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Himbersor
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Franco fue un dictador y no existieron libertades políticas durante su mandato, pero los logros económicos y sociales de la Dictadura franquista fueron de tal magnitud que a ese período se le llamó el “milagro español”. Franco fue un dictador “mesiánico” cuyo aceptación y popularidad no tiene parangón en la historia moderna de nuestro país. La “leyenda de color” que se ha creado en torno al dictador es obra de los politicastros, que estuvieron proscritos durante la dictadura por deméritos propios, como comprobamos diariamente en la actualidad.
El crecimiento económico en la España franquista: una verdad que incomoda a la izquierda
Dejo este otro enlace a modo de ejemplo para comprobar la verdadera dimensión de los logros de la dictadura franquista. La guerra devastó el país y el expolio de los republicanos dejó en la miseria a los 24 millones de españoles de la época. El enlace es lo último publicado sobre el particular, en este caso sobre los nacionalistas vascos, pero el expolio republicano fue generalizado: se llevaron todo lo que pudieron; lo que no pudieron llevarse, lo destruyeron.
El oro desconocido del PNV: cómo consiguieron sacar siete mil millones de pesetas un mes antes de que Franco entrara en Bilbao
Como la notica es de pago, pongo el texto para quien esté interesado.
Obras de arte, joyas, oro, plata, billetes, valores... Un total de 6.498.000.000 pesetas del año 1937 en España salieron de Bilbao por mar, en distintos barcos, un mes antes de que la ciudad fuera tomada por las tropas franquistas durante la Guerra Civil. Miles de cajas que contenían el patrimonio «incautado por el Gobierno Provisional de Euskadi», relata el historiador Julen Lezamiz. Un tesoro desaparecido en buena parte, «como el resto de incautaciones cometidas por la República, incluido el oro trasladado a la URSS».
Si del oro de Moscú hay abundantes referencias, del oro del PNV se sabía muy poco, al menos hasta 2016, cuando Lezamiz concluye la tesis (inédita) Patrimonio bancario y artístico cultural vasco durante la Guerra Civil española, incautaciones, evacuaciones, embargos y pleitos en la Universidad del País Vasco, a la que ha tenido acceso La Lectura. Hechos que confirma el también historiador bilbaíno Carlos Olazábal, que sostiene que «cuando entraron los nacionales, no había nada en los bancos vascos».
Después de años buceando en los Archivos del Nacionalismo de la Fundación Sabino Arana, no sin dificultad, Lezamiz descubrió un informe de la Fiscalía republicana para depurar responsabilidades por la pérdida del Frente Norte durante la Guerra Civil. Un documento en francés llamó su atención: «Índice de obras de arte trasladadas a Francia y devueltas a sus propietarios». Era una lista de objetos pertenecientes a museos y entidades de Bilbao que habían sido evacuados de esta ciudad por el Gobierno vasco en 1937. Y tiró del hilo hasta dar con un colosal vaciado patrimonial. Ricardo Miralles Palencia, fallecido hace dos semanas, fue el director de la tesis de Lezamiz.
El origen de la historia se remonta al 23 de septiembre de 1936, dos meses después de la sublevación franquista. El Gobierno republicano decide centralizar toda la riqueza mueble creando por decreto del Ministerio de Hacienda un organismo, la Caja de Reparaciones, que tenía entre sus funciones «la de recibir toda clase de bienes procedentes de incautaciones por parte de los gobernadores civiles y de los comités provinciales del Frente Popular». Pero, dice Lezamiz, la Caja de Reparaciones no tuvo «ningún control en el País Vasco», donde en octubre de 1936 se constituye el Gobierno Provisional Vasco bajo la presidencia de José Antonio Aguirre. Lezamiz recoge en su tesis una frase muy significativa, dicha por el concejal del PNV Ambrosio Garbisu: «Todo el Gobierno vasco es hoy Hacienda, y Hacienda, ante todo y sobre todo, es nacionalista y como nacionalista procede». Mientras, las Juntas de Defensa de Vizcaya y de Guipúzcoa se incautan de bienes «tanto de personas jurídicas como naturales involucradas en el alzamiento».
La guerra avanza. Y el bloqueo franquista al Frente Norte da protagonismo a los Blockade runners, mercantes extranjeros, en su mayoría británicos, que burlaban los controles y abastecían al bando republicano, y que tendrían un papel decisivo en la salida del tesoro.
