UNA TRIBUNA EN CARTAGENA
Madmaxista
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Escribo, sin duda, el Editorial más triste de mi vida; probablemente, mientras usted lea este artículo quien lo firma se encontrará volando hacia algún lugar del Tercer Mundo. No se trata de un viaje de placer; ni de desplazamiento profesional de “ida y vuelta”. Por desgracia estaré volando hacia un lugar sin retorno, o al menos (Dios así lo quiera), a un punto en el mapamundi del que desconozco si podré regresar algún día.
Ni magnifico mis palabras, ni se trata de ningún ejercicio de victimismo: les aseguro que, en este momento me caen las lágrimas mientras aporreo las teclas de un ordenador que forma parte de la valija de este viaje, en palabras de Machado “ligero de equipaje”.
No faltarán estúpidos desinformados y bastardos malintencionados que tratarán de “vender” este Exilio como una operación comercial (porque la empresa Editora del periódico se encuentra en pleno proceso de ampliación de capital) o como mera mercadotecnia por la inminente aparición (el próximo 2 de julio) de La Tribuna de España que voy a dirigir.
A los primeros los compadezco pero no les culpo; son víctimas del adoctrinamiento del “pensamiento único” y de las soflamas –que lanzan y seguirán lanzando los periodistas pelota de Ana Patricia Botín, y los medios de comunicación controlados directa o indirectamente por el Banco de Santander, es decir, prácticamente todos los grupos periodísticos de España desde Prisa hasta Mediaset, Vocento, El Español, Onda Cero, la Ser, la episcopal (que no cristiana) 13 TV, El Confidencial o OK Diario. Y a los segundos, a los que se suman de manera entusiasta los esbirros de George Soros en España como La Sexta, elDiario.es o la irreverente Mongolia, ni siquiera les repruebo: sencillamente me propongo seguir combatiéndolos.
Fíjense si será poco rentable esto de enfrentarse a los más poderosos que, hasta para poder salir de España, he tenido que recurrir a aportaciones de amigos y lectores; habrá quien hará burla de esto. Yo, por el contrario, me siento muy orgulloso de viajar “tan ligero de equipaje”, de practicar un periodismo cuyo éxito editorial es proporcionalmente inverso al fracaso comercial. O dicho en Román paladino “vivir al margen de la propaganda institucional y atacar, además, a quienes más tienen, nunca proporciona un saldo a favor en la cuenta de resultados”. Así deben entenderlo todos los pequeños accionistas de la empresa editora y quienes están suscribiendo nuevas participaciones en la ampliación de capital, por motivos de identificación ideológica o de admiración por el estilo periodístico que practicamos, pero nunca, supongo, con la voluntad de especular con un dinero que seguro les saldría mucho más a cuenta invertirlo en cualquier otro negocio.
A estos, y a quienes con cantidad, grande o chica, han colaborado en facilitar mi marcha, toda mi gratitud y mi compromiso de no defraudarlos.
Fuera como fuere me veo obligado a abandonar España sin ninguna causa judicial pendiente ni nada por el estilo; como ustedes ya saben, me voy porque mi vida corre peligro y, también, porque la seguridad de quienes amo (y que ninguna culpa tienen de las causas que yo defienda) estará mucho más garantizada cuanto más lejos me encuentre de ellos.
Y todo ello sin n una sola adhesión de Asociaciones de Prensa: normal, ¿qué se puede esperar de un país que otorga el premio de mejor periodista a Antonio García Ferreras?
Así es y esa es la única explicación real, un argumento que por supuesto no puede permitir el sistema y la “policía del pensamiento”: un periodista que abandona un país supuestamente democrático porque en España corre peligro su vida, porque los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, porque los servicios de inteligencia (CNI), lejos de ofrecerle el amparo que precisa son, potencialmente, algunos de sus más peligrosos enemigos.
En España no se cierra la boca de quien supone una amenaza para el “festín que tienen montado” pegándole un tiro entre ceja y ceja: hay otras muchas maneras de quitarlo de en medio. No hace falta que les haga una lista muy extensa de extrañas muertes con clarísimo beneficiario: Rita Barberá; Francisco José Yáñez Román; María del Mar Rodríguez Alonso (esposa de Tomás Burgos) que se suicidó en pleno juicio; Isidro Cuberos, pieza fundamental en el “caso Bárcenas” que tras una semana desaparecido fue encontrado su cadáver en un barranco; el juez del “caso Gürtel”, Antonio Pedreira, que en plena instrucción del sumario sufrió un oportunísimo infarto; el comerciante Juan Pérez jovenlandesa que dicen que decidió suicidarse; el empresario José Martínez Núñez imputado también en el “caso Gürtel” y que después de reconocer que él mismo había contratado a un sicario murió de casusas naturales; “un cazador cazado”: el sicario contratado por Martínez Núñez que posteriormente apareció ahorcado; Francisco Sánchez Arranz, el amigo de Correa y de “El Albondiguilla”, a quien encontraron muerto cuando fueron a entregarle su célula de imputación; Leopoldo Gómez, el amigo del marido de la exministro Ana Mato, fallecido también en extrañas circunstancias… hasta el último y reciente ¿suicidio?, el de María José Alcón, la exconcejal de Rita Barberá y esposa del exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, imputada en la financiación del Partido Popular. Y todo ello sin entrar en la lista de fiscales que, curiosamente, también han fallecido de manera oportuna, oficialmente por causas naturales y a quienes –al igual que a Emilio Botín- no se les practicó la autopsia del modo más irregular.
Así que quienes piensen que no ando sobrado de motivos para salir de España del modo más incógnito posible que se den una vuelta por la hemeroteca y repasen estos y un sinfín más de fallecimientos de extraordinario interés para los “amos del cortijo”.
Me voy porque prefiero que mi familia me tenga a miles de kilómetros de distancia, a que un mal día les entreguen mi cadáver dentro de una caja de pino.
Me voy porque sé muchas cosas muy importantes que podrían enviar a la guandoca, durante muchísimos años, a gente muy influyente de este país.
Me voy porque no me rindo, porque quiero seguir investigando los asuntos que llevamos en curso, desde la trama por el posible asesinato del Caso Botín a la Red de *******astia de San Sebastián, desde la financiación irregular del PP de Badajoz, hasta la pedofilia y los asesinatos, ya olvidados, del “Bar España”.
Me voy porque queremos hacer idéntico periodismo e investigar otras causas que se han dado por cerradas en España pese al dolor y la ruina de cientos de miles de personas, como los casos Forum Filatélico y Afinsa y en la que existe una más que sospechosa convivencia entre la justicia y los principales sospechosos de culpabilidad.
Me voy porque quiero seguir defendiendo unos valores jovenlandesales que aprendí de mis padres y que están completamente enfrentados a la “ideología de género".
Me voy porque me niego a aceptar el mensaje buenista en torno a la inmi gración y porque sin racismo posible alguno (soy católico y considero idénticamente digno a todo ser humano independientemente del tonalidad de su piel) quiero seguir denunciando la islamización de España y de Europa.
Me voy porque quiero seguir defendiendo de manera apasionada y sin ningún complejo la irrenunciable unidad de la patria.
Me voy porque esa patria en la que creo y a la que amo, nada tiene que ver con la España que defiende “la derechona liberal” que olvida que sin justicia social no existe unidad territorial que valga.
Me voy porque creo que la verdad y la justicia son categorías permanentes de razón a las que el periodismo se debe siempre.
Me voy porque quiero seguir denunciando al poderoso frente al débil por muy poca repercusión que tengan estas injusticias (como la sufrida por Victoria y Sofía, dos valencianas a quienes Bankia, una familia poderosa y una justicia corrupta les ha robado su farmacia, un solar con 8 plantas de edificabilidad y les deja en la puñetera calle).
Me voy para seguir defendiendo a Julio Paniagua, y a los miles de padres que como él les han robado sus hijos con el apoyo de una prensa al servicio del feminismo más rancio e injusto.
Y, como he dicho, no me voy para callar; me voy para seguir investigando, denunciando y publicando. Y eso lo haré, desde el día 2 de julio, con el nuevo periódico La Tribuna de España y, también, desde estas páginas que, por supuesto, se mantienen: La Tribuna de Cartagena.
Voy a vivir un día a día que, al menos por el momento, se presenta repleto de incertidumbre y carente de todo tipo de lujos, hasta el punto de poder jurar por lo más sagrado que me dispongo iniciar una vida, en algún lugar del Tercer Mundo, en condiciones de comodidad al más puro estilo franciscano.
Pero me voy haciendo lo que creo correcto: Dios nos concede a cada uno una serie de cualidades para que las pongamos al servicio del bien común y no para su uso y disfrute personal. Eso (mejor o peor) es lo que vengo haciendo desde hace años y lo que me gustaría hacer hasta el último de mis días.
Y finalizo confesándoles que me voy enfermo, tremendamente enfermo de un mal incurable: el amor a España. Como decía José Antonio Primo de Rivera “amamos a España porque no nos gusta”.
Y sólo le pido a Dios que conserve intactas mis convicciones y mi compromiso de intentar tras*formar la decadente España de hoy en una España grande y ancha para todos, muy especialmente para los más desfavorecidos.
Hasta siempre y que Dios les bendiga.
Josele Sanchez REFUGIADO POLÍTICO: Perseguido por las cloacas del estado #FenixCognitum - YouTube
Ni magnifico mis palabras, ni se trata de ningún ejercicio de victimismo: les aseguro que, en este momento me caen las lágrimas mientras aporreo las teclas de un ordenador que forma parte de la valija de este viaje, en palabras de Machado “ligero de equipaje”.
No faltarán estúpidos desinformados y bastardos malintencionados que tratarán de “vender” este Exilio como una operación comercial (porque la empresa Editora del periódico se encuentra en pleno proceso de ampliación de capital) o como mera mercadotecnia por la inminente aparición (el próximo 2 de julio) de La Tribuna de España que voy a dirigir.
A los primeros los compadezco pero no les culpo; son víctimas del adoctrinamiento del “pensamiento único” y de las soflamas –que lanzan y seguirán lanzando los periodistas pelota de Ana Patricia Botín, y los medios de comunicación controlados directa o indirectamente por el Banco de Santander, es decir, prácticamente todos los grupos periodísticos de España desde Prisa hasta Mediaset, Vocento, El Español, Onda Cero, la Ser, la episcopal (que no cristiana) 13 TV, El Confidencial o OK Diario. Y a los segundos, a los que se suman de manera entusiasta los esbirros de George Soros en España como La Sexta, elDiario.es o la irreverente Mongolia, ni siquiera les repruebo: sencillamente me propongo seguir combatiéndolos.
Fíjense si será poco rentable esto de enfrentarse a los más poderosos que, hasta para poder salir de España, he tenido que recurrir a aportaciones de amigos y lectores; habrá quien hará burla de esto. Yo, por el contrario, me siento muy orgulloso de viajar “tan ligero de equipaje”, de practicar un periodismo cuyo éxito editorial es proporcionalmente inverso al fracaso comercial. O dicho en Román paladino “vivir al margen de la propaganda institucional y atacar, además, a quienes más tienen, nunca proporciona un saldo a favor en la cuenta de resultados”. Así deben entenderlo todos los pequeños accionistas de la empresa editora y quienes están suscribiendo nuevas participaciones en la ampliación de capital, por motivos de identificación ideológica o de admiración por el estilo periodístico que practicamos, pero nunca, supongo, con la voluntad de especular con un dinero que seguro les saldría mucho más a cuenta invertirlo en cualquier otro negocio.
A estos, y a quienes con cantidad, grande o chica, han colaborado en facilitar mi marcha, toda mi gratitud y mi compromiso de no defraudarlos.
Fuera como fuere me veo obligado a abandonar España sin ninguna causa judicial pendiente ni nada por el estilo; como ustedes ya saben, me voy porque mi vida corre peligro y, también, porque la seguridad de quienes amo (y que ninguna culpa tienen de las causas que yo defienda) estará mucho más garantizada cuanto más lejos me encuentre de ellos.
Y todo ello sin n una sola adhesión de Asociaciones de Prensa: normal, ¿qué se puede esperar de un país que otorga el premio de mejor periodista a Antonio García Ferreras?
Así es y esa es la única explicación real, un argumento que por supuesto no puede permitir el sistema y la “policía del pensamiento”: un periodista que abandona un país supuestamente democrático porque en España corre peligro su vida, porque los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, porque los servicios de inteligencia (CNI), lejos de ofrecerle el amparo que precisa son, potencialmente, algunos de sus más peligrosos enemigos.
En España no se cierra la boca de quien supone una amenaza para el “festín que tienen montado” pegándole un tiro entre ceja y ceja: hay otras muchas maneras de quitarlo de en medio. No hace falta que les haga una lista muy extensa de extrañas muertes con clarísimo beneficiario: Rita Barberá; Francisco José Yáñez Román; María del Mar Rodríguez Alonso (esposa de Tomás Burgos) que se suicidó en pleno juicio; Isidro Cuberos, pieza fundamental en el “caso Bárcenas” que tras una semana desaparecido fue encontrado su cadáver en un barranco; el juez del “caso Gürtel”, Antonio Pedreira, que en plena instrucción del sumario sufrió un oportunísimo infarto; el comerciante Juan Pérez jovenlandesa que dicen que decidió suicidarse; el empresario José Martínez Núñez imputado también en el “caso Gürtel” y que después de reconocer que él mismo había contratado a un sicario murió de casusas naturales; “un cazador cazado”: el sicario contratado por Martínez Núñez que posteriormente apareció ahorcado; Francisco Sánchez Arranz, el amigo de Correa y de “El Albondiguilla”, a quien encontraron muerto cuando fueron a entregarle su célula de imputación; Leopoldo Gómez, el amigo del marido de la exministro Ana Mato, fallecido también en extrañas circunstancias… hasta el último y reciente ¿suicidio?, el de María José Alcón, la exconcejal de Rita Barberá y esposa del exvicealcalde de Valencia Alfonso Grau, imputada en la financiación del Partido Popular. Y todo ello sin entrar en la lista de fiscales que, curiosamente, también han fallecido de manera oportuna, oficialmente por causas naturales y a quienes –al igual que a Emilio Botín- no se les practicó la autopsia del modo más irregular.
