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Los mercenarios afganos, sospechosos de contratar a los talibanes · ELPAÍS.com
Informes que han llegado a manos del diario estadounidense explican que desde hace meses los mercenarios afganos contratados para escoltar a convoyes estadounidenses y de la OTAN son sospechosos de estar pagando a insurgentes talibanes para que les dejen pasar por los territorios que controlan.
Después de un par de encuentros sangrientos con civiles afganos en los últimos meses, la OTAN prohibió seguir trabajando con dos de las mayores compañías de seguridad privada -Watan Risk Management and Compass Security-. Unas horas después de esa decisión, se produjo un ataque contra un convoy de suministros de la OTAN. Un soldado y un conductor murieron. Dos semanas después, debido a la acumulación de ataques, el Gobierno afgano le concedió a Watan y a Compass retomar sus actividades.
Esta clase de episodios han levantado sospechas en investigadores afganos y estadounidenses, que piensan que con las decenas de millones de dólares que Washington está pagando a las compañías de seguridad podría estar pagándose a los talibanes para que respeten los convoys al mismo tiempo que fingen combates que crean mayor sensación de peligro y sirven para justificar la inversión en seguridad. En la práctica, esto supondría estar financiando indirectamente a los talibanes. Muchas de estas compañías de seguridad están relacionadas con familiares del presidente Hamid Karzai o con personas próximas al Gobierno.
Informes que han llegado a manos del diario estadounidense explican que desde hace meses los mercenarios afganos contratados para escoltar a convoyes estadounidenses y de la OTAN son sospechosos de estar pagando a insurgentes talibanes para que les dejen pasar por los territorios que controlan.
Después de un par de encuentros sangrientos con civiles afganos en los últimos meses, la OTAN prohibió seguir trabajando con dos de las mayores compañías de seguridad privada -Watan Risk Management and Compass Security-. Unas horas después de esa decisión, se produjo un ataque contra un convoy de suministros de la OTAN. Un soldado y un conductor murieron. Dos semanas después, debido a la acumulación de ataques, el Gobierno afgano le concedió a Watan y a Compass retomar sus actividades.
Esta clase de episodios han levantado sospechas en investigadores afganos y estadounidenses, que piensan que con las decenas de millones de dólares que Washington está pagando a las compañías de seguridad podría estar pagándose a los talibanes para que respeten los convoys al mismo tiempo que fingen combates que crean mayor sensación de peligro y sirven para justificar la inversión en seguridad. En la práctica, esto supondría estar financiando indirectamente a los talibanes. Muchas de estas compañías de seguridad están relacionadas con familiares del presidente Hamid Karzai o con personas próximas al Gobierno.