En mayo de 1937, ante el avance de las tropas franquistas, se suceden jornadas «trepidantes» en el seno del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que busca la manera de negociar la rendición de Bilbao. «El 5 de mayo, el lehendakari Aguirre toma el mando del Ejército de Euskadi y el 6 y el 7, el Vaticano ejerce de intermediario entre Franco y el PNV», cuenta Olazabal. El 20 de mayo, «en casa del fundador de Acción Nacionalista Vasca, Anacleto Ortueta, se reúnen los jefes de los batallones Gordexola, Aristimuño e Itxarkundia», que no ven más salida que la rendición. Esa misma noche, «Jose Antonio Aguirre y Juan de Ajuriaguerra, a la cabeza del Gobierno, deciden extraer toda la riqueza de Vizcaya y Guipúzcoa depositada en sus bancos con destino al extranjero».
Acababan de poner en marcha un expolio del patrimonio que solo regresaría, y no completo, a lo largo de la década de los 40. El 21 de mayo de 1937, «las autoridades del Gobierno vasco ordenaban cargar a bordo del Joyce Lewelyn, con destino teórico el Levante español, 7.293 cajas con el oro de todos los bancos de Vizcaya, de Guipúzcoa y de sus sucursales del Banco de España». Al día siguiente llega al puerto de La Rochelle, cambia su nombre por Seabank y al capitán se le ordena esperar. El 12 de junio, otras 2.065 cajas embarcaban en el Thurston y llegaban también a La Rochelle. En la madrugada del 13, el Thorpeball zarpa desde Bilbao hasta Burdeos con 30 cajas de joyas y alhajas y, el 16, la carga del Thurston era trasladada al Seabank, acogiendo éste en sus bodegas 9.538 cajas con los archivos del Gobierno del PNV, oro y fondos que «estuvieron a punto de desaparecer en el mercado internacional», dice Olazábal.
En junio del 37, tras el pacto de Santoña, Bilbao pasa a manos de los sublevados y un mes después «el registrador de la propiedad Nicolás Vicario denuncia al Gobierno Provisional Vasco por el expolio y traslado al extranjero de casi diez mil millones de pesetas», cuenta Lezamiz. «Al mismo tiempo, los bancos españoles solicitan al Tribunal Civil de La Rochelle el embargo de las cajas de los barcos». «Tras la victoria de los nacionales, la justicia francesa dicta sentencias favorables a Franco y, en agosto de 1939, el patrimonio vasco comienza a regresar a Bilbao». Parte de la riqueza incautada había sido trasladada Francia y Holanda y fue objeto de ulteriores embargos y pleitos derivados de las denuncias internacionales.
El crecimiento económico en la España franquista: una verdad que incomoda a la izquierda
Dejo este otro enlace a modo de ejemplo para comprobar la verdadera dimensión de los logros de la dictadura franquista. La guerra devastó el país y el expolio de los republicanos dejó en la miseria a los 24 millones de españoles de la época. El enlace es lo último publicado sobre el particular, en este caso sobre los nacionalistas vascos, pero el expolio republicano fue generalizado: se llevaron todo lo que pudieron; lo que no pudieron llevarse, lo destruyeron.
El oro desconocido del PNV: cómo consiguieron sacar siete mil millones de pesetas un mes antes de que Franco entrara en Bilbao
Como la notica es de pago, pongo el texto para quien esté interesado.
Obras de arte, joyas, oro, plata, billetes, valores... Un total de 6.498.000.000 pesetas del año 1937 en España salieron de Bilbao por mar, en distintos barcos, un mes antes de que la ciudad fuera tomada por las tropas franquistas durante la Guerra Civil. Miles de cajas que contenían el patrimonio «incautado por el Gobierno Provisional de Euskadi», relata el historiador Julen Lezamiz. Un tesoro desaparecido en buena parte, «como el resto de incautaciones cometidas por la República, incluido el oro trasladado a la URSS».
Si del oro de Moscú hay abundantes referencias, del oro del PNV se sabía muy poco, al menos hasta 2016, cuando Lezamiz concluye la tesis (inédita) Patrimonio bancario y artístico cultural vasco durante la Guerra Civil española, incautaciones, evacuaciones, embargos y pleitos en la Universidad del País Vasco, a la que ha tenido acceso La Lectura. Hechos que confirma el también historiador bilbaíno Carlos Olazábal, que sostiene que «cuando entraron los nacionales, no había nada en los bancos vascos».