Así que quienes piensen que no ando sobrado de motivos para salir de España del modo más incógnito posible que se den una vuelta por la hemeroteca y repasen estos y un sinfín más de fallecimientos de extraordinario interés para los “amos del cortijo”.
Me voy porque prefiero que mi familia me tenga a miles de kilómetros de distancia, a que un mal día les entreguen mi cadáver dentro de una caja de pino.
Me voy porque sé muchas cosas muy importantes que podrían enviar a la guandoca, durante muchísimos años, a gente muy influyente de este país.
Me voy porque no me rindo, porque quiero seguir investigando los asuntos que llevamos en curso, desde la trama por el posible asesinato del Caso Botín a la Red de *******astia de San Sebastián, desde la financiación irregular del PP de Badajoz, hasta la pedofilia y los asesinatos, ya olvidados, del “Bar España”.
Me voy porque queremos hacer idéntico periodismo e investigar otras causas que se han dado por cerradas en España pese al dolor y la ruina de cientos de miles de personas, como los casos Forum Filatélico y Afinsa y en la que existe una más que sospechosa convivencia entre la justicia y los principales sospechosos de culpabilidad.
Me voy porque quiero seguir defendiendo unos valores jovenlandesales que aprendí de mis padres y que están completamente enfrentados a la “ideología de género".
Me voy porque me niego a aceptar el mensaje buenista en torno a la inmi gración y porque sin racismo posible alguno (soy católico y considero idénticamente digno a todo ser humano independientemente del tonalidad de su piel) quiero seguir denunciando la islamización de España y de Europa.
Me voy porque quiero seguir defendiendo de manera apasionada y sin ningún complejo la irrenunciable unidad de la patria.
Me voy porque esa patria en la que creo y a la que amo, nada tiene que ver con la España que defiende “la derechona liberal” que olvida que sin justicia social no existe unidad territorial que valga.
Me voy porque creo que la verdad y la justicia son categorías permanentes de razón a las que el periodismo se debe siempre.
Me voy porque quiero seguir denunciando al poderoso frente al débil por muy poca repercusión que tengan estas injusticias (como la sufrida por Victoria y Sofía, dos valencianas a quienes Bankia, una familia poderosa y una justicia corrupta les ha robado su farmacia, un solar con 8 plantas de edificabilidad y les deja en la puñetera calle).
Me voy para seguir defendiendo a Julio Paniagua, y a los miles de padres que como él les han robado sus hijos con el apoyo de una prensa al servicio del feminismo más rancio e injusto.
Y, como he dicho, no me voy para callar; me voy para seguir investigando, denunciando y publicando. Y eso lo haré, desde el día 2 de julio, con el nuevo periódico La Tribuna de España y, también, desde estas páginas que, por supuesto, se mantienen: La Tribuna de Cartagena.
Voy a vivir un día a día que, al menos por el momento, se presenta repleto de incertidumbre y carente de todo tipo de lujos, hasta el punto de poder jurar por lo más sagrado que me dispongo iniciar una vida, en algún lugar del Tercer Mundo, en condiciones de comodidad al más puro estilo franciscano.
Pero me voy haciendo lo que creo correcto: Dios nos concede a cada uno una serie de cualidades para que las pongamos al servicio del bien común y no para su uso y disfrute personal. Eso (mejor o peor) es lo que vengo haciendo desde hace años y lo que me gustaría hacer hasta el último de mis días.
Y finalizo confesándoles que me voy enfermo, tremendamente enfermo de un mal incurable: el amor a España. Como decía José Antonio Primo de Rivera “amamos a España porque no nos gusta”.
Y sólo le pido a Dios que conserve intactas mis convicciones y mi compromiso de intentar tras*formar la decadente España de hoy en una España grande y ancha para todos, muy especialmente para los más desfavorecidos.
Hasta siempre y que Dios les bendiga.
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