Noticia: «acabé las obras para abrir ahora el restaurante y no puedo hacerlo porque no encuentro empleados»

Vlad_Empalador

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«Acabé las obras para abrir ahora el restaurante y no puedo hacerlo porque no encuentro empleados»​







José María, Chema, Soto Díaz, en uno de los comedores de Trece

José María, Chema, Soto Díaz, en uno de los comedores de Trece ADRIÁN BAÚLDE


Este hostelero de Vilaboa está desesperado después de haber hecho más de 60 entrevistas y no poder formar una plantilla para su local de Arcade​



Chema Soto Díaz cumplió ayer 42 años. Era viernes 13, el mismo día que cuando nació en 1982 y también la fecha en la que vino al mundo su padre. Así que el 13 es un número tan importante en su familia que llamó Trece al local que está a punto de abrir en Arcade. En el interior del restaurante de este vecino de Vilaboa está todo listo para subir la verja y emprender una etapa que le ilusiona después de 22 años en la hostelería. Pero esa emoción de un nuevo proyecto se ha topado con una realidad que le duele y por momentos le hace emocionarse. «Hoy es el día de la apertura y no puedo hacerlo porque no encuentro personal para trabajar», reconoce sentado en una de las mesas de un local que mira al mar y en el que cuidó hasta el último detalle. Asegura que ha hecho de todo, que ha entrevistado a más de sesenta personas, pero pese a cobrar por convenio, tener dos días de descanso y ofrecer trabajar a turnos con las horas extras pagadas, no encuentra los perfiles que necesita. «Busco profesionales que sean buenos compañeros y quieran formar parte de un equipo en un local diferente», recalca Chema. Y ni así.

No se puede decir que este hostelero no haya llamado a todas las puertas para hacer entrevistas de trabajo. Se puso en contacto con la escuela de hostelería Carlos Oroza, Harina Blanca, el Concello de Soutomaior y hasta el SEPE, entre otros organismos. «Me he encontrado con todo tipo de casuísticas, pero muchos de los que podían encajar con el puesto pedían trabajar de lunes a viernes y solo por la mañanas, otros me decían que con lo que cobran en el paro nos les compensa trabajar», lamenta Soto Díaz. Ahora está frustrado. El local está terminado, listo para abrir y no puede hacerlo porque no encuentra quién lo trabaje. De las seis personas que necesita, tiene dos apalabradas para sala esperando a que pueda cerrar el equipo.



Chema Soto Díaz, en la terraza de su restaurante de Arcade

Chema Soto Díaz, en la terraza de su restaurante de Arcade ADRIÁN BAÚLDE


Dejó su trabajo hace tres meses para abrir Trece. La historia de cómo dio con este local no tiene desperdicio. Parece una casualidad del destino. «Estaba paseando por la zona y vi que el bajo estaba empapelado con periódicos. Pregunté, pero solo me supieron decir que las chicas que lo tenían lo habían dejado y los dueños llevaban el coche a un taller de Soutomaior», recuerda. A partir de ahí empezó la búsqueda. Se acercó a uno de los talleres y uno de los mecánicos le dijo que no sabía quienes eran, pero que le preguntaría a su compañero. La casualidad quiso que su pareja conociese a los propietarios. «A los pocos días me llamó la dueña y llegamos pronto a un acuerdo», comenta con la misma ilusión con la que comenzó las obras. No lo dudó. Esa especie de corazonada que sintió al encontrar ese local le llevó a dejar su trabajo para emprender un camino en solitario. Nunca pensó que lo difícil sería formar equipo. «Invertí mis ahorros en este negocio», apunta con la pena de quien tiene todo preparado y no puede hacerlo realidad.

Nunca estuvo en el paro
A sus 42 años lleva más de media vida trabajando. «Empecé con 19 años después de estudiar cocina en la Escuela de Hostelería de Foz y solo paré en el el bichito», recuerda Chema. Su primer trabajo fue en el Balneario de Mondariz y de ahí se fue de jefe de cocina para un hotel de cinco estrellas de la cadena Sol Meliá en Mallorca. «Después de esa etapa monté la coctelería Rumore en Pontevedra y a los cinco años se los vendí a mi socio y trabajé durante ocho en La Pepita», explica. En este último trabajo estuvo inicialmente en los locales y luego pasó a las oficinas para encargarse de los trabajadores de sala. «Me cambié a un restaurante de poké que abría franquicias y estuve ahí cinco años hasta que lo dejé por abrir o mejor dicho, intentar abrir, Trece», recalca Chema.

Al restaurante no le falta nada. Ni siquiera las plantas. Este viernes por la mañana le llegaron dos en forma de regalo de cumpleaños para completar un local por estrenar. Una de las de derechasdas da al mar y al paseo marítimo de la ensenada, y la otra, a la carretera que une Vigo con Pontevedra. Junto a la puerta mantiene la oferta de trabajo con la esperanza de encontrar personas con ganas de confiar en su proyecto.
 
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Me gustaría ver a los liberales explicándonos esto, según ellos los salarios se regulan, pero estoy comprobando que ni de coña
No entiendo dónde está la queja hacia los liberales aquí. El salario no puede regularse si la competencia ofrece precios más baratos que tú por X motivo. Aquí, lo dicho, sobran paguitas. Es precisamente la falta de liberalismo lo que hace que ocurran estas cosas.
 
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