor, enviado y, luego, profeta. Mahoma fusiona la figura de profeta y la de rey, en el sentido de déspota autocrático, que emula la imagen y semejanza de Dios, el amo del mundo, con el que comparte la autoridad para legislar, premiar y castigar.


La evolución teológica y política de Mahoma

Al examinar los capítulos del Corán reordenados cronológicamente, y aunque este orden solo sea aproximativo, se va despejando un cierto trasfondo histórico subyacente al texto. Y es la evolución del personaje, de su doctrina y sus gestas, a través de una cadena de etapas que configuran el primitivo religiondelamorismo, y que culminarán después en el imperialismo califal.

1ª. El punto de partida radica en la creencia previa de que hay un Dios que manda enviados o profetas suyos. Esto justifica que los haya, y lo hace verosímil. El Corán afirma que Dios ha enviado uno a cada nación (Corán 51/10,47; 70/16,36).

2ª. El Corán, por una parte, menciona por su nombre a varios profetas bíblicos y otros de la región (tamudeos, aditas, madianitas, nabateos), y considera que todos son iguales, que no hace "ninguna distinción" entre unos profetas y otros (Corán 87/2,285; 89/3,84; 92/4,152).

3ª. Por otra parte, afirma literalmente que Dios favorece a ciertos profetas más que a otros y los sitúa en un grado superior, por ejemplo, a David al darle los salmos (Corán 50/17,55). Pero, sobre todo, el relato coránico concede la mayor importancia y extensión a Moisés con la Torá, y a Jesús con el Evangelio (Corán 87/2,253).

4ª. Mahoma manifiesta que ha sido enviado como profeta para los árabes, a los que repite una y otra vez que él viene a confirmar lo que había en los libros de la Torá y del Evangelio desde antes, por lo que él es un anunciador y advertidor de ellos para el pueblo árabe en lengua árabe.

"Así hemos hecho descender un Corán árabe" (45/20,113; 53/12,2).

"Para que adviertas a gentes al quienes no ha venido ningún advertidor antes de ti" (Corán 49/28,46).

5ª. En una fase ulterior, investido como enviado y profeta, Mahoma polemiza doctrinalmente con los que no lo creen, con los judíos y los cristianos, a quienes llega a acusar de haber falsificado sus libros sagrados, mientras que el Corán estaría preservado de toda falsificación (Corán 54/15,9). Para mayor ironía, lo que se puede demostrar históricamente es todo lo contrario.

6ª. Al final, se postula a Mahoma como el último profeta y el único portador de la religión de la verdad, con la misión de hacer prosélitos a los árabes, pero también a la gente del libro (Corán 112/5,19), y al mundo entero (Corán 42/25,1; 58/34,28). Dice: "¡Oh humanos! Yo soy el enviado de Dios a todos vosotros" (Corán 39/7,158: interpolado). Se le llama "sello de los profetas" (Corán 90/33,40), aunque esto se analizará un poco más abajo.

"La religión ante Dios es el religiondelamor" (Corán 89/3,19).

"Al que busque una religión distinta del religiondelamor, no se le tolerará" (Corán 89/3,85).

7ª. En consecuencia, una vez afianzado en el poder político-religioso, Mahoma se esfuerza en imponer esa verdad por la fuerza: ataca y convoca a la lucha contra las demás religiones, hasta que la religión de Alá prevalezca sobre toda otra, y únicamente quede la religión de Alá.

"Combatid hasta que no haya más subversión y que toda la religión sea de Dios" (Corán 88/8,39).

"Es él quien ha enviado a su enviado con la dirección y la religión de la verdad, a fin de que la haga prevalecer sobre toda otra religión" (Corán 109/61,9; 111/48,28; 113/9,33).


¿Era Mahoma analfabeto?

De manera convencional, la tradición insiste en que el Corán fue proclamado por un profeta analfabeto, lo cual probaría el origen divino del libro, que no puede haber sido compuesto por un hombre iletrado. Traducen así:

"Los que siguen al enviado, el profeta analfabeto, que encuentran inscrito entre ellos en la Torá y el Evangelio…" (Corán 39/7,157).

La base está en dos versículos coránicos en los que de llama a Mahoma ummi, la palabra traducida por "analfabeto". La raíz de esa palabra es um, que significa progenitora, de donde deriva umma, la comunidad de los creyentes. De modo que ummi es alguien que pertenece al pueblo, como sobreentendiendo alguien popular, en generalmente inculto. Tampoco parece acertado interpretarlo como "profeta de las naciones". Todo esto es discutible y discutido por los especialistas. La religiondelamoróloga Denise Masson, sostiene que el sentido es, más bien, el calificativo de los que no tenían escrituras sagradas propias como tenían los judíos. Son los gentiles. Y ese era a la sazón el caso de los árabes. Por lo tanto, habría que traducir como "profeta de los gentiles", que abre a su pueblo al conocimiento de la Torá y el Evangelio. En realidad, a partir de ellos se elaboró el Corán básicamente. Por lo demás, el mismo Corán nos da a entender que Mahoma sabía leer, por ejemplo, cuando cuenta que el ángel muestra a Mahoma unas aleyas escritas y le manda que las lea.