Después de años buceando en los Archivos del Nacionalismo de la Fundación Sabino Arana, no sin dificultad, Lezamiz descubrió un informe de la Fiscalía republicana para depurar responsabilidades por la pérdida del Frente Norte durante la Guerra Civil. Un documento en francés llamó su atención: «Índice de obras de arte trasladadas a Francia y devueltas a sus propietarios». Era una lista de objetos pertenecientes a museos y entidades de Bilbao que habían sido evacuados de esta ciudad por el Gobierno vasco en 1937. Y tiró del hilo hasta dar con un colosal vaciado patrimonial. Ricardo Miralles Palencia, fallecido hace dos semanas, fue el director de la tesis de Lezamiz.
El origen de la historia se remonta al 23 de septiembre de 1936, dos meses después de la sublevación franquista. El Gobierno republicano decide centralizar toda la riqueza mueble creando por decreto del Ministerio de Hacienda un organismo, la Caja de Reparaciones, que tenía entre sus funciones «la de recibir toda clase de bienes procedentes de incautaciones por parte de los gobernadores civiles y de los comités provinciales del Frente Popular». Pero, dice Lezamiz, la Caja de Reparaciones no tuvo «ningún control en el País Vasco», donde en octubre de 1936 se constituye el Gobierno Provisional Vasco bajo la presidencia de José Antonio Aguirre. Lezamiz recoge en su tesis una frase muy significativa, dicha por el concejal del PNV Ambrosio Garbisu: «Todo el Gobierno vasco es hoy Hacienda, y Hacienda, ante todo y sobre todo, es nacionalista y como nacionalista procede». Mientras, las Juntas de Defensa de Vizcaya y de Guipúzcoa se incautan de bienes «tanto de personas jurídicas como naturales involucradas en el alzamiento».
La guerra avanza. Y el bloqueo franquista al Frente Norte da protagonismo a los Blockade runners, mercantes extranjeros, en su mayoría británicos, que burlaban los controles y abastecían al bando republicano, y que tendrían un papel decisivo en la salida del tesoro.
En mayo de 1937, ante el avance de las tropas franquistas, se suceden jornadas «trepidantes» en el seno del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que busca la manera de negociar la rendición de Bilbao. «El 5 de mayo, el lehendakari Aguirre toma el mando del Ejército de Euskadi y el 6 y el 7, el Vaticano ejerce de intermediario entre Franco y el PNV», cuenta Olazabal. El 20 de mayo, «en casa del fundador de Acción Nacionalista Vasca, Anacleto Ortueta, se reúnen los jefes de los batallones Gordexola, Aristimuño e Itxarkundia», que no ven más salida que la rendición. Esa misma noche, «Jose Antonio Aguirre y Juan de Ajuriaguerra, a la cabeza del Gobierno, deciden extraer toda la riqueza de Vizcaya y Guipúzcoa depositada en sus bancos con destino al extranjero».
Acababan de poner en marcha un expolio del patrimonio que solo regresaría, y no completo, a lo largo de la década de los 40. El 21 de mayo de 1937, «las autoridades del Gobierno vasco ordenaban cargar a bordo del Joyce Lewelyn, con destino teórico el Levante español, 7.293 cajas con el oro de todos los bancos de Vizcaya, de Guipúzcoa y de sus sucursales del Banco de España». Al día siguiente llega al puerto de La Rochelle, cambia su nombre por Seabank y al capitán se le ordena esperar. El 12 de junio, otras 2.065 cajas embarcaban en el Thurston y llegaban también a La Rochelle. En la madrugada del 13, el Thorpeball zarpa desde Bilbao hasta Burdeos con 30 cajas de joyas y alhajas y, el 16, la carga del Thurston era trasladada al Seabank, acogiendo éste en sus bodegas 9.538 cajas con los archivos del Gobierno del PNV, oro y fondos que «estuvieron a punto de desaparecer en el mercado internacional», dice Olazábal.
En junio del 37, tras el pacto de Santoña, Bilbao pasa a manos de los sublevados y un mes después «el registrador de la propiedad Nicolás Vicario denuncia al Gobierno Provisional Vasco por el expolio y traslado al extranjero de casi diez mil millones de pesetas», cuenta Lezamiz. «Al mismo tiempo, los bancos españoles solicitan al Tribunal Civil de La Rochelle el embargo de las cajas de los barcos». «Tras la victoria de los nacionales, la justicia francesa dicta sentencias favorables a Franco y, en agosto de 1939, el patrimonio vasco comienza a regresar a Bilbao». Parte de la riqueza incautada había sido trasladada Francia y Holanda y fue objeto de ulteriores embargos y pleitos derivados de las denuncias internacionales.