DCLXVI
Madmaxista
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Amelia Valcárcel es catedrática de Filosofía jovenlandesal y Política en la UNED y ex miembro del Consejo de Estado.
Las hermosas ciudades libres y el emirato costero
Amelia Valcárcel
En su texto "Derecho al mal", recogido en sesso y filosofía (1991), reivindicó que las mujeres no debían estar sometidas a estándares jovenlandesales superiores al resto de la sociedad.
En el ámbito institucional, ha desempeñado diversos cargos públicos vinculados al PSOE. En 2004 fue nombrada Consejera de Estado y en 2008 miembro de la Comisión de Estudios de esta institución, cargos que desempeñó hasta 2023.En 1999 fue nombrada Vocal del Real Patronato del Museo del Prado y en 2004 vicepresidenta del mismo. Entre 1993 y 1995 fue Consejera de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Gobierno del Principado de Asturias. En 2015 fue incluida en la lista de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes elaborada por esglobal de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
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Dando un repaso a la historia antigua de Gaza, cuando Alejandro Magno la masacró, Valcárcel pasa a compararla con Mónaco y se pregunta por qué en esta ciudad-estado hay una millonaria monarquía del juego de casino mientras que en Gaza “reina el horror sin paliativos”. En su respuesta a esta pregunta, que podría perfectamente creerse la hizo un alumno de primaria, Valcárcel salta olímpicamente de los tiempos de Alejandro al presente, haciendo tabla rasa de las etapas históricas intermedias, especialmente la que empezó hace 75 años con la Nakba.
Como la señora Valcárcel no se ha informado de fuentes judías no sionistas, seguramente ignora o finge ignorar que Israel no es un emirato, pero sí un etno-estado de apartheid donde hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría. Tampoco parece frecuentar la insigne filósofa más medios que los corporativos, los que sirven a la clase social cuyos intereses ella defiende; porque, de otro modo, no se explica que no se haya enterado de las diversas maneras con que Israel ataca cotidianamente a palestinos y palestinas, sólo de “cuando Israel es atacado”
A Gaza -prosigue- todo llega de fuera. Qué cosas pasan, señora: resulta que un campo de concentración con una enorme densidad de población sometida a un bloqueo que le impede importaciones, y a bombardeos recurrentes de sus infraestructuras “No produce, no bulle, no tienen en todo lo que vivir contiene la alegría” (sic).
Seguramente la señora Valcárcel no les preguntó a los pescadores gazatíes -la pesca es la principal industria de la Franja-, ni a la organización humanitaria israelí B'Tselem, en cuyo informe reveló que, bajo la ocupación de Israel, el mayor desafío de la industria pesquera de Gaza no es el clima o las fluctuaciones del mercado, sino simplemente vivir para poder pescar al día siguiente; porque ocurre que a veces los soldados israelíes comienzan a dispararles. Esa es la “alegría” que bulle: la de los fusiles de Israel.
Y ya el colmo del desprecio a una población encerrada, donde el Estado sionista incluso deniega a las madres de niños enfermos de cáncer salir para ser atendidos en los hospitales, que está obligada a vivir en unas condiciones que la propia ONU ha pronosticado serán incompatibles con la vida en muy pocos años -si es que las fuerzas sionistas no consuman la masacre total antes-, es proclamar, sin rubor, que Gaza “supura”.
Como la ilustre filósofa no parece entender de leyes internacionales, no sabe o no quiere saber que éstas otorgan a un pueblo sometido a ocupación ejercer la defensa por los medios que sean, incluso armados (resolución 3246 de Naciones Undias). Tampoco sabe ni quiere saber el número de palestinos y palestinas asesinados por el ejército y los colonos israelíes en siete décadas, ni el de prisioneros en cárceles israelíes cuyo único delito es defender su dignidad.
Para concluir su pretencioso panegírico, el toque pretendidamente humanitario: “Gaza necesita un plan internacional que garantice la buena vida de sus gentes”. Y para ello propone que, una vez destruida y asesinados todos sus habitantes, Arabia Saudita -es decir, los wahabitas, que como son ricos no son “emirato”- ponga el dinero.