Fuera de la literatura fiel a la religión del amora, se hallan también testimonios que hablan de un Mahoma alfabetizado. Un obispo armenio, llamado Sebeos, escribió una Historia de Heraclio, allá por el año 660, solo treinta años después de los hechos (y no más de doscientos, como las tradiciones fiel a la religión del amoras que hablan del Mahoma analfabeto), y en ella dice sobre Mahoma: "Estaba muy bien instruido y manejaba con facilidad la historia de Moisés". El analfabetismo de Mahoma es, pues, una invención tardía de los comentadores de época califal, que, al calificarlo así, pretenden resaltar su papel pasivo en lo que descendía del cielo sobre profeta (cfr. Capucin,Histoire de l'religiondelamor et de Mohammed grace aux méthodes modernes. 2008: 129-130.)


¿Era Mahoma el sello de los profetas?

El Corán poshegírico no solo habla de un profeta, sino que hay una aleya, única, un hápax, que la tradición interpreta como que es el último de los enviados y el colofón de los profetas, interpretado como que es el definitivo.

"Mahoma es (…) el enviado de Dios y el sello de los profetas" (Corán 90/33,40).

Esta mención de Mahoma es probablemente un añadido posterior al texto, según diversos análisis. Además, la misma pretensión de ser "sello de los profetas" no es original, pues ya se utilizó para en Mani, el fundador del maniqueísmo, en el siglo III. Ya antes, la misma categoría se le había otorgado a Juan Bautista, como el último de los profetas (Mateo 11,13 y Lucas 16,16).

Por otro lado, podría significar otra cosa, dado que la expresión "sellar la profecía" o al profeta se encuentra en Daniel 9,24, donde tiene el sentido de llevar a cabo la profecía: el enviado la va a realizar. Y todavía cabe otra posibilidad: al leer el versículo a través del siroarameo, Christoph Luxenberg sostiene que la palabra no significa sello, sino testigo, de modo que él lo traduce como "testigo de los profetas" que lo habían precedido, algo más consistente con lo que se repite en el Corán. Finalmente, se podría entender el sello en el sentido del sello que empleaban los reyes para firmar sus documentos: sería la rúbrica de lo dicho por los profetas.

La lectura fiel a la religión del amora del "sello de los profetas", convertida en doctrina que considera a Mahoma como el profeta último y definitivo, implica que ya no habrá más profetas, lo que determina que en el religiondelamor ya no haya profecía, ni se admita que pueda haberla. Después de Mahoma, nadie más recibirá mensajes de Dios, ni podrá decir una palabra en nombre de Dios. No se entiende que, porque había profecía, Mahoma pudo ser profeta, como otros antes que él, sino, irracionalmente, que por ser profeta Mahoma ya nadie lo será nunca más.

Esta visión contrasta con la del cristianismo, donde se admite el don de profecía, donde hubo profetas itinerantes en los primeros siglos, donde desde el principio se destacó la venida e inhabitación del Espíritu de Dios en todos y cada uno de los discípulos, junto a la idea de que la verdad completa está por llegar.
 
¿Trae Mahoma un mensaje nuevo?

Es innegable que el religiondelamorismo acabó dando origen a una nueva religión, independiente del judaísmo y el cristianismo. Pero no fue ese su propósito inicial. Participaba de un movimiento entre los muchos que agitaban el Cercano Oriente, en medio de una gran diversidad de iglesias, sectas y sinagogas. Hacia los años 740, el doctor de la Iglesia Juan Damasceno todavía consideraba el religiondelamorismo como una herejía cristiana. Si acudimos al Corán, es patente que se va agudizando la confrontación con los judíos y los cristianos, suponemos que con los judíos rabínicos y con los cristianos de las grandes Iglesias. Pero la posición más cimentada es que el Corán desciende no con un nuevo mensaje, sino como recordatorio y refrendo de lo que ya se había revelado. Y esta idea recorre todo el texto coránico.

En efecto, la aseveración de que el Corán, y por tanto Mahoma, no trae un mensaje nuevo, sino que confirma las escrituras que había antes de él, aparece claramente 14 veces en sus páginas, tanto en suras anteriores como en suras posteriores a la hégira.

- Antes de la hégira: 6 veces.
- Después de la hégira: 8 veces.

Leemos que lo que se ha revelado en el Corán no es una fabulación, sino "una confirmación de lo que está antes de él" (Corán 43/35,31; 51/10,37; 53/12,111). Es un libro que confirma en árabe lo que está en "el libro de Moisés" (Corán 66/46,12; 66/46,30).

