Max da Costa
Himbersor
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Las consecuencias de meternos en una guerra a la que nadie nos ha llamado las terminaremos pagando muy caras. El momento de la verdad, para bien o para mal, llega.
El petróleo supera los 100 dólares, mientras Funcas calcula hasta dos puntos extra de inflación y el presidente Sánchez admite el impacto económico del conflicto
Una bomba petrolífera. (Larry W. Smith/EFE)
Por
Marcos Lema
24/02/2022 - 09:52 Actualizado: 24/02/2022 - 20:02
Vladimir pilinguin ha apretado el botón y el mercado energético se ha puesto patas arriba en unas pocas horas. Los futuros del gas natural se disparan un 30%, el petróleo supera los 100 dólares, la luz marca su segundo dato más elevado del año y Endesa quemará más carbón en la vieja central de As Pontes. Todo se encuentra en ebullición, pero Europa pide calma y la ministra de tras*ición Ecológica reitera que el suministro está asegurado. No así los precios. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reconocido que la crisis impactará sobre la incipiente recuperación. A 4.500 kilómetros del Donbás, el seísmo desatado por el líder ruso hace saltar las alarmas en la economía española.
Las primeras horas tras la oleada turística se han caracterizado por las fuertes subidas en los mercados energéticos. En el caso del petróleo, van camino de estar entre las mayores desde noviembre de 2020, cuando se conoció la efectividad de la banderilla de Pfizer contra el cobi19. Tanto el barril de Brent, de referencia en Europa, como el West Texas Intermediate estadounidense escalan alrededor de un 5%. El primero supera por momentos la barrera de los 100 dólares, algo que no ocurría desde agosto de 2014, mientras que el segundo se acerca.
Pero eso no es nada en comparación con la locura que invade el mercado del gas natural, en máximos anuales. Los futuros europeos, que se negocian en la Bolsa de Ámsterdam, han llegado a superar los 144 euros el megavatio hora tras una histórica subida del 60%, que se ha ido moderando hasta cerrar en un 30%. Pese a todo, los 114,5 euros del final de la jornada todavía están lejos de los 180 que alcanzaron en diciembre.
El Ibex cae a mínimos de un año mientras Wall Street digiere con calma la oleada turística rusa
Carlos Rodríguez
Esta vez, Europa no se ha puesto de perfil ante las provocaciones de pilinguin. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha asegurado que cambiarán muchas cosas en la vida de los ciudadanos del continente a partir de ahora. Y las decisiones que se han sucedido esta mañana apuntan a que los socios comunitarios están dispuestos a un gran 'sacrificio energético' para mantener su autonomía frente al Kremlin. Hasta ahora, el 40% del suministro de gas de los Veintisiete dependía de Rusia, un dato que en el caso de Alemania supera el 50%. Sin embargo, la locomotora europea ya ha dicho que está preparada para sobrevivir sin el gas ruso y ha paralizado la certificación del gasoducto Nord Stream 2, que uniría el país euroasiático con la UE sin pasar por Ucrania.
Evidentemente, esto tiene un coste —importar gas natural licuado (GNL) más caro desde Estados Unidos—, pero ese no será el del famoso apagón. Al menos así lo han asegurado todos los líderes europeos, y también el Gobierno de la Nación, que mantiene reservas para 20 días, según las cifras de Cores, la entidad central de almacenamiento. La ministra de tras*ición Ecológica, Teresa Ribera, ha reiterado este jueves que en ningún caso se producirá un corte de suministro, aunque ha reconocido que España "puede verse afectada por los precios de la energía en todos sus frentes". Un mensaje que comparten los presidentes de algunas de las principales empresas del sector, como Antonio Llardén, de Enagás, o Verónica Rivière, de Gas Industrial. De hecho, durante este mes ya han llegado 23 buques de GNL, de los 27 programados, y está previsto que otros 29 arriben a los puertos nacionales a lo largo de marzo.
Pese a ser uno de los países más autónomos respecto al gas ruso (solo un 9% del suministro), la escalada de los precios de la energía puede ser nefasta para la recuperación española, que esta vez no tendrá los vientos de cola que llegaron tras la Gran Recesión. La dependencia exterior, también del petróleo, encarecerá las importaciones, y las presiones inflacionistas de los últimos meses se verán reforzadas por la dinámica bélica en el Este. Moncloa ya asume que su plan inicial, que pasaba por un alivio de la tormenta energética a partir de primavera, no se podrá cumplir: los precios seguirán altos durante todo el año y el Gobierno se prepara para prolongar las medidas que amortigüen su impacto.
