Seguramente algunos habréis oído hablar de estos famosos guerreros, populares sobre todo en los territorios de la antigua corona de Aragón, que se hacían llamar los Almogávares.
Se caracterizaban más bien por ser una "tropa de choque" o guerrilla que participaron de forma bastante activa en la reconquista, sobre todo, como señalé en el párrafo anterior, en el Reino de Aragón.
El origen de los Almogávares, tiene obviamente relación directa con la oleada turística árabe de la península ibérica, con la cual, muchos agricultores cristianos se quedaron sin la capacidad de poder usar sus propias tierras, que estaban ocupadas por los árabes, y cuando no amenazadas por ellos, viendo la situación, estos mismos agricultores y pastores se veían forzados a organizarse como salteadores para poder robar mercancías etc.. al enemigo y subsistir.
Estas características marcarían para siempre su carácter como guerreros, viviendo, durmiendo y operando la gran mayoría de las veces en las montañas, con el paso del tiempo estos antiguos pastores pasaron a dedicarse aún más a la guerra que al cultivo del campo.
Aún así, lo almogávares, al parecer no se conformaban con actuar solo dentro de lo que fue el Reino de Aragón, además, también personas de otros lugares de la península Navarros y Vascos sobre todo, empezaron a incorporarse a este famoso grupo de guerreros.
Un buen ejemplo de este hecho fue la participación de los Almogávares en la conquista de Córdoba, en el que resalta la participación del Caballero vasco Martín Fernandez de Arciniega capitán de los Almogávares, y anteriormente escudero del Gran Maestre de la Orden de Calatrava, quien abrió las puertas de la ciudad de Córdoba permitiendo a las tropas cristianas tomar los principales enclaves de la ciudad.
Aquí mismo os dejo la historia completa.
El valor y coraje de estos guerreros norteños que entraban en combate gritando “¡Desperta, ferro!” nunca será convenientemente ensalzado. Los almogávares fueron imprescindibles para la Reconquista de Andalucía. Gracias a un grupo de ellos se recobró Córdoba, así nos lo cuenta Pedro de Escavias (alcaide de Andújar, que escribió en el siglo XV), amén de otras crónicas y documentos del Santo Reino de Jaén.
Ocurrió que unos jovenlandeses fueron expulsados de Córdoba por desavenencias políticas. A la ventura, estos jovenlandeses llegan una noche a Andújar. Allí hablan con Domingo Muñoz de Coveña, Álvaro Colodro y Benito de Baños, tres de los muchos adalides almogávares. Los jovenlandeses disidentes les ofrecen una estratagema para penetrar en Córdoba. Los tres bravos piensan poner por obra el plan de asaltar la ciudad, para ello comunican a Pedro Ruiz Tafur y Martín Ruiz de Argote –otros almogávares- su propósito. Ruiz Tafur y Ruiz de Argote asienten y cierran filas con ellos, apalabrando acompañarles en la arriscada empresa. También participan otros caballeros de la frontera en esta misión que a iniciativa propia van a afrontar. Así es como son avisados Álvar Pérez de Castro que estaba en Martos con los suyos y un caballero leonés que estaba en Andújar, Ordoño Álvarez. Los almogávares quieren contar con estos caballeros para que les asistan en la operación de asalto.
“E por discordia grande de bandos que por entonces en la ciudad de Cordoba había, algunos jovenlandeses, por delitos desterrados fuera de la dicha ciudad, andando huidizos, por caso hobieron trato e fabla con Domingo Múñoz de Coveña, e con Álvaro Colodro, e con Benito de Baños, tres adalides que en la ciudad de Andújar, a sueldo del rey don Fernando, en común de otras gentes, estaban. E dijéronles cómo ellos darían orden cómo la ciudad de Córdoba se escalase. Los cuales metieron en esta fabla a Pedro Ruiz Tafur, e a Martín Ruiz de Argote, por servir a Dios y al rey, propuesto todo temor, e otros que con ellos fueron, acordaron de ponello por obra. E secretamente pusieron sus escalas e ficieron saber a don Álvar Pérez de Castro e don Pedro Ruiz, su hermano, que estaban en Martos, e a Ordoño Álvarez, un buen caballero de León que en Anduxar estaba, para qué noche lo tenían acordado de fazer, por tanto que estubiesen apercebidos con sus gentes para les socorrer.
E con este acuerdo, partieron de Andújar e llegaron a Córdoba, una noche muy escura. E por yndustria e avisación de aquellos jovenlandeses que consigo llevaban, escalaron el muro e mataron los jovenlandeses que en las torres estaban velando. E desde allí, poco a poco se fueron estendiendo por el adarve adelante, peleando fasta que tomaron la puerta de Martos. E después tomaron las torres que están sobre la puerta que hoy dicen del Colodro, el cual nombre desde entonces aquella puerta le quedó, por causa de aquel almogavar, Álvaro Colodro, que la tomó. Apoderados de aquellas torres e puertas, el rebato fue muy grande. E todos los jovenlandeses que jovenlandesaban en la xarquia desanpararon sus casas e metieron sus faziendas a la villa. En tanto, los cristianos barrearon todas las calles, salvo la mayor que dexaron abierta por do pudiesen pelear con los jovenlandeses, matando muchos dellos. E desque los jovenlandeses del arrabal ovieron metido sus faziendas, volvieron a pelear con los cristianos. E a las veces, los cristianos retraían a los jovenlandeses, otras veces, los jovenlandeses a los cristianos porque eran muchos más.
E los cristianos estando muy trabaxados de pelear, enviaron sus mensajeros a don Álvar Pérez de Castro que estaba en Martos e a Ordoño Álvarez que estaba en Andújar que les fuesen acorrer, los quales así lo fizieron luego. Fueron para Córdoba e se lanzaron dentro en el axarquía, con los otros cristianos. E ansimesmo enviaron un mensajero al rey don Fernando, haciéndole saber lo mismo. E fallólo en Venavente que se asentaba a comer. E como el rey supo la nueva, luego se partió para Córdoba con fasta cien caballeros que se fallaron con él. E envió cartas por todos sus reinos que, luego sin otro detenimiento, se fuesen en pos de él. E caminó e llegó a la puente de Alcolea. E allí mandó asentar sus tiendas a fin de recoger las gentes que venían en pos de él. E cuando don Álvar Pérez de Castro e don Pero Martínez, su hermano, e don Hordoño Álvarez e los otros caballeros que en axarquia estaban e supieron cómo el rey don Fernando su señor era llegado a la puente de Alcolea, fueron muy alegres e esforçáronse por acabar lo que habían començado.” (“Repertorio de Príncipes de España”, Pedro de Escavias.)
Es otra fuente histórica, esta vez los Anales inéditos del siglo XVIII cuyo autor es el franciscano tosiriano P. Fray Juan Lendínez, la que nos complementa este mismo suceso añadiendo detalles que se habían mantenido intactos en la tradición que atesoraban los descendientes de algunos de estos almogávares más significativos que se asentaron en Torredonjimeno y aquí se multiplicaron, dejando copiosa descendencia. Así escribe el P. Lendínez:
“Corrían los años de 1235, cuando los capitanes de la frontera, especialmente los de la Encomienda de Martos, juntando sus tropas hicieron una entrada contra las tierras de Córdoba; y como hubiesen preso a unos jovenlandeses, estos, porque los cristianos no les hiciesen mal, y por estar mal avenidos con el gobierno cordobés, concertaron darles entrada una noche a la ciudad, por la parte que llaman Ajarquía o puerta de Martos.
Los cristianos, no siendo omisos, volvieron con mayor poder a las guarniciones fronterizas, en la misma noche concertada, siendo 23 de diciembre de 1235. Y como llegasen, ya vencida la media noche, cuando toda la ciudad estaba entregada al sueño, y no apareciese ningún jovenlandés dudaron si volverse o escalar el muro.
Este asalto fue por la parte de la Ajarquía, y Puerta de Martos, por donde el muro estaba menos alto; y como con los aceros en las manos, buscasen en las torres que guarnecían la puerta, las guardias y centinelas, vieron venir dos jovenlandeses amigos con quienes habían concertado la entrega de la puerta y muro; y que las demás guardias estaban dormidas cerca de la puerta. Apenas oyeron los cristianos estas palabras, cuando bajando con igual valor que diligencia, hicieron pedazos a los jovenlandeses de la guardia, y abrieron la puerta, y entrando por ella la demás tropa, tomó posesión de las torres inmediatas, y se fortificaron en ellas, sin ser sentidos de la morisma.”
La versión del P. Lendínez muestra ciertas diferencias, si es comparada con la de Escavias; pero sostenemos que son compatibles y algo más todavía, mutuamente se enriquecen.
Uno de los que ganaron fama en aquella hazaña -y que omite Pedro de Escavias- fue Martín Fernández de Arciniega, el que -según Lendínez- abrió la puerta. Este caballero vasco recibió, por concesión de Alfonso X el Sabio, una Carta Ejecutoria en que se le confería el derecho de cambiar su apellido toponímico de ascendiente alavés por el de Martos. De este modo se rememoraría a perpetuidad el servicio que Martín prestara al santo padre de Alfonso X el Sabio, Fernando III el Santo (ora pro nobis).
Del estudio de la ejecutoria de este caballero alavés, emitida por la cancillería de Alfonso X el Sabio, en Jaén, el día 25 de mayo de 1263, se desprenden datos biográficos de este leal caballero. Era, como indica su apellido, de alcurnia alavesa. Había venido del norte, estableciéndose en la Encomienda de Martos y desempeñando el empleo de escudero de a caballo del Maestre de Calatrava D. Frey Gonzalo Yánez. Más tarde, había sido “Capitán almogavir” de Alvar Pérez de Castro Leoviscón, habiendo defendido el Castillo de la Peña de Martos. Su brazo y su coraje lo levantaron a más valer, confiriéndosele incluso el honor de pertenecer a la Orden de Caballería de la Banda.
El P. Fray Alejandro del Barco y García, fraile mínimo, escribió de él en el siglo XVIII:
“También hallo que obtuvieron el referido Castillo, en calidad de Alcaydes, los nietos descendientes de Martin Fernández de Arciniega, Caballero de la Banda, que en la conquista de Córdoba ganó la puerta de Martos, por donde entraron muchos de los nuestros que tomaron la ciudad; cuya hazaña le premió el Rey Don Alonso el Sabio, concediéndole que usara como de apellido propio el mismo nombre de Martos que tenía dicha Puerta, y que traxera por Escudo de Armas la misma Puerta de Martos, figurada en un Castillo colocado en campo azul con un lucero de Oro alusivo al que siguió, para tomar dicha Puerta; y este es el tronco de todos los Martos que hay en España”.
Martín Fernández de Arciniega tuvo una amplia prole que habitó –y en ocasiones rigió con bizarría- los castillos encomendados a la Encomienda de Martos de la Orden de Calatrava. Sus descendientes no sólo defendieron con valor los castillos encomendados, participando también en las guerras intestinas que asolaban el campo cristiano. El linaje de los Martos dio una mártir, descendiente de Martín. Pero eso será otra historia…
Martín Fernández de Arciniega es "el tronco de todos los Martos que hay en España". De orígenes vascos y almogávar en Jaén. Como uno más de sus muchos descendientes no puedo decir sino que todavía, en Torredonjimeno, los Martos conservan, por mucho que el tiempo haya andado, memoria viva de su antepasado, tras*mitida de padre a hijo en una cadena sin truncar.
