El Gran Cid
Madmaxista
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¿No iréis a pensar que esto es cosa de gente de izquierdas y de sus políticas de igualdad, no? Pues no, el feminismo y el Movimiento LGTBI no es más que capitalismo puro y duro. Aunque bueno, en parte sí, porque el marxismo, en todas sus formas, no es más que el brazo izquierdo del Gran Monstruo.
PD: Investiguen la etnia de la mayoría de ellos, investiguen.
Aquí lo tenéis, flipad:
RADICALMENTE FEMINISTA
SIGUE EL DINERO: CÓMO LA FAMILIA PRITZKER SE FORRA CON LA INDUSTRIA tras*GÉNERO
Esta es una traducción del artículo original escrito por Jennifer Bilek: ***ow the Money: How the Pritzker Family Makes a Killing From the tras*gender Industry (Flow Chart) (the11thhourblog.com) Como activista medioambiental que fue desalojada de una charla por parte de los tras*activistas, en 2013 desarrollé una gran curiosidad sobre el poder de este grupo para forzar este desarrollo de los acontecimientos. Un año después, cuando la revista Time anunció en su portada un punto de inflexión respecto al tema tras*género, yo ya había empezado a examinar el dinero que había detrás del proyecto tras*género. He visto cómo los espacios seguros para mujeres, las universidades y los deportes abrían sus puertas a cualquier hombre que decidiera identificarse como mujer.
Me sorprendió que un cambio cultural tan grande como la apertura de espacios protegidos por el sesso se produjera a un ritmo tan meteórico y sin tener en cuenta la seguridad de las mujeres y las niñas, la deliberación o el debate público. Paralelamente a estos rápidos cambios, fui testigo de una revisión de la lengua inglesa con nuevos pronombres y un ataque casi tiránico a quienes no los utilizaban. Se aprobaron leyes que imponían una nueva forma de hablar.
Mientras que los hombres que se identifican como mujeres tras* están a la vanguardia de este proyecto, las mujeres que se identifican como hombres tras* parecen silenciosas e invisibles. Ahora se están instituyendo leyes que anulan el sesso biológico con el concepto amorfo de la identidad de género. Las personas que hablan abiertamente de estos cambios pueden verse amenazadas ellas mismas, sus familias y sus medios de vida.
Estos elementos, junto con la saturación de los medios de comunicación sobre el tema, me hicieron preguntarme: ¿Se trata realmente de una cuestión de derechos civiles para una pequeña parte de la población con disforia corporal, o hay una agenda mayor con intereses económicos que no estamos viendo? Este artículo sólo puede empezar a rozar la superficie de esta cuestión, pero teniendo en cuenta que la tras*exualidad ha estallado básicamente en medio del capitalismo, que es famoso por subsumir los movimientos de justicia social, es valioso empezar este examen. ¿Quién financia el movimiento tras*género? Descubrí que hay hombres blancos muy ricos con una enorme influencia cultural que financian el lobby tras*género y varias organizaciones tras*género. Entre ellos se encuentran, entre otros, Jennifer Pritzker (un hombre que se identifica como tras*género); George Soros; Martine Rothblatt (un hombre que se identifica como tras*género y tras*humanista); Tim Gill (un hombre lgtb); Drummond Pike; Warren and Peter Buffett; Jon Stryker (un hombre lgtb); Mark Bonham (un hombre lgtb); y Ric Weiland (un hombre lgtb ya fallecido cuya filantropía sigue estando orientada al colectivo LGBT). La mayoría de estos multimillonarios financian el lobby y las organizaciones tras*género a través de sus propias organizaciones, incluidas las empresas. Separar las cuestiones tras*género de la infraestructura LGBT no es una tarea fácil. Todos los donantes más ricos han estado financiando instituciones LGB antes de que se convirtieran en LGBT, y sólo en algunos casos el dinero se destina específicamente a cuestiones tras*género. Algunos de estos multimillonarios financian al colectivo LGBT a través de sus innumerables empresas, multiplicando sus aportaciones de forma que también es difícil de rastrear. Estos financiadores suelen acudir a organizaciones de financiación anónimas como la Fundación Tides, fundada y dirigida por Pike. Las grandes empresas, filántropos y organizaciones pueden enviar enormes sumas de dinero a la Fundación Tides, especificar la dirección de los fondos y hacer que éstos lleguen a su destino de forma anónima. La Fundación Tides crea cortafuegos legales y refugios fiscales para las fundaciones y financia campañas políticas, a menudo utilizando tácticas legalmente dudosas. Estos hombres y otros, incluidas las empresas farmacéuticas y el gobierno de Estados Unidos, envían millones de dólares a causas LGBT.
El mercado global de consumo de LGBT se estima ahora en 3,7 billones de dólares. De 2003 a 2013, la financiación reportada para cuestiones tras*género aumentó más de ocho veces, creciendo al triple del aumento de la financiación LGBTQ en general, que se cuadruplicó de 2003 a 2012. Este enorme aumento de la financiación se produjo al mismo tiempo en que el tras*generismo empezó a ganar terreno en la cultura estadounidense.
3,7 billones de dólares es mucho dinero. ¿Es suficiente para cambiar las leyes, arraigar en el lenguaje y forzar un nuevo discurso en el público, para censurar, para crear una atmósfera de amenaza para aquellos que no cumplen con la ideología de la identidad de género?
PD: Investiguen la etnia de la mayoría de ellos, investiguen.
