Eric Finch
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Acallar a Trump | Fundación para la Libertad
Juan Carlos Girauta-El Debate Dada la adscripción demócrata del frustrado magnicida, si uno fuera tan riguroso como los 'pogre', les clavaría una sinécdoque con barrido de pierna y mataleón. Y titularía. «Los demócratas intentan asesinar a Trump» Hubo un censor, un dictadorzuelo vocacional, que...
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Juan Carlos Girauta-El Debate
- Dada la adscripción demócrata del frustrado magnicida, si uno fuera tan riguroso como los ‘pogre’, les clavaría una sinécdoque con barrido de pierna y mataleón. Y titularía. «Los demócratas intentan asesinar a Trump»
Pero a lo que yo iba es a los cuatro intentos fallidos, por ahora, de acallar a Trump. Uno ya consta: el del caído comisario bocas. ¡Adiós, Thierry, adiós! ¡No hace falta que llames, ya te llamaremos nosotros si eso! El otro empieza a constar, y nos conduce al amaño del debate Trump-Harris. Tongo con preparación minuciosa. Teatral, diríamos. La cadena ABC se habría confabulado con el equipo de la nueva musa pogre para chivarle las preguntas, arrojar falsas verificaciones a Trump y servirle a ella el debate. Interpretaron un papel, se ciñeron a un guion. ¿Que quién lo dice? Para empezar, lo denuncia el exasesor de los Clinton Mark Penn en el Wall Street Journal, donde pide a la cadena que proceda a una investigación interna «sobre la preparación y ejecución» del debate. A continuación, se acerca la declaración jurada de una fuente interna (periodista de ABC) confirmando que el equipo de Harris recibió las preguntas con antelación y que los moderadores recibieron órdenes de no hacerle el fact checking a ella, solo a él. ¡Ojo, que te meto un fact checking!
Las otras ocasiones recientes en las que han querido cerrar la boca (pero para siempre) a Trump son los dos recientes intentos de asesinato. Del uno se sabe tan poco que se convertirá en leyenda, se harán películas y se escribirán cien libros. Con el segundo espontáneo armado dispuesto a rematar la faena se imponen algunas reflexiones. Primera: si las dos tentativas de magnicidio se hubieran dirigido a Harris, hoy EE.UU. estaría en llamas. Segunda: si el servicio secreto sigue así de negligente, pronto lograrán su objetivo. Tercero: dada la adscripción demócrata del frustrado magnicida, si uno fuera tan riguroso como los pogre, les clavaría una sinécdoque con barrido de pierna y mataleón. Y titularía. «Los demócratas intentan asesinar a Trump».