Fuentes: Hispanismo.org y Wikipedia
Se caracterizaban más bien por ser una "tropa de choque" o guerrilla que participaron de forma bastante activa en la reconquista, sobre todo, como señalé en el párrafo anterior, en el Reino de Aragón.
El origen de los Almogávares, tiene obviamente relación directa con la oleada turística árabe de la península ibérica, con la cual, muchos agricultores cristianos se quedaron sin la capacidad de poder usar sus propias tierras, que estaban ocupadas por los árabes, y cuando no amenazadas por ellos, viendo la situación, estos mismos agricultores y pastores se veían forzados a organizarse como salteadores para poder robar mercancías etc.. al enemigo y subsistir.
Estas características marcarían para siempre su carácter como guerreros, viviendo, durmiendo y operando la gran mayoría de las veces en las montañas, con el paso del tiempo estos antiguos pastores pasaron a dedicarse aún más a la guerra que al cultivo del campo.
Aún así, lo almogávares, al parecer no se conformaban con actuar solo dentro de lo que fue el Reino de Aragón, además, también personas de otros lugares de la península Navarros y Vascos sobre todo, empezaron a incorporarse a este famoso grupo de guerreros.
Un buen ejemplo de este hecho fue la participación de los Almogávares en la conquista de Córdoba, en el que resalta la participación del Caballero vasco Martín Fernandez de Arciniega capitán de los Almogávares, y anteriormente escudero del Gran Maestre de la Orden de Calatrava, quien abrió las puertas de la ciudad de Córdoba permitiendo a las tropas cristianas tomar los principales enclaves de la ciudad.
Aquí mismo os dejo la historia completa.
El valor y coraje de estos guerreros norteños que entraban en combate gritando “¡Desperta, ferro!” nunca será convenientemente ensalzado. Los almogávares fueron imprescindibles para la Reconquista de Andalucía. Gracias a un grupo de ellos se recobró Córdoba, así nos lo cuenta Pedro de Escavias (alcaide de Andújar, que escribió en el siglo XV), amén de otras crónicas y documentos del Santo Reino de Jaén.
Ocurrió que unos jovenlandeses fueron expulsados de Córdoba por desavenencias políticas. A la ventura, estos jovenlandeses llegan una noche a Andújar. Allí hablan con Domingo Muñoz de Coveña, Álvaro Colodro y Benito de Baños, tres de los muchos adalides almogávares. Los jovenlandeses disidentes les ofrecen una estratagema para penetrar en Córdoba. Los tres bravos piensan poner por obra el plan de asaltar la ciudad, para ello comunican a Pedro Ruiz Tafur y Martín Ruiz de Argote –otros almogávares- su propósito. Ruiz Tafur y Ruiz de Argote asienten y cierran filas con ellos, apalabrando acompañarles en la arriscada empresa. También participan otros caballeros de la frontera en esta misión que a iniciativa propia van a afrontar. Así es como son avisados Álvar Pérez de Castro que estaba en Martos con los suyos y un caballero leonés que estaba en Andújar, Ordoño Álvarez. Los almogávares quieren contar con estos caballeros para que les asistan en la operación de asalto.
“E por discordia grande de bandos que por entonces en la ciudad de Cordoba había, algunos jovenlandeses, por delitos desterrados fuera de la dicha ciudad, andando huidizos, por caso hobieron trato e fabla con Domingo Múñoz de Coveña, e con Álvaro Colodro, e con Benito de Baños, tres adalides que en la ciudad de Andújar, a sueldo del rey don Fernando, en común de otras gentes, estaban. E dijéronles cómo ellos darían orden cómo la ciudad de Córdoba se escalase. Los cuales metieron en esta fabla a Pedro Ruiz Tafur, e a Martín Ruiz de Argote, por servir a Dios y al rey, propuesto todo temor, e otros que con ellos fueron, acordaron de ponello por obra. E secretamente pusieron sus escalas e ficieron saber a don Álvar Pérez de Castro e don Pedro Ruiz, su hermano, que estaban en Martos, e a Ordoño Álvarez, un buen caballero de León que en Anduxar estaba, para qué noche lo tenían acordado de fazer, por tanto que estubiesen apercebidos con sus gentes para les socorrer.