El propio presidente Sánchez ha reconocido en una declaración institucional que el conflicto afectará a la economía española, especialmente en lo referido a la energía. Este mismo jueves, la fundación de las antiguas cajas de ahorros (Funcas) ha aventurado que lo acontecido en Ucrania añadirá entre uno y dos puntos más de inflación, cuando esta ya se encuentra en un desmesurado 6,1%, su mayor nivel de los últimos 30 años. El precio de la luz aparece como el principal culpable. Precisamente, este sigue siendo el gran quebradero de cabeza para el Gobierno, y tiene difícil solución, ya que depende muy directamente de la cotización gasística. Este jueves se ha vivido un nuevo ejemplo. Mientras el gas subía un 11,2% en el mercado ibérico (Mibgas), los precios de la electricidad en el mercado mayorista se disparaban un 16,8%, hasta los 240,13. Se trata su segundo dato más elevado del año y el máximo desde mediados de enero.
El Ejecutivo trabaja en dos frentes. En el interno, las rebajas fiscales no han evitado que la tarifa regulada haya cerrado 2021 como el más caro de la historia. En el externo, las vicepresidentas redoblan la presión sobre Bruselas para que reforme el mercado europeo, una posibilidad que otros países, como Alemania, han bloqueado hasta la fecha. En los últimos días, España ha intensificado sus esfuerzos, en paralelo al recrudecimiento de las tensiones en Ucrania. A menos de una semana para que Bruselas presente una nueva propuesta, Ribera y la ministra de Economía, Nadia Calviño, han enviado una carta a los comisarios competentes para reclamar "nuevas y poderosas" herramientas que permitan a los Estados miembros hacer frente a la crisis energética, según revela EFE. El Ejecutivo incluso amenazó con salirse del sistema comunitario a finales de octubre si los Veintisiete no daban su visto bueno a la compra conjunta de gas. Finalmente, el órdago se retiró, pero Madrid sigue demandando más margen de maniobra a los Estados para aminorar el impacto de la crisis energética en los bolsillos de los ciudadanos.
Todos los actores asumen ya que el escenario inflacionista ha llegado para quedarse, y el miedo empieza a cundir en los despachos
Récord de la gasolina y más carbón
De hecho, ya se está notando. Y no solo en la factura de la luz. La subida del petróleo ha disparado los combustibles durante las últimas semanas. Tanto, que la gasolina y el gasoil llevan siete semanas al alza y no paran de batir sus propios récords históricos: 1,591 euros el litro en el primer caso (un 1,2% más que el jueves pasado) y 1,479 en el segundo (un 1%), según los datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea. Llenar el depósito con cualquiera de los dos carburantes es 22 euros más caro que hace un año. De momento, aún no se ha tocado techo, y la mayoría de los analistas situaba el precio del crudo en los 120 dólares incluso antes de la conflagración.
En medio de este tsunami, que afecta por igual a los hogares y a las industrias, reaparecen las alternativas de siempre. Endesa recibirá durante la segunda quincena de marzo otros dos buques carboneros con combustible para su central térmica de As Pontes (A Coruña), tal y como han comunicado fuentes de la compañía a Europa Press. Según recoge la agencia, las naves tras*portarán 235.000 toneladas de carbón, la fuente de energía más contaminante. Su destino: ser quemadas en una instalación que hasta hace poco estaba parada, pero que volvió a funcionar el pasado 22 de noviembre ante la incipiente crisis energética. La empresa ha solicitado su cierre, pero el operador del sistema la mantiene abierta para asegurar el suministro. España no es el único Estado europeo que se empieza a apoyar en el carbón para cubrirse las espaldas: Alemania incluso creará reservas propias, según ha anunciado su ministro de Economía. El momento del sálvese quien pueda ya está aquí.
Todos los actores económicos asumen que el escenario inflacionista ha llegado para quedarse, y el miedo empieza a cundir en los principales despachos. Este jueves, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha afirmado que el ataque de Rusia a Ucrania supone "un problema añadido" para la recuperación, el Club de Exportadores ha alertado de los "elevados costes" del nuevo escenario para las ventas a Rusia (2.200 millones al año) y Ucrania (680 millones) y la patronal Exceltur ha advertido de las consecuencias sobre la llegada de turistas procedentes de la potencia euroasiática, que dejaron 1.400 millones de euros el año pasado. La directora general de la Cámara de Comercio de España, Inmaculada Ribera, ha pedido minimizar el impacto de las sanciones en las empresas españolas. Pero sus plegarias están condenadas a la melancolía: esta vez, la geopolítica se ha impuesto a la economía, al más puro estilo Vladimir pilinguin.