Aquí lo tenéis, flipad:
RADICALMENTE FEMINISTA
SIGUE EL DINERO: CÓMO LA FAMILIA PRITZKER SE FORRA CON LA INDUSTRIA tras*GÉNERO
Esta es una traducción del artículo original escrito por Jennifer Bilek: ***ow the Money: How the Pritzker Family Makes a Killing From the tras*gender Industry (Flow Chart) (the11thhourblog.com) Como activista medioambiental que fue desalojada de una charla por parte de los tras*activistas, en 2013 desarrollé una gran curiosidad sobre el poder de este grupo para forzar este desarrollo de los acontecimientos. Un año después, cuando la revista Time anunció en su portada un punto de inflexión respecto al tema tras*género, yo ya había empezado a examinar el dinero que había detrás del proyecto tras*género. He visto cómo los espacios seguros para mujeres, las universidades y los deportes abrían sus puertas a cualquier hombre que decidiera identificarse como mujer.
He visto cómo los espacios seguros para mujeres, las universidades y los deportes abrían sus puertas a cualquier hombre que decidiera identificarse como mujer.
Me sorprendió que un cambio cultural tan grande como la apertura de espacios protegidos por el sesso se produjera a un ritmo tan meteórico y sin tener en cuenta la seguridad de las mujeres y las niñas, la deliberación o el debate público. Paralelamente a estos rápidos cambios, fui testigo de una revisión de la lengua inglesa con nuevos pronombres y un ataque casi tiránico a quienes no los utilizaban. Se aprobaron leyes que imponían una nueva forma de hablar.
Mientras que los hombres que se identifican como mujeres tras* están a la vanguardia de este proyecto, las mujeres que se identifican como hombres tras* parecen silenciosas e invisibles. Ahora se están instituyendo leyes que anulan el sesso biológico con el concepto amorfo de la identidad de género. Las personas que hablan abiertamente de estos cambios pueden verse amenazadas ellas mismas, sus familias y sus medios de vida.
Mientras que los hombres que se identifican como mujeres tras* están a la vanguardia de este proyecto, las mujeres que se identifican como hombres tras* parecen silenciosas e invisibles.
Estos elementos, junto con la saturación de los medios de comunicación sobre el tema, me hicieron preguntarme: ¿Se trata realmente de una cuestión de derechos civiles para una pequeña parte de la población con disforia corporal, o hay una agenda mayor con intereses económicos que no estamos viendo? Este artículo sólo puede empezar a rozar la superficie de esta cuestión, pero teniendo en cuenta que la tras*exualidad ha estallado básicamente en medio del capitalismo, que es famoso por subsumir los movimientos de justicia social, es valioso empezar este examen. ¿Quién financia el movimiento tras*género? Descubrí que hay hombres blancos muy ricos con una enorme influencia cultural que financian el lobby tras*género y varias organizaciones tras*género. Entre ellos se encuentran, entre otros, Jennifer Pritzker (un hombre que se identifica como tras*género); George Soros; Martine Rothblatt (un hombre que se identifica como tras*género y tras*humanista); Tim Gill (un hombre lgtb); Drummond Pike; Warren and Peter Buffett; Jon Stryker (un hombre lgtb); Mark Bonham (un hombre lgtb); y Ric Weiland (un hombre lgtb ya fallecido cuya filantropía sigue estando orientada al colectivo LGBT). La mayoría de estos multimillonarios financian el lobby y las organizaciones tras*género a través de sus propias organizaciones, incluidas las empresas. Separar las cuestiones tras*género de la infraestructura LGBT no es una tarea fácil. Todos los donantes más ricos han estado financiando instituciones LGB antes de que se convirtieran en LGBT, y sólo en algunos casos el dinero se destina específicamente a cuestiones tras*género. Algunos de estos multimillonarios financian al colectivo LGBT a través de sus innumerables empresas, multiplicando sus aportaciones de forma que también es difícil de rastrear. Estos financiadores suelen acudir a organizaciones de financiación anónimas como la Fundación Tides, fundada y dirigida por Pike. Las grandes empresas, filántropos y organizaciones pueden enviar enormes sumas de dinero a la Fundación Tides, especificar la dirección de los fondos y hacer que éstos lleguen a su destino de forma anónima. La Fundación Tides crea cortafuegos legales y refugios fiscales para las fundaciones y financia campañas políticas, a menudo utilizando tácticas legalmente dudosas. Estos hombres y otros, incluidas las empresas farmacéuticas y el gobierno de Estados Unidos, envían millones de dólares a causas LGBT.
El mercado global de consumo de LGBT se estima ahora en 3,7 billones de dólares. De 2003 a 2013, la financiación reportada para cuestiones tras*género aumentó más de ocho veces, creciendo al triple del aumento de la financiación LGBTQ en general, que se cuadruplicó de 2003 a 2012. Este enorme aumento de la financiación se produjo al mismo tiempo en que el tras*generismo empezó a ganar terreno en la cultura estadounidense.
El mercado global de consumo de LGBT se estima ahora en 3,7 billones de dólares. De 2003 a 2013, la financiación reportada para cuestiones tras*género aumentó más de ocho veces, creciendo al triple del aumento de la financiación LGBTQ en general, que se cuadruplicó de 2003 a 2012.
Este enorme aumento de la financiación se produjo al mismo tiempo en que el tras*generismo empezó a ganar terreno en la cultura estadounidense.
3,7 billones de dólares es mucho dinero. ¿Es suficiente para cambiar las leyes, arraigar en el lenguaje y forzar un nuevo discurso en el público, para censurar, para crear una atmósfera de amenaza para aquellos que no cumplen con la ideología de la identidad de género?
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