La crítica en: LAS ILUSTRES PROPAGANDISTAS DEL GENOCIDIO PALESTINO: EL CASO DE AMELIA VALCÁRCEL
Las hermosas ciudades libres y el emirato costero
Amelia Valcárcel
En su texto "Derecho al mal", recogido en sesso y filosofía (1991), reivindicó que las mujeres no debían estar sometidas a estándares jovenlandesales superiores al resto de la sociedad.
En el ámbito institucional, ha desempeñado diversos cargos públicos vinculados al PSOE. En 2004 fue nombrada Consejera de Estado y en 2008 miembro de la Comisión de Estudios de esta institución, cargos que desempeñó hasta 2023.En 1999 fue nombrada Vocal del Real Patronato del Museo del Prado y en 2004 vicepresidenta del mismo. Entre 1993 y 1995 fue Consejera de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Gobierno del Principado de Asturias. En 2015 fue incluida en la lista de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes elaborada por esglobal de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
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Dando un repaso a la historia antigua de Gaza, cuando Alejandro Magno la masacró, Valcárcel pasa a compararla con Mónaco y se pregunta por qué en esta ciudad-estado hay una millonaria monarquía del juego de casino mientras que en Gaza “reina el horror sin paliativos”. En su respuesta a esta pregunta, que podría perfectamente creerse la hizo un alumno de primaria, Valcárcel salta olímpicamente de los tiempos de Alejandro al presente, haciendo tabla rasa de las etapas históricas intermedias, especialmente la que empezó hace 75 años con la Nakba.
Como la señora Valcárcel no se ha informado de fuentes judías no sionistas, seguramente ignora o finge ignorar que Israel no es un emirato, pero sí un etno-estado de apartheid donde hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría. Tampoco parece frecuentar la insigne filósofa más medios que los corporativos, los que sirven a la clase social cuyos intereses ella defiende; porque, de otro modo, no se explica que no se haya enterado de las diversas maneras con que Israel ataca cotidianamente a palestinos y palestinas, sólo de “cuando Israel es atacado”
A Gaza -prosigue- todo llega de fuera. Qué cosas pasan, señora: resulta que un campo de concentración con una enorme densidad de población sometida a un bloqueo que le impede importaciones, y a bombardeos recurrentes de sus infraestructuras “No produce, no bulle, no tienen en todo lo que vivir contiene la alegría” (sic).
Seguramente la señora Valcárcel no les preguntó a los pescadores gazatíes -la pesca es la principal industria de la Franja-, ni a la organización humanitaria israelí B'Tselem, en cuyo informe reveló que, bajo la ocupación de Israel, el mayor desafío de la industria pesquera de Gaza no es el clima o las fluctuaciones del mercado, sino simplemente vivir para poder pescar al día siguiente; porque ocurre que a veces los soldados israelíes comienzan a dispararles. Esa es la “alegría” que bulle: la de los fusiles de Israel.
Y ya el colmo del desprecio a una población encerrada, donde el Estado sionista incluso deniega a las madres de niños enfermos de cáncer salir para ser atendidos en los hospitales, que está obligada a vivir en unas condiciones que la propia ONU ha pronosticado serán incompatibles con la vida en muy pocos años -si es que las fuerzas sionistas no consuman la masacre total antes-, es proclamar, sin rubor, que Gaza “supura”.
Como la ilustre filósofa no parece entender de leyes internacionales, no sabe o no quiere saber que éstas otorgan a un pueblo sometido a ocupación ejercer la defensa por los medios que sean, incluso armados (resolución 3246 de Naciones Undias). Tampoco sabe ni quiere saber el número de palestinos y palestinas asesinados por el ejército y los colonos israelíes en siete décadas, ni el de prisioneros en cárceles israelíes cuyo único delito es defender su dignidad.
Para concluir su pretencioso panegírico, el toque pretendidamente humanitario: “Gaza necesita un plan internacional que garantice la buena vida de sus gentes”. Y para ello propone que, una vez destruida y asesinados todos sus habitantes, Arabia Saudita -es decir, los wahabitas, que como son ricos no son “emirato”- ponga el dinero.
La crítica en: LAS ILUSTRES PROPAGANDISTAS DEL GENOCIDIO PALESTINO: EL CASO DE AMELIA VALCÁRCEL