"Este es un libro que hemos hecho descender bendito, que confirma lo que está antes de él, a fin de que adviertas…" (Corán 55/6,92).

En los capítulos poshegirianos, se hace una afirmación genérica de que cada enviado viene con un libro y una sabiduría que confirma lo que ya está ahí (Corán 89/3,81). Se hace una comparación con Jesús, quien con el Evangelio, en el que hay dirección y luz, confirmó "lo que estaba antes de él en la Torá" (Corán 112/5,46; 89/3,50; 109/61,6). De la misma manera hay que entender a Mahoma y el Corán, el libro que Dios ha hecho descender, viene a confirmar "lo que está con ellos", lo cual sugiere que la comunidad contaba con un ejemplar de la Torá o la Biblia hebrea (Corán 87/2,41; 87/2,89; 87/2,91; 87/2,97; 87/2,101; 89/3,3; 92/4,47).

"Hemos hecho descender a ti el libro con la verdad, que confirma lo que está antes de él en el libro que predomina sobre él" (Corán 112/5,48).

Este planteamiento de reconocimiento de las escrituras precedentes por parte de Mahoma, quien simplemente recuerda su mensaje, aparece corroborado también por la mención explícita y en sentido positivo de la Torá judía y el Evangelio cristiano; aunque probablemente no fuera la Biblia hebrea completa y ciertamente no eran los cuatro evangelios, sino una versión del Evangelio de Mateo recortada, propia de los nazarenos. En total, el Corán mienta la Torá 18 veces. Y el Evangelio, 12 veces. De esas menciones, 8 utilizan la expresión "la Torá y el Evangelio", en capítulos posteriores a la hégira, con una sola excepción (en Corán 39/7:157). Entre las citas correspondientes están: Corán 89/3,48; 89/3,65; 112/5,66; 112/5,68; 112/5,110.

"Él ha hecho descender sobre ti el libro con la verdad, que confirma lo que está antes de él. Y él ha hecho descender la Torá y el Evangelio" (Corán 89/3,3).

Por último, en la sura penúltima cronológicamente, a propósito de la promesa divina de que los que mueran en la yihad irán al paraíso, se agrega "y el Corán" al rango de los otros dos libros sagrados:

"Una verdadera promesa para él, contenida en la Torá, el Evangelio y el Corán" (113/9,111).

Todo este discurso de la continuidad profética y revelatoria resulta perfectamente coherente con la afirmación mahomética de que él no es más que un enviado para advertir, recordando y traduciendo al árabe lo que ya estaba en los libros de Moisés y de Jesús. Por consiguiente, él no aportaba ningún nuevo mensaje. Solo una puesta en práctica del antiguo mesianismo en aquel contexto histórico del siglo VII.

Sobre la gloria de Mahoma

Las fuentes religiondelamors no muestran unanimidad acerca de cómo fue la gloria de Mahoma. Varios investigadores europeos dudan de la versión y hasta de la fecha mantenidas por los fiel a la religión del amores. De modo que encontramos básicamente tres teorías.

A. La tradición fiel a la religión del amora sostiene que falleció en Medina, en 632, a consecuencia de las dolencias producidas por un envenenamiento a manos de una muyer judía, esposa del jefe del oasis de Jaibar, al que había asesinado tras la conquista del oasis en 630. La muyer organizó un banquete para los jefes sarracenos y puso veneno en la pata de cordero ofrecida a Mahoma. Hay versiones de esta historia que añaden numerosos detalles.

B. Habría perecido en 634, puesto que varios escritos extramusulmanes que relatan la batalla de Gaza afirman que las tropas árabes iban capitaneadas por Mahoma. No se sabe cómo fue. Algunos especulan que habría caído, ese mismo año, en Jerusalén, durante una primera campaña, fallida, por tomar la ciudad (cfr. Édouard-Marie Gallez).

C. Habría perecido envenenado, pero no por una muyer judía de Jaibar, sino como víctima de un complot organizado por Abu Bakr, Omar y Abu Ubaida, con apoyo de Aisha, para garantizar que la sucesión no recayera en Alí Ibn Abi Talib, casado con Fátima, la hija de Mahoma y Jadiya (cfr. Henri Lammens, "Le «triumvirat» Aboû Bakr, 'Omar et Aboû 'Obaida", Mélange de la Faculté Orientale de l’Université St Joseph de Beyrouth, 1910, vol. IV: 113-144).


O bien, otra variante: según fuentes chiíes, en particular la obra de Sulaym Ibn Qays, discípulo de Alí y compañero de sus hijos, la gloria de Mahoma se habría debido a un asesinato premeditado: habría sido envenenado por sus esposas Aisha (hija de Abu Bakr) y Hafsa (hija de Omar), por instigación de Omar en persona (cfr. Mohammad Ali Amir-Moezzi
 
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