fausal
Madmaxista
José María González, «Kichi», recibió una pitada en varios puntos de Cádiz mientras acompañaba a su progenitora detrás del paso del Nazareno en la madrugada del Jueves Santo. El alcalde gaditano se había negado a cumplir con una histórica tradición por la que quien ostenta su puesto actual entrega al Cristo la vara de mando de la ciudad para que procesione con ella y se limitó, dijo, a participar en el desfile solo para acompañar a su progenitora «como un ciudadano particular».
En Málaga, donde no gobierna Podemos, sino el PP, el alcalde, Francisco de la Torre, ignoró la petición de su colega Manuela Carmena de no recibir de manera oficial a los cuatro concejales populares que participaron en la procesión de la Paloma, hermanada con el Ayuntamiento de Madrid, que solo pudieron desfilar a título particular. Fue la primera vez en la historia que el Ayuntamiento de Madrid se ha negado a estar representado en los actos de esa hermandad malagueña.
En esa línea de sectarismo antirreligioso de la izquierda radical, el alcalde de Oviedo, el socialista Francisco López Martínez, ha impedido que la policía municipal escolte a los pasos que han desfilado por su ciudad esta semana y su colega de Barcelona, Ada Colau, ha vetado la presencia de la asociación de veteranos de la Legión en las procesiones de esa ciudad.
Esta tendencia, atemperada en Andalucía, comunidad presidida por una Susana Díaz cofrade de la Virgen de la Macarena, ha regresado cuatro años después del final de los mandatos de Zapatero en los que el laicismo oficial se llevó a extremos tan ridículos como el de impedir que las fuerzas armadas rindieran tributo a vírgenes y cristos que salían en procesión.
Las ordenanzas del Ejército fueron modificadas por la ministra de Defensa Carmen Chacón hasta el punto de prohibir que cualquier banda militar interpretara el himno nacional ante las sagradas imágenes. Las cofradías contrataron entonces a bandas de música particulares que hacían sonar el himno, momento en el que los militares presentes se cuadraban para saludar, precisamente delante de un Cristo o una Virgen.
El PP ni se molestó en derogar esas ordenanzas, simplemente durante el mandato de Rajoy se han dejado de cumplir. Este jueves, la banda de la Legión entonó el himno nacional mientras el Cristo de la Buena fin era conducido a su trono procesional y cuando el obispo de Málaga acabó la ceremonia pidiendo un «viva» a la imagen, un espectador remató la faena gritando un «¡viva España!» que fue coreado por miles de personas. Aunque la izquierda mas rancia se empeñe, la Legión, su Cristo y España vienen a ser para mucha gente parte de lo mismo.
Abucheos a Kichi, aplausos a la Legión
En Málaga, donde no gobierna Podemos, sino el PP, el alcalde, Francisco de la Torre, ignoró la petición de su colega Manuela Carmena de no recibir de manera oficial a los cuatro concejales populares que participaron en la procesión de la Paloma, hermanada con el Ayuntamiento de Madrid, que solo pudieron desfilar a título particular. Fue la primera vez en la historia que el Ayuntamiento de Madrid se ha negado a estar representado en los actos de esa hermandad malagueña.
En esa línea de sectarismo antirreligioso de la izquierda radical, el alcalde de Oviedo, el socialista Francisco López Martínez, ha impedido que la policía municipal escolte a los pasos que han desfilado por su ciudad esta semana y su colega de Barcelona, Ada Colau, ha vetado la presencia de la asociación de veteranos de la Legión en las procesiones de esa ciudad.
Esta tendencia, atemperada en Andalucía, comunidad presidida por una Susana Díaz cofrade de la Virgen de la Macarena, ha regresado cuatro años después del final de los mandatos de Zapatero en los que el laicismo oficial se llevó a extremos tan ridículos como el de impedir que las fuerzas armadas rindieran tributo a vírgenes y cristos que salían en procesión.
Las ordenanzas del Ejército fueron modificadas por la ministra de Defensa Carmen Chacón hasta el punto de prohibir que cualquier banda militar interpretara el himno nacional ante las sagradas imágenes. Las cofradías contrataron entonces a bandas de música particulares que hacían sonar el himno, momento en el que los militares presentes se cuadraban para saludar, precisamente delante de un Cristo o una Virgen.
El PP ni se molestó en derogar esas ordenanzas, simplemente durante el mandato de Rajoy se han dejado de cumplir. Este jueves, la banda de la Legión entonó el himno nacional mientras el Cristo de la Buena fin era conducido a su trono procesional y cuando el obispo de Málaga acabó la ceremonia pidiendo un «viva» a la imagen, un espectador remató la faena gritando un «¡viva España!» que fue coreado por miles de personas. Aunque la izquierda mas rancia se empeñe, la Legión, su Cristo y España vienen a ser para mucha gente parte de lo mismo.
Abucheos a Kichi, aplausos a la Legión
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