A cambio de euros, títulos universitarios a tutiplén para chinos que no hablan español

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“Antes de entrar en la facultad hice un examen oficial de español, pero lo suspendí porque no entendía nada de lo que me preguntaban. Luego nadie me obligó a hacer ninguna prueba de idioma para acceder a la universidad”, cuenta Bing Chang. Este estudiante de tercero del grado de Comercio se expresa con muchas dificultades, a pesar de llevar cuatro años viviendo en España.

Mediados de febrero de 2018. Son las 13:00. La cafetería de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) está casi llena y gran parte de las mesas están ocupadas por alumnos chinos que comen menú del día. Esa facultad acoge este curso a 560 estudiantes de esa nacionalidad del total de 2.045 matriculados en el conjunto de la UCM, es decir, uno de cada cuatro.

Bing Chang come junto a otros tres compatriotas que cursan sus mismos estudios. Aún tienen más dificultades que él para comunicarse. Por esa razón, se erige en portavoz. Este joven originario de la provincia de Sichuan cuenta: “Llegué aquí porque quería aprender español, pero es muy difícil para nosotros. Es cierto que la mayoría de mis amigos son chinos porque la cultura es diferente y nos cuesta mucho relacionarnos con otros compañeros”.

La presencia de alumnos chinos que carecen de un dominio básico del idioma en ciertos programas pone en entredicho la reputación de los centros

En muchas de las asignaturas de grado y másteres de Comercio y Turismo el número de chinos en las aulas se acerca a la mitad o supera esa proporción. No es una excepción, ocurre en otras universidades y facultades. Otros estudiantes no chinos de cuarto curso del grado de Comercio sentados en la misma cafetería se quejan amargamente de los problemas que sufren por la presencia masiva de compañeros que no poseen un nivel mínimo de español. Además, hablan de un efecto llamada hacia esa facultad por la facilidad de los chinos en lograr titulaciones.

Alumnos chinos en la cafetería de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense. (MGR)
Alumnos chinos en la cafetería de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense. (MGR)
Alex Tupiza, de Ecuador, es delegado de alumnos este año y recibe muchas quejas de sus compañeros: “Da la impresión de que los exámenes no los hacen o se les alza la mano en las notas porque no entendemos, a parte de que entorpezcan el aprendizaje, que puedan aprobar sin manejar el idioma”.

Su amiga Teresa Benavente asegura que “los chinos tienen fama de conseguir los exámenes por adelantado, por eso tienen mala prensa entre el resto de estudiantes”. Añade esta universitaria española: “Invertimos tiempo y dinero en nuestra formación para luego encontrarnos que una gran parte de la clase, que no se relaciona con nosotros, ralentiza la enseñanza y no podemos hacer trabajos en equipo con ellos porque no saben español”.

En 2007, apenas eran 1.200 chinos; en el año académico que finalizó en 2017 ya eran 8.464 los matriculados en estudios universitarios

Es muy probable que en 2019 Bing Chang obtenga su título universitario de graduado en Comercio por la UCM. Ejemplifica lo que está ocurriendo en muchas universidades públicas y privadas españolas con el auge de estudiantes chinos. En 2007, apenas fueron 1.200; en el año académico que finalizó en 2017 ya eran 8.464 chinos matriculados en estudios de grado, máster y doctorado, según los datos facilitados por el Ministerio de Educación. Casi siete veces más, debido en gran parte a que en 2007 se firmó el acuerdo entre Pekín y Madrid para la homologación recíproca de títulos. Para el presente año, el ministerio no tendrá los números consolidados hasta mayo, pero serán más. La embajada de China cifra el total en 14.000 a día de hoy, incluyendo a los que estudian en centros universitarios de enseñanza de idiomas.

Por ley, las competencias de cobro de matrícula están derivadas a las comunidades autónomas. En las universidades públicas de regiones como la madrileña, los alumnos extranjeros no comunitarios como son los chinos pagan en estudios de grado hasta cuatro veces más por matrícula que los españoles y europeos, y abonan el doble en másteres. Este diario expone en este reportaje que, a cambio de unos ingresos extra para paliar sus maltrechas cuentas, la universidad española acepta en programas académicos y otorga títulos oficiales a estudiantes chinos que no dominan el idioma a un nivel aceptable para seguir estudios superiores.