El petróleo supera los 100 dólares, mientras Funcas calcula hasta dos puntos extra de inflación y el presidente Sánchez admite el impacto económico del conflicto
Por
Marcos Lema
24/02/2022 - 09:52 Actualizado: 24/02/2022 - 20:02
Vladimir pilinguin ha apretado el botón y el mercado energético se ha puesto patas arriba en unas pocas horas. Los futuros del gas natural se disparan un 30%, el petróleo supera los 100 dólares, la luz marca su segundo dato más elevado del año y Endesa quemará más carbón en la vieja central de As Pontes. Todo se encuentra en ebullición, pero Europa pide calma y la ministra de tras*ición Ecológica reitera que el suministro está asegurado. No así los precios. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reconocido que la crisis impactará sobre la incipiente recuperación. A 4.500 kilómetros del Donbás, el seísmo desatado por el líder ruso hace saltar las alarmas en la economía española.
Las primeras horas tras la oleada turística se han caracterizado por las fuertes subidas en los mercados energéticos. En el caso del petróleo, van camino de estar entre las mayores desde noviembre de 2020, cuando se conoció la efectividad de la banderilla de Pfizer contra el cobi19. Tanto el barril de Brent, de referencia en Europa, como el West Texas Intermediate estadounidense escalan alrededor de un 5%. El primero supera por momentos la barrera de los 100 dólares, algo que no ocurría desde agosto de 2014, mientras que el segundo se acerca.
Pero eso no es nada en comparación con la locura que invade el mercado del gas natural, en máximos anuales. Los futuros europeos, que se negocian en la Bolsa de Ámsterdam, han llegado a superar los 144 euros el megavatio hora tras una histórica subida del 60%, que se ha ido moderando hasta cerrar en un 30%. Pese a todo, los 114,5 euros del final de la jornada todavía están lejos de los 180 que alcanzaron en diciembre.
El Ibex cae a mínimos de un año mientras Wall Street digiere con calma la oleada turística rusa
Carlos Rodríguez
Esta vez, Europa no se ha puesto de perfil ante las provocaciones de pilinguin. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha asegurado que cambiarán muchas cosas en la vida de los ciudadanos del continente a partir de ahora. Y las decisiones que se han sucedido esta mañana apuntan a que los socios comunitarios están dispuestos a un gran 'sacrificio energético' para mantener su autonomía frente al Kremlin. Hasta ahora, el 40% del suministro de gas de los Veintisiete dependía de Rusia, un dato que en el caso de Alemania supera el 50%. Sin embargo, la locomotora europea ya ha dicho que está preparada para sobrevivir sin el gas ruso y ha paralizado la certificación del gasoducto Nord Stream 2, que uniría el país euroasiático con la UE sin pasar por Ucrania.
Evidentemente, esto tiene un coste —importar gas natural licuado (GNL) más caro desde Estados Unidos—, pero ese no será el del famoso apagón. Al menos así lo han asegurado todos los líderes europeos, y también el Gobierno de la Nación, que mantiene reservas para 20 días, según las cifras de Cores, la entidad central de almacenamiento. La ministra de tras*ición Ecológica, Teresa Ribera, ha reiterado este jueves que en ningún caso se producirá un corte de suministro, aunque ha reconocido que España "puede verse afectada por los precios de la energía en todos sus frentes". Un mensaje que comparten los presidentes de algunas de las principales empresas del sector, como Antonio Llardén, de Enagás, o Verónica Rivière, de Gas Industrial. De hecho, durante este mes ya han llegado 23 buques de GNL, de los 27 programados, y está previsto que otros 29 arriben a los puertos nacionales a lo largo de marzo.
Pese a ser uno de los países más autónomos respecto al gas ruso (solo un 9% del suministro), la escalada de los precios de la energía puede ser nefasta para la recuperación española, que esta vez no tendrá los vientos de cola que llegaron tras la Gran Recesión. La dependencia exterior, también del petróleo, encarecerá las importaciones, y las presiones inflacionistas de los últimos meses se verán reforzadas por la dinámica bélica en el Este. Moncloa ya asume que su plan inicial, que pasaba por un alivio de la tormenta energética a partir de primavera, no se podrá cumplir: los precios seguirán altos durante todo el año y el Gobierno se prepara para prolongar las medidas que amortigüen su impacto.
