(De "La Estrella Digital")
Liberales conspicuos y falsos socialdemócratas adoradores del becerro de oro y serviles de Don Dinero son aquí puestos en solfa por un excelente columnista.
Adiós Endesa, adiós
Luis de Velasco
La empresa privada española Endesa ha sido adquirida en su práctica totalidad por la empresa pública italiana Enel. Termina así una historia iniciada hace cerca de tres años y medio y termina con un final previsto, siempre negado por el Gobierno.
Basta echar un vistazo a las hemerotecas. Cuando apareció Enel, un curioso ministro de Industria de apellido Clos afirmó que la españolidad de Endesa estaba asegurada, cosa que ratificó el propio presidente del Gobierno. O mentían o eran unos ineptos, a elección del lector.
Conviene echar la vista unos años atrás. Cuando el PSOE llega al Gobierno en 1982, Endesa, la Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima, era una empresa pública que tenía unos beneficios de miles de millones de pesetas. La joya de la corona, para envidia y ataques del resto de las eléctricas, todas ellas privadas. Era una fuente saneada y segura de ingresos para el Fisco y un contraejemplo de la afirmación, constantemente repetida, de que las empresas privadas funcionan siempre mejor que las públicas. Demasiado para los cada vez más influyentes sectores en los gobiernos de entonces y en el PSOE, los que decidieron iniciar su privatización. Es cierto que los gobiernos del PP culminaron la misma pero el camino estaba iniciado y, además, por gentes autotitulados de izquierda, lo que hacía sencillo el continuar del PP.
Nunca se tuvo en cuenta, entre otras cosas, el carácter estratégico de una empresa energética, algo que hoy es reconocido por todo el mundo. Ese carácter estratégico es especialmente agudo en un país como el nuestro que depende en su gran mayoría de energía importada.
Algunos alegan que poco importa que la empresa este ahora en manos no españolas porque, además, está en manos de una empresa de la Unión Europea. Cuando el Gobierno defendía la españolidad de la empresa, por algo sería. Ese algo es lo que se resume en el "efecto sede". Quiere decir que donde esté el centro de decisión de la empresa es fundamental, y eso radica hoy no en España sino en Italia, y además no en una empresa privada sino en una pública, es decir, al albur de las decisiones de algo tan poco fiable como es un Gobierno italiano, el que sea.
El Gobierno de Zapatero ha desempeñado, directamente y a través de dudosos intermediarios, un papel clave en el desenlace de esta poco edificante historia que incluye como primer actor en el tiempo a la alemana E.On, como actor principal al "caballero blanco" Entrecanales y Acciona (uno de los darling del Gobierno), que se han embolsado unas jugosas plusvalías, y como triunfador a Enel. Sin duda que hay aspectos que exigen una explicación en cualquier democracia normal. Ocurre que la nuestra no lo es. El hecho cierto es que aquí se privatiza para terminar en manos de una empresa pública y, para colmo, italiana.
Liberales conspicuos y falsos socialdemócratas adoradores del becerro de oro y serviles de Don Dinero son aquí puestos en solfa por un excelente columnista.
Adiós Endesa, adiós
Luis de Velasco
La empresa privada española Endesa ha sido adquirida en su práctica totalidad por la empresa pública italiana Enel. Termina así una historia iniciada hace cerca de tres años y medio y termina con un final previsto, siempre negado por el Gobierno.
Basta echar un vistazo a las hemerotecas. Cuando apareció Enel, un curioso ministro de Industria de apellido Clos afirmó que la españolidad de Endesa estaba asegurada, cosa que ratificó el propio presidente del Gobierno. O mentían o eran unos ineptos, a elección del lector.
Conviene echar la vista unos años atrás. Cuando el PSOE llega al Gobierno en 1982, Endesa, la Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima, era una empresa pública que tenía unos beneficios de miles de millones de pesetas. La joya de la corona, para envidia y ataques del resto de las eléctricas, todas ellas privadas. Era una fuente saneada y segura de ingresos para el Fisco y un contraejemplo de la afirmación, constantemente repetida, de que las empresas privadas funcionan siempre mejor que las públicas. Demasiado para los cada vez más influyentes sectores en los gobiernos de entonces y en el PSOE, los que decidieron iniciar su privatización. Es cierto que los gobiernos del PP culminaron la misma pero el camino estaba iniciado y, además, por gentes autotitulados de izquierda, lo que hacía sencillo el continuar del PP.
Nunca se tuvo en cuenta, entre otras cosas, el carácter estratégico de una empresa energética, algo que hoy es reconocido por todo el mundo. Ese carácter estratégico es especialmente agudo en un país como el nuestro que depende en su gran mayoría de energía importada.
Algunos alegan que poco importa que la empresa este ahora en manos no españolas porque, además, está en manos de una empresa de la Unión Europea. Cuando el Gobierno defendía la españolidad de la empresa, por algo sería. Ese algo es lo que se resume en el "efecto sede". Quiere decir que donde esté el centro de decisión de la empresa es fundamental, y eso radica hoy no en España sino en Italia, y además no en una empresa privada sino en una pública, es decir, al albur de las decisiones de algo tan poco fiable como es un Gobierno italiano, el que sea.
El Gobierno de Zapatero ha desempeñado, directamente y a través de dudosos intermediarios, un papel clave en el desenlace de esta poco edificante historia que incluye como primer actor en el tiempo a la alemana E.On, como actor principal al "caballero blanco" Entrecanales y Acciona (uno de los darling del Gobierno), que se han embolsado unas jugosas plusvalías, y como triunfador a Enel. Sin duda que hay aspectos que exigen una explicación en cualquier democracia normal. Ocurre que la nuestra no lo es. El hecho cierto es que aquí se privatiza para terminar en manos de una empresa pública y, para colmo, italiana.
Última edición: