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QUÉ ES LA HORMESIS POR RADIACIÓN
¿Pagarías 600 € por respirar gas radioactivo? Esta es la nueva moda contra el reuma
En un túnel alemán, los pacientes de dolor crónico se pasan horas respirando gas radón (a propósito) con el objetivo de que la radiación les ayude. Por desgracia, la bibliografía sobre sus efectos es limitada
¿Pagarías por respirar gas radioactivo? La nueva moda contra el reuma (iStock)
Por
Álvaro Hermida
31/08/2022 - 05:00
Día a día, y de forma completamente inevitable, estamos expuestos a radiación. Con esto, no nos referimos ni al 5G ni al wifi. Estas son las conocidas como radiaciones no ionizantes, que (simplificándolo mucho) no tienen la energía necesaria como para hacer que algunos electrones 'salten' fuera de la influencia de los núcleos atómicos que orbitan, creando un ion positivo (catión). A lo que sí nos referimos es a las radiaciones ionizantes, que sí tienen esa capacidad. Las principales a las que estamos expuestos día a día es la radiación de fondo (energía electromagnética ionizante proveniente del espacio), la luz ultravioleta solar y la fisión de determinados átomos inestables (que pueden estar en la comida o en el aire).
Las energías ionizantes, en el mundo de la biología, son muy peligrosas, porque son capaces de romper los vínculos entre los átomos que forman moléculas, pudiendo alterar, entre otras cosas, nuestro ADN. Por suerte para nosotros, a no ser que trabajemos en áreas muy específicas que nos puedan exponer a grandes cantidades de radiación (como es el caso de los técnicos nucleares o los radiólogos, que deben llevar consigo en todo momento medidores que registren que no han estado expuestos a cantidades excesivas de radiación), nuestro cuerpo es completamente capaz de soportar la cantidad 'normal' de radiación a la que está expuesto.
Es inmoral exponer a gente a gas radioactivo sin su conocimiento con el objetivo de hacer un estudio científico
Pero cuando hemos estado expuestos a cantidades excesivas de radiación (por ejemplo, si hemos entrado en contacto accidentalmente con residuos radioactivos mal gestionados), nuestro cuerpo puede reaccionar, dependiendo de la intensidad de la exposición, de diferentes formas, ninguna de ellas buena.
Si hemos estado expuestos a cantidades bajas (entre 0,05 sievert (Sv) -medida de radiación que equivale a un julio de energía ionizante por kilo de peso del individuo- y 1 Sv), tendremos unas probabilidades más altas a largo plazo de desarrollar cáncer, pero los síntomas inmediatos provocarán, como mucho, dolor de cabeza y esterilidad masculina temporal, sin presentar un aumento de la mortalidad. Si, en cambio, hemos estado expuestos a cantidades mayores de radiación, el pronóstico empeora. Entre 1 y 2 Sv, la tasa de mortalidad a 30 días alcanza el 10%; entre 3 y 4 Sv, la tasa aumenta al 50% en 30 días; entre 6 y 10 Sv, la mortalidad es del 100% en tan solo 14 días, y si la cifra pasa de los 50 Sv, la fin es prácticamente instantánea.
Detector de radón en un hogar. (iStock)
Entre las fuentes más comunes de radiación para nuestro cuerpo, la más común es un gas, inodoro e incoloro, que emana de la tierra y que se produce como resultado de la fisión de los átomos naturales de uranio que se encuentran en la corteza terrestre y que emana por todo el planeta (aunque en algunas áreas, como la sierra madrileña, es especialmente abundante): el radón. Este gas se puede acumular en sótanos (de hecho, se debe monitorizar) dado que es, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), la causa más común de cáncer de pulmón entre los no fumadores.
Cueva en las montañas alemanas
Sabiendo esto, nadie en su sano juicio se expondría a este tipo de radiación de forma voluntaria (a no ser que se trate de algo importante, como un TAC, por ejemplo, que tiene una dosis de radiación de 30 mSv -0,03 Sv-), salvo en Alemania. Se trata del Radonstollen en la población de Bad Kreuznach, a escasos kilómetros de Fráncfort, al oeste del país. Allí, por un precio de 57,96 € la hora, podremos sentarnos en una cómoda silla dentro de un túnel excavado en 1775 (con el objetivo de encontrar mercurio), ponernos música en los auriculares, leer un libro y respirar gas radón radioactivo, a propósito.
Así lo hacen, explican desde el mismo Radonstollen, "miles de pacientes satisfechos al año". La idea detrás de esta exposición voluntaria es la eliminación del dolor crónico provocado por el reuma. Elmar H. Willebrand, CEO de la empresa, explica que "las terapias más habituales comprenden entre 6 y 12 sesiones de una hora", que, en total, supondrían un coste entre los 299,22 € y los 598,44 €. La dosis de radiación liberada en la 'cámara de tratamiento' durante 1 hora está comprendida "entre los 30.000 y los 60.000 bequerelios (medida de la cantidad de desintegraciones nucleares)", y el paciente está expuesto, durante la totalidad del tratamiento, a una dosis de 2,2 mSv (aproximadamente una décima parte de una tomografía de cuerpo completo).
¿Terapia alternativa?
Cuando hablamos de algunas de las más importantes y conocidas pseudoterapias, como la homeopatía, que, en efecto, puede ayudar a algunas personas, pero no por sus efectos directos, sino por efecto de la autosugestión, existe una gran bibliografía que ha estudiado, a través del método científico y los estudios revisados de doble ciego, la efectividad de dichos tratamientos.
Pero en el caso de la inhalación de radón, todo es un poco más complicado. La teoría principal (y por la que no son escasos los médicos alemanes que recetan a sus pacientes asistir al Radonstollen) es la de la hormesis por radiación. Esta teoría se basa en el principio de que 'lo que no mata engorda', y que dosis bajas de algo que es dañino e incluso mortal en cantidades elevadas pueden activar los sistemas de reparación de nuestro cuerpo, solventando o aliviando diversos problemas de salud.
El tratamiento es menos radioactivo que una tomografía de cuerpo completo. (iStock)
Lo primero que tendremos que decir es que esto sigue considerándose una teoría, que no está probada por ningún estudio científico, aunque su bibliografía no es escasa. Por ejemplo, en este estudio elaborado por el investigador L. E. Feinendegen, de la Heinrich Heine University en la ciudad alemana de Düsseldorf, se valora "que el elevado riesgo de cáncer provocado por la exposición voluntaria a radiación puede no ser tan malo como los beneficios que la hipótesis de la hormesis por radiación puede proveer para la reparación celular".
Toda la bibliografía existente tiene sus pegas, siendo la más notable la ausencia de estudios de doble ciego, terreno en el que la hormesis (no solo la de la radiación, sino todas sus variantes) lo tiene más complicado que prácticamente cualquier otra teoría. Esto se debe a que, para 'demostrar' la homeopatía, por ejemplo, no pasa nada por darles a unos pacientes un tratamiento homeopático de verdad y a otros uno falso. El daño sería nulo.
Pero en el caso de exponer a radiación a pacientes de reuma es mucho más complicado. Muy pocas universidades o equipos de investigación se plantearían financiar un estudio de estas características (el dilema ético de exponer a alguien a radón o a sustancias tóxicas sin su conocimiento es extraordinario). Es por esto que existe muy poca bibliografía que haya explorado la hormesis.
Por ahora, lo único que tenemos en claro son las declaraciones de aquellos pacientes que se han sometido voluntariamente a la inhalación de radón en Radonstollen, que afirman que el dolor desaparece al cabo de unas semanas y este alivio perdura meses. El problema es que esos mismos efectos son descritos por usuarios de pseudoterapias. Por desgracia, tardaremos mucho en saber si inhalar gas radioactivo es verdaderamente bueno.
¿Pagarías 600 € por respirar gas radioactivo? Esta es la nueva moda contra el reuma
QUÉ ES LA HORMESIS POR RADIACIÓN
¿Pagarías 600 € por respirar gas radioactivo? Esta es la nueva moda contra el reuma
En un túnel alemán, los pacientes de dolor crónico se pasan horas respirando gas radón (a propósito) con el objetivo de que la radiación les ayude. Por desgracia, la bibliografía sobre sus efectos es limitada
¿Pagarías por respirar gas radioactivo? La nueva moda contra el reuma (iStock)
Por
Álvaro Hermida
31/08/2022 - 05:00
Día a día, y de forma completamente inevitable, estamos expuestos a radiación. Con esto, no nos referimos ni al 5G ni al wifi. Estas son las conocidas como radiaciones no ionizantes, que (simplificándolo mucho) no tienen la energía necesaria como para hacer que algunos electrones 'salten' fuera de la influencia de los núcleos atómicos que orbitan, creando un ion positivo (catión). A lo que sí nos referimos es a las radiaciones ionizantes, que sí tienen esa capacidad. Las principales a las que estamos expuestos día a día es la radiación de fondo (energía electromagnética ionizante proveniente del espacio), la luz ultravioleta solar y la fisión de determinados átomos inestables (que pueden estar en la comida o en el aire).
Las energías ionizantes, en el mundo de la biología, son muy peligrosas, porque son capaces de romper los vínculos entre los átomos que forman moléculas, pudiendo alterar, entre otras cosas, nuestro ADN. Por suerte para nosotros, a no ser que trabajemos en áreas muy específicas que nos puedan exponer a grandes cantidades de radiación (como es el caso de los técnicos nucleares o los radiólogos, que deben llevar consigo en todo momento medidores que registren que no han estado expuestos a cantidades excesivas de radiación), nuestro cuerpo es completamente capaz de soportar la cantidad 'normal' de radiación a la que está expuesto.
Es inmoral exponer a gente a gas radioactivo sin su conocimiento con el objetivo de hacer un estudio científico
Pero cuando hemos estado expuestos a cantidades excesivas de radiación (por ejemplo, si hemos entrado en contacto accidentalmente con residuos radioactivos mal gestionados), nuestro cuerpo puede reaccionar, dependiendo de la intensidad de la exposición, de diferentes formas, ninguna de ellas buena.
Si hemos estado expuestos a cantidades bajas (entre 0,05 sievert (Sv) -medida de radiación que equivale a un julio de energía ionizante por kilo de peso del individuo- y 1 Sv), tendremos unas probabilidades más altas a largo plazo de desarrollar cáncer, pero los síntomas inmediatos provocarán, como mucho, dolor de cabeza y esterilidad masculina temporal, sin presentar un aumento de la mortalidad. Si, en cambio, hemos estado expuestos a cantidades mayores de radiación, el pronóstico empeora. Entre 1 y 2 Sv, la tasa de mortalidad a 30 días alcanza el 10%; entre 3 y 4 Sv, la tasa aumenta al 50% en 30 días; entre 6 y 10 Sv, la mortalidad es del 100% en tan solo 14 días, y si la cifra pasa de los 50 Sv, la fin es prácticamente instantánea.
Detector de radón en un hogar. (iStock)
Entre las fuentes más comunes de radiación para nuestro cuerpo, la más común es un gas, inodoro e incoloro, que emana de la tierra y que se produce como resultado de la fisión de los átomos naturales de uranio que se encuentran en la corteza terrestre y que emana por todo el planeta (aunque en algunas áreas, como la sierra madrileña, es especialmente abundante): el radón. Este gas se puede acumular en sótanos (de hecho, se debe monitorizar) dado que es, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), la causa más común de cáncer de pulmón entre los no fumadores.
Cueva en las montañas alemanas
Sabiendo esto, nadie en su sano juicio se expondría a este tipo de radiación de forma voluntaria (a no ser que se trate de algo importante, como un TAC, por ejemplo, que tiene una dosis de radiación de 30 mSv -0,03 Sv-), salvo en Alemania. Se trata del Radonstollen en la población de Bad Kreuznach, a escasos kilómetros de Fráncfort, al oeste del país. Allí, por un precio de 57,96 € la hora, podremos sentarnos en una cómoda silla dentro de un túnel excavado en 1775 (con el objetivo de encontrar mercurio), ponernos música en los auriculares, leer un libro y respirar gas radón radioactivo, a propósito.
Así lo hacen, explican desde el mismo Radonstollen, "miles de pacientes satisfechos al año". La idea detrás de esta exposición voluntaria es la eliminación del dolor crónico provocado por el reuma. Elmar H. Willebrand, CEO de la empresa, explica que "las terapias más habituales comprenden entre 6 y 12 sesiones de una hora", que, en total, supondrían un coste entre los 299,22 € y los 598,44 €. La dosis de radiación liberada en la 'cámara de tratamiento' durante 1 hora está comprendida "entre los 30.000 y los 60.000 bequerelios (medida de la cantidad de desintegraciones nucleares)", y el paciente está expuesto, durante la totalidad del tratamiento, a una dosis de 2,2 mSv (aproximadamente una décima parte de una tomografía de cuerpo completo).
¿Terapia alternativa?
Cuando hablamos de algunas de las más importantes y conocidas pseudoterapias, como la homeopatía, que, en efecto, puede ayudar a algunas personas, pero no por sus efectos directos, sino por efecto de la autosugestión, existe una gran bibliografía que ha estudiado, a través del método científico y los estudios revisados de doble ciego, la efectividad de dichos tratamientos.
Pero en el caso de la inhalación de radón, todo es un poco más complicado. La teoría principal (y por la que no son escasos los médicos alemanes que recetan a sus pacientes asistir al Radonstollen) es la de la hormesis por radiación. Esta teoría se basa en el principio de que 'lo que no mata engorda', y que dosis bajas de algo que es dañino e incluso mortal en cantidades elevadas pueden activar los sistemas de reparación de nuestro cuerpo, solventando o aliviando diversos problemas de salud.
El tratamiento es menos radioactivo que una tomografía de cuerpo completo. (iStock)
Lo primero que tendremos que decir es que esto sigue considerándose una teoría, que no está probada por ningún estudio científico, aunque su bibliografía no es escasa. Por ejemplo, en este estudio elaborado por el investigador L. E. Feinendegen, de la Heinrich Heine University en la ciudad alemana de Düsseldorf, se valora "que el elevado riesgo de cáncer provocado por la exposición voluntaria a radiación puede no ser tan malo como los beneficios que la hipótesis de la hormesis por radiación puede proveer para la reparación celular".
Toda la bibliografía existente tiene sus pegas, siendo la más notable la ausencia de estudios de doble ciego, terreno en el que la hormesis (no solo la de la radiación, sino todas sus variantes) lo tiene más complicado que prácticamente cualquier otra teoría. Esto se debe a que, para 'demostrar' la homeopatía, por ejemplo, no pasa nada por darles a unos pacientes un tratamiento homeopático de verdad y a otros uno falso. El daño sería nulo.
Pero en el caso de exponer a radiación a pacientes de reuma es mucho más complicado. Muy pocas universidades o equipos de investigación se plantearían financiar un estudio de estas características (el dilema ético de exponer a alguien a radón o a sustancias tóxicas sin su conocimiento es extraordinario). Es por esto que existe muy poca bibliografía que haya explorado la hormesis.
Por ahora, lo único que tenemos en claro son las declaraciones de aquellos pacientes que se han sometido voluntariamente a la inhalación de radón en Radonstollen, que afirman que el dolor desaparece al cabo de unas semanas y este alivio perdura meses. El problema es que esos mismos efectos son descritos por usuarios de pseudoterapias. Por desgracia, tardaremos mucho en saber si inhalar gas radioactivo es verdaderamente bueno.
¿Pagarías 600 € por respirar gas radioactivo? Esta es la nueva moda contra el reuma