E con este acuerdo, partieron de Andújar e llegaron a Córdoba, una noche muy escura. E por yndustria e avisación de aquellos jovenlandeses que consigo llevaban, escalaron el muro e mataron los jovenlandeses que en las torres estaban velando. E desde allí, poco a poco se fueron estendiendo por el adarve adelante, peleando fasta que tomaron la puerta de Martos. E después tomaron las torres que están sobre la puerta que hoy dicen del Colodro, el cual nombre desde entonces aquella puerta le quedó, por causa de aquel almogavar, Álvaro Colodro, que la tomó. Apoderados de aquellas torres e puertas, el rebato fue muy grande. E todos los jovenlandeses que jovenlandesaban en la xarquia desanpararon sus casas e metieron sus faziendas a la villa. En tanto, los cristianos barrearon todas las calles, salvo la mayor que dexaron abierta por do pudiesen pelear con los jovenlandeses, matando muchos dellos. E desque los jovenlandeses del arrabal ovieron metido sus faziendas, volvieron a pelear con los cristianos. E a las veces, los cristianos retraían a los jovenlandeses, otras veces, los jovenlandeses a los cristianos porque eran muchos más.
E los cristianos estando muy trabaxados de pelear, enviaron sus mensajeros a don Álvar Pérez de Castro que estaba en Martos e a Ordoño Álvarez que estaba en Andújar que les fuesen acorrer, los quales así lo fizieron luego. Fueron para Córdoba e se lanzaron dentro en el axarquía, con los otros cristianos. E ansimesmo enviaron un mensajero al rey don Fernando, haciéndole saber lo mismo. E fallólo en Venavente que se asentaba a comer. E como el rey supo la nueva, luego se partió para Córdoba con fasta cien caballeros que se fallaron con él. E envió cartas por todos sus reinos que, luego sin otro detenimiento, se fuesen en pos de él. E caminó e llegó a la puente de Alcolea. E allí mandó asentar sus tiendas a fin de recoger las gentes que venían en pos de él. E cuando don Álvar Pérez de Castro e don Pero Martínez, su hermano, e don Hordoño Álvarez e los otros caballeros que en axarquia estaban e supieron cómo el rey don Fernando su señor era llegado a la puente de Alcolea, fueron muy alegres e esforçáronse por acabar lo que habían començado.” (“Repertorio de Príncipes de España”, Pedro de Escavias.)
Es otra fuente histórica, esta vez los Anales inéditos del siglo XVIII cuyo autor es el franciscano tosiriano P. Fray Juan Lendínez, la que nos complementa este mismo suceso añadiendo detalles que se habían mantenido intactos en la tradición que atesoraban los descendientes de algunos de estos almogávares más significativos que se asentaron en Torredonjimeno y aquí se multiplicaron, dejando copiosa descendencia. Así escribe el P. Lendínez:
“Corrían los años de 1235, cuando los capitanes de la frontera, especialmente los de la Encomienda de Martos, juntando sus tropas hicieron una entrada contra las tierras de Córdoba; y como hubiesen preso a unos jovenlandeses, estos, porque los cristianos no les hiciesen mal, y por estar mal avenidos con el gobierno cordobés, concertaron darles entrada una noche a la ciudad, por la parte que llaman Ajarquía o puerta de Martos.
Los cristianos, no siendo omisos, volvieron con mayor poder a las guarniciones fronterizas, en la misma noche concertada, siendo 23 de diciembre de 1235. Y como llegasen, ya vencida la media noche, cuando toda la ciudad estaba entregada al sueño, y no apareciese ningún jovenlandés dudaron si volverse o escalar el muro.
