A la Manada Feminista jamás se le pide perdón

Deformación de masas

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Pablo Motos, célebre presentador del programa El Hormiguero, programa cuya línea política jamás ha sido otra que la pleitesía a la hegemonía progre, experimenta estos días el repruebo algorítmico de la podemia. La maquinaria del asesinato civil controlada por la extrema izquierda se ha puesto en marcha y esta vez es Pablo Motos quien tiene la diana en la frente. Todos los componentes de la máquina han sido activados. Las nubes de langostas tuiteras del triángulo rojo invertido se han lanzado contra el presentador y le picotean con millares de acusaciones y calumnias. Los periodiquillos digitales del apestoso ecosistema podemita, siempre bien engrasados con dinero público, disparan artículos sin parar. Aparecen vídeos con recopilaciones de los terribles incidentes machistas que se han ido sucediendo año tras año en El Hormiguero a la vista de millones de espectadores. Sale alguna entrevistada en el año de la Polka confesando que el desaprensivo Pablo Motos le hizo pasar un momento violento y humillante.


Ay Pablo. En el momento en que pidas perdón, habrás perdido, ¡y te lo merecerás!


Irene Montero no pide perdón, aunque por su culpa van 25 abusadores y forzadores que han salido a la calle a destiempo. La ex-cajera del Saturn, que (se siente) está donde está por ser la que en ese momento se estaba tirando el macho alfa del partido, con su Ley de cosa ha ido a rescatar a 25 malnacidos y los ha soltado en medio de las mujeres y las niñas españolas. No las que viven en su barrio de lujo, no, sino las del lumpen, las de una clase social mucho más baja que la nuestra. Cuando alguno de esos monstruos se abalance sobre una inocente, quizá deberemos aplicar el famoso conceto de la violencia machista vicaria, siendo el vicario el forzador y la emisaria, la ex-cajera.


No sólo no pide perdón, sino que ahora la libertadora de forzadores se ha tras*figurado en víctima, porque en el Parlamento le han dicho lo que sabe hasta el apuntador. Hasta le han organizado una manifestación de apoyo. Verás, Pablo, así funciona la podemia: jamás dejan caer a uno de los suyos y cerrarían filas en torno al mismísimo Ted Bundy, si Ted Bundy tuviera carné podemita. Hablamos de gente que ha cerrado filas en torno a tipejos que han golpeado a embarazadas o pateado a policías. Y no dejan caer a nadie, no porque no tengan escrúpulos (que también), no para aparentar ante los que no les votan (podría ser), sino para no desmoralizar a la tropa. Y es que la tropa que vota a Podemos, lo hace con una fe de cruzado hibridada con el fanatismo del terrorista islámico de cinturón-bomba. Lo único que puede hacerle dudar es la duda de sus amos. En Podemos saben que el más mínimo reconocimiento de culpa de Irene Montero es una estaca en el corazón del vampiro jefe, tras la cual todos los vampiros convertidos por él se evaporarán en el sitio.


Por eso buscan TU perdón. Lo ansían con codicia satánica. Ríete tú de Gollum con su anillo. Necesitan que pidas perdón, porque tu perdón es su exoneración, es una escenificación simbólica en la que tú hincas la rodilla y reconoces la supremacía de la manada feminista.


Si tienes huevones, Pablo, le dejarás claro a esta vampiresa, pues de sangre se alimenta -de la sangre de las víctimas de la violencia doméstica-, que pedirás perdón cuando ella haga lo propio con las víctimas de los criminales que su Ley chulísima ha dejado libres. Podrías jugar más fuerte y decirle que te disculparás cuando ella se practique lo que corresponde a la gravedad de su error (si es que fue tal): el seppuku japonés. ¿Alguien lo duda? ¿Cuántas gracietas machistas en un programa de la tele hacen falta para igualar la fechoría de poner en la calle a una alimaña que abusó de su hija de 6 años? Esto si tienes huevones. Si no, pedirás perdón públicamente, y estarás muerto antes de llegar a la n.

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