ATARAXIO
Madmaxista
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https://www.abc.es/historia/abci-al...ora-desangro-espana-201812050325_noticia.html
Ibn Abi Amir, caudillo del califa Hisam II, llevó a cabo medio centenar de sangrientas campañas militares contra los reinos cristianos. En las mismas hizo decenas de miles de prisioneros y lanzó cabezas cortadas contra las ciudades enemigas para desmoralizar a sus ciudadanos
«Con todo el pueblo ismaelita entró en los confines de los cristianos y comenzó a devastar muchos de sus reinos y a apiolar con la espada. […] Ciertamente devastó ciudades y castillos y despobló toda la tierra hasta que llegó a las zonas marítimas de la España Occidental y destruyó la ciudad de Galicia».
Con estas tristes palabras explicaba el obispo del siglo XI Sampiro las barbaridades perpetradas por uno de los mayores enemigos del cristianismo en la Península Ibérica: Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí (más conocido por estos lares como Almanzor ). Su fallecimiento dejó tras de sí una estela de crueldad cuyo final celebró así la Crónica Sielense : «Murió Almanzor y fue sepultado en el infierno».
El escriba que dio forma a aquellas palabras rebosaba repruebo, pero también razón. Almanzor , un caudillo venido a más que usó al joven califa de Córdoba como una mera marioneta a través de la que poder cumplir sus deseos, protagonizó entre los años 977 y 1002 nada menos que cincuenta y seis campañas militares perpetradas, en su mayoría, contra los reinos cristianos del norte peninsular.
El cúlmen de su barbarie llegó en el 997, cuando arrasó y saqueó Santiago de Compostela . «Destruyó iglesias, monasterios y palacios y los quemó con fuego», desvelaba el propio Sampiro. Sus huestes solo respetaron el sepulcro del apóstol, y por una razón que, a día de hoy, sigue siendo un enigma.
Pero aquella no fue su mayor barbarie. Poco antes, durante el año 982, Almanzor ya era conocido como uno de los caudillos más sádicos del Islam tras haber conquistado Zamora y después de que uno de sus acólitos perpetrara una gran matanza contra sus habitantes. «Dicen que Almanzor entró en Córdoba precedido de más de nueve mil cautivos que iban en cuerdas de a cincuenta hombres, y que el Walí de Toledo, Abdalá ben Abdelaziz , llevó a aquella ciudad cuatro mil, después de haber hecho cortar en el camino igual número de cabezas cristianas», afirma el número 16 de la « Revista histórica » (editada en abril de 1852).
Tan solo tres años después, el caudillo volvió a dejar claro que su máxima era usar el terror para doblegar a sus enemigos bombardeando Barcelona con cabezas cristianas, arrasando la ciudad después de acceder a ella, y haciendo decenas de miles de prisioneros tras quemar sus viviendas.
Caudillo en la sombra
Nacido en el 938 en una familia con tradición militar (sus antepasados habían formado parte de las tropas fiel a la religión del amoras que habían atravesado el Estrecho de Gibraltar en el 711 para invadir la Península Ibérica), el futuro Almanzor estudió en la Córdoba califal.
Allí empezó a escalar peldaños a nivel político en palacio (las teorías de cómo se introdujo en el ambiente nobiliario son varias) hasta que fue nombrado tutor del hijo del califa al-Hakam II . La versión más extendida afirma que logró el puesto tras recibir el beneplácito de la favorita del mandamás y progenitora de sus hijos, Subh umm Walad .
«Sea como sea, el 22 de febrero de 967 la gestión de los bienes del príncipe heredero ' Abderramán fue confiada a Ibn Abi ‘Amir con un sueldo de quince dinares al mes. Al mismo tiempo se convirtió en administrador de las propiedades de Subh », explica Ana Echevarría Arsuaga (profesora titular de Historia Medieval en la Universidad Nacional de Educación a Distancia) en su dossier « El azote del año mil: Almanzor, según las crónicas cristianas ». Posteriormente, y tras la fin prematura de su pupilo, pasó a ejercer el mismo papel con el siguiente pequeño en la línea sucesoria: Abu'l-Walid Hisam . De esta forma, su posición dentro de la corte quedó más afianzada si cabe. Así fue como se convirtió en uno de los hombres de confianza del califa.
Estatua de Almanzor
El empujoncito final en su carrera política lo obtuvo durante el año 976, después del fallecimiento en octubre de al-Hakam II . A partir de entonces comenzó una lucha por el trono en la que multitud de pretendientes se empeñaron en arrebatar el bastón de mando al joven Hisam II .
Ibn Abi Amir se convirtió entonces en su máximo defensor y acabó (ya fuera con la espada o a través de las intrigas políticas) con todo aquel que se interpuso en el camino del nuevo califa. Pero no porque considerara a aquel chico un político capaz, sino porque su corta edad le permitió (con la colaboración de Subh) convertirse en un auténtico caudillo en la sombra. En un breve período de tiempo logró que el pequeño olvidara el gobierno de Al-Andalus a base de lujos y mujeres y se lo cediera de facto a él como consejero o «hayib».
En todo caso, cada uno de sus ataques le sirvió para asentarse todavía más en el poder. De hecho, cuando el calendario marcaba el 981 quedó claro en Córdoba que este caudillo tenía aspiraciones de califa. Ese año Ibn Abi Amir venció a su suegro Galib, uno de sus enemigos declarados, en batalla a pesar de que este contaba con la ayuda de conde de Castilla y del rey de Navarra. Después de esta contienda se puso el sobrenombre de « al-Mansur » (Almanzor, el victorioso), un privilegio de los califas de la época. Otro tanto ocurrió cuando se trasladó hasta Medina Alzahira , la ciudad palaciega que se había hecho construir para desplazar a la capital fiel a la religión del amora de la Península.
«Almanzor para los cristianos fue un personaje terrible que destruyó Santiago de Compostela , hizo añicos la ciudad de Barcelona , arrasó Pamplona , y acabó con el reino de León ... Eso ha hecho que quede en las crónicas cristianas como una bestia. Sin embargo, para los fiel a la religión del amores es un personaje grande de su historia que colocó el Califato al nivel de las potencias del Mediterráneo, que hizo grandes gestas y que patrocinó obras como la ampliación de la Mezquita o la construcción de la ciudad palaciega de Medina Alzahira», explicaba a ABC el escritor y divulgador histórico Jesús Sánchez Adalid (autor de «Los baños del pozo azul»).
Campañas de fin
A partir de entonces, Ibn Abi Amir comenzó una larga lista de campañas contra los reinos vecinos que no detuvo hasta poco antes de su fin. Según fuentes como el historiador de la religión del amor del siglo X Ibn Hayyan , jamás dejó « durante toda su vida » de « atacar a los cristianos, asolar su país y saquear sus bienes ». Así lo corrobora María Isabel Pérez de Tudela , profesora titular del Departamento de Historia Medieval, en su dossier « Guerra, violencia y terror La destrucción de Santiago de Compostela por Almanzor hace mil años ». La experta, además, sentencia que sus continuos asaltos no buscaban solo acabar con el contrario, sino «someter y humillar a sus enemigos».
Por entonces, el poder de un cristianismo dividido no podía equiparase al del nuevo caudillo del Islam. De hecho, los cronistas de la época se resignaban y se limitaban a señalar que « los cristianos llegaron a temerle como a la fin » y que tuvieron que aprender a soportar «las cosas más viles para su religión». Pérez de Tudela es de la misma opinión: «El saqueo metódico y dirigido trataba no sólo de empobrecer a los enemigos, sino de humillarles en lo que hasta el momento había sido el soporte de la resistencia: la confianza en el Credo religioso».