Este asalto fue por la parte de la Ajarquía, y Puerta de Martos, por donde el muro estaba menos alto; y como con los aceros en las manos, buscasen en las torres que guarnecían la puerta, las guardias y centinelas, vieron venir dos jovenlandeses amigos con quienes habían concertado la entrega de la puerta y muro; y que las demás guardias estaban dormidas cerca de la puerta. Apenas oyeron los cristianos estas palabras, cuando bajando con igual valor que diligencia, hicieron pedazos a los jovenlandeses de la guardia, y abrieron la puerta, y entrando por ella la demás tropa, tomó posesión de las torres inmediatas, y se fortificaron en ellas, sin ser sentidos de la morisma.”
La versión del P. Lendínez muestra ciertas diferencias, si es comparada con la de Escavias; pero sostenemos que son compatibles y algo más todavía, mutuamente se enriquecen.
Uno de los que ganaron fama en aquella hazaña -y que omite Pedro de Escavias- fue Martín Fernández de Arciniega, el que -según Lendínez- abrió la puerta. Este caballero vasco recibió, por concesión de Alfonso X el Sabio, una Carta Ejecutoria en que se le confería el derecho de cambiar su apellido toponímico de ascendiente alavés por el de Martos. De este modo se rememoraría a perpetuidad el servicio que Martín prestara al santo padre de Alfonso X el Sabio, Fernando III el Santo (ora pro nobis).
Del estudio de la ejecutoria de este caballero alavés, emitida por la cancillería de Alfonso X el Sabio, en Jaén, el día 25 de mayo de 1263, se desprenden datos biográficos de este leal caballero. Era, como indica su apellido, de alcurnia alavesa. Había venido del norte, estableciéndose en la Encomienda de Martos y desempeñando el empleo de escudero de a caballo del Maestre de Calatrava D. Frey Gonzalo Yánez. Más tarde, había sido “Capitán almogavir” de Alvar Pérez de Castro Leoviscón, habiendo defendido el Castillo de la Peña de Martos. Su brazo y su coraje lo levantaron a más valer, confiriéndosele incluso el honor de pertenecer a la Orden de Caballería de la Banda.
El P. Fray Alejandro del Barco y García, fraile mínimo, escribió de él en el siglo XVIII:
“También hallo que obtuvieron el referido Castillo, en calidad de Alcaydes, los nietos descendientes de Martin Fernández de Arciniega, Caballero de la Banda, que en la conquista de Córdoba ganó la puerta de Martos, por donde entraron muchos de los nuestros que tomaron la ciudad; cuya hazaña le premió el Rey Don Alonso el Sabio, concediéndole que usara como de apellido propio el mismo nombre de Martos que tenía dicha Puerta, y que traxera por Escudo de Armas la misma Puerta de Martos, figurada en un Castillo colocado en campo azul con un lucero de Oro alusivo al que siguió, para tomar dicha Puerta; y este es el tronco de todos los Martos que hay en España”.
Martín Fernández de Arciniega tuvo una amplia prole que habitó –y en ocasiones rigió con bizarría- los castillos encomendados a la Encomienda de Martos de la Orden de Calatrava. Sus descendientes no sólo defendieron con valor los castillos encomendados, participando también en las guerras intestinas que asolaban el campo cristiano. El linaje de los Martos dio una mártir, descendiente de Martín. Pero eso será otra historia…
Martín Fernández de Arciniega es "el tronco de todos los Martos que hay en España". De orígenes vascos y almogávar en Jaén. Como uno más de sus muchos descendientes no puedo decir sino que todavía, en Torredonjimeno, los Martos conservan, por mucho que el tiempo haya andado, memoria viva de su antepasado, tras*mitida de padre a hijo en una cadena sin truncar.
Fuentes: Hispanismo.org y Wikipedia