El propio presidente Sánchez ha reconocido en una declaración institucional que el conflicto afectará a la economía española, especialmente en lo referido a la energía. Este mismo jueves, la fundación de las antiguas cajas de ahorros (Funcas) ha aventurado que lo acontecido en Ucrania añadirá entre uno y dos puntos más de inflación, cuando esta ya se encuentra en un desmesurado 6,1%, su mayor nivel de los últimos 30 años. El precio de la luz aparece como el principal culpable. Precisamente, este sigue siendo el gran quebradero de cabeza para el Gobierno, y tiene difícil solución, ya que depende muy directamente de la cotización gasística. Este jueves se ha vivido un nuevo ejemplo. Mientras el gas subía un 11,2% en el mercado ibérico (Mibgas), los precios de la electricidad en el mercado mayorista se disparaban un 16,8%, hasta los 240,13. Se trata su segundo dato más elevado del año y el máximo desde mediados de enero.
El Ejecutivo trabaja en dos frentes. En el interno, las rebajas fiscales no han evitado que la tarifa regulada haya cerrado 2021 como el más caro de la historia. En el externo, las vicepresidentas redoblan la presión sobre Bruselas para que reforme el mercado europeo, una posibilidad que otros países, como Alemania, han bloqueado hasta la fecha. En los últimos días, España ha intensificado sus esfuerzos, en paralelo al recrudecimiento de las tensiones en Ucrania. A menos de una semana para que Bruselas presente una nueva propuesta, Ribera y la ministra de Economía, Nadia Calviño, han enviado una carta a los comisarios competentes para reclamar "nuevas y poderosas" herramientas que permitan a los Estados miembros hacer frente a la crisis energética, según revela EFE. El Ejecutivo incluso amenazó con salirse del sistema comunitario a finales de octubre si los Veintisiete no daban su visto bueno a la compra conjunta de gas. Finalmente, el órdago se retiró, pero Madrid sigue demandando más margen de maniobra a los Estados para aminorar el impacto de la crisis energética en los bolsillos de los ciudadanos.
Todos los actores asumen ya que el escenario inflacionista ha llegado para quedarse, y el miedo empieza a cundir en los despachos
Récord de la gasolina y más carbón
De hecho, ya se está notando. Y no solo en la factura de la luz. La subida del petróleo ha disparado los combustibles durante las últimas semanas. Tanto, que la gasolina y el gasoil llevan siete semanas al alza y no paran de batir sus propios récords históricos: 1,591 euros el litro en el primer caso (un 1,2% más que el jueves pasado) y 1,479 en el segundo (un 1%), según los datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea. Llenar el depósito con cualquiera de los dos carburantes es 22 euros más caro que hace un año. De momento, aún no se ha tocado techo, y la mayoría de los analistas situaba el precio del crudo en los 120 dólares incluso antes de la conflagración.
En medio de este tsunami, que afecta por igual a los hogares y a las industrias, reaparecen las alternativas de siempre. Endesa recibirá durante la segunda quincena de marzo otros dos buques carboneros con combustible para su central térmica de As Pontes (A Coruña), tal y como han comunicado fuentes de la compañía a Europa Press. Según recoge la agencia, las naves tras*portarán 235.000 toneladas de carbón, la fuente de energía más contaminante. Su destino: ser quemadas en una instalación que hasta hace poco estaba parada, pero que volvió a funcionar el pasado 22 de noviembre ante la incipiente crisis energética. La empresa ha solicitado su cierre, pero el operador del sistema la mantiene abierta para asegurar el suministro. España no es el único Estado europeo que se empieza a apoyar en el carbón para cubrirse las espaldas: Alemania incluso creará reservas propias, según ha anunciado su ministro de Economía. El momento del sálvese quien pueda ya está aquí.
Todos los actores económicos asumen que el escenario inflacionista ha llegado para quedarse, y el miedo empieza a cundir en los principales despachos. Este jueves, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha afirmado que el ataque de Rusia a Ucrania supone "un problema añadido" para la recuperación, el Club de Exportadores ha alertado de los "elevados costes" del nuevo escenario para las ventas a Rusia (2.200 millones al año) y Ucrania (680 millones) y la patronal Exceltur ha advertido de las consecuencias sobre la llegada de turistas procedentes de la potencia euroasiática, que dejaron 1.400 millones de euros el año pasado. La directora general de la Cámara de Comercio de España, Inmaculada Ribera, ha pedido minimizar el impacto de las sanciones en las empresas españolas. Pero sus plegarias están condenadas a la melancolía: esta vez, la geopolítica se ha impuesto a la economía, al más puro estilo Vladimir pilinguin.