Estas afirmaciones se hacen tras haber consultado a numerosos alumnos chinos y no chinos, después de haber pulsado la opinión de una decena de profesores y de varios responsables políticos de diversas instituciones educativas y políticas de España y China, además de haber analizado datos estadísticos oficiales.

La numerosa presencia de alumnos chinos que carecen de un dominio básico del idioma en ciertos programas pone en entredicho la reputación de muchas universidades. Redunda negativamente en la calidad de la enseñanza, enoja al resto de estudiantes porque perciben que se ralentiza el aprendizaje y porque observan una discriminación positiva a favor de los compañeros asiáticos. A su vez, los profesores se ven incapaces de lidiar con alumnos que no entienden los contenidos de las materias y que no se adaptan al sistema universitario español. Los docentes sienten que el negocio prima sobre la calidad de la enseñanza y que el afán recaudatorio de los órganos rectores de las universidades los deja en una posición de debilidad ante un problema nuevo cuya solución metodológica no está planificada.

Entretanto, los estudiantes procedentes del gigante asiático van llegando a España por tres motivos primordiales: conseguir un título europeo que les abra más oportunidades en el mercado laboral de su país, para fijar su residencia en España y trabajar aquí o para dar el salto a Latinoamérica, donde China tiene cada vez más intereses económicos. Si bien la tendencia general es que vuelvan a su país después de finalizar sus estudios.

También los estudiantes chinos se quejan porque se les requiere igual nivel que al resto de alumnos y porque algunos docentes los discriminan. La alta exigencia de su sistema educativo en origen y su miedo al fracaso les lleva en ocasiones a usar artes como el plagio o el soborno a profesores.

China, un gran caladero
Los planes estratégicos de internacionalización en las universidades españolas se redefinieron y fortalecieron con la crisis económica. “La crisis provocó que se buscaran alumnos donde fuera. El mercado chino es muy atractivo porque hay una clase media en auge y pensamos que era un buen caladero para captar potenciales estudiantes”, explica el vicerrector de Internacionalización de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), Abraham Duarte.

La crisis provocó que se buscaran alumnos donde fuera. El mercado chino es muy atractivo porque hay una clase media en auge

Las políticas legítimas de captación de alumnos chinos no son exclusivas de las universidades españolas. Antes al contrario, llegaron tarde a ese mercado porque en otros países con sistemas de formación superior más sólidos llevan más de 20 años atrayendo con políticas activas a nacionales del gigante asiático. Las reformas de apertura y expansión de la economía china incluyen la exportación de estudiantes para que luego esas personas bien formadas lleven las riendas de las empresas internacionalizadas, cuenta ‘in extenso’ Lu Jingsheng, coordinador nacional de la enseñanza del español en el Ministerio de Educación chino.

Pero antes de seguir dando voz a los protagonistas que ilustran la problemática, veamos algunos datos que dan buena cuenta de esa expansión de estudiantes chinos por el mundo y España.

Según la Oficina de Estadísticas de China, en 2000 eran 38.989 los jóvenes de su país formándose en el extranjero; en 2015 había ya 523.700. Los datos más actualizados que ofrece la Unesco hablan de 907.251 en 2016.

Los hijos de ricos no vienen a España, se van a Estados Unidos o Reino Unido. Aquí vienen principalmente jóvenes de clases medias

En el listado de países cuyas universidades acogen a más chinos destaca Estados Unidos, con 291.063 en 2016. Le siguen en la clasificación Australia y Reino Unido, con 97.387 y 86.204 respectivamente.

Asimismo, los chinos son la primera comunidad de estudiantes extranjeros universitarios entre muchos de los países más punteros, como Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia o Alemania. Según la Unesco, en 2016 estas dos últimas naciones europeas daban formación a 25.388 y 23.616 alumnos chinos, respectivamente.

Los hijos de los más pudientes van principalmente a países anglosajones. Lo confirma la encargada de la Oficina de Asuntos Educativos de la embajada de China en Madrid, Zhong Xiwei: “Los hijos de ricos no vienen a España, se van a Estados Unidos o Reino Unido. Aquí vienen principalmente jóvenes de clases medias”.

Pero esa clase media empieza a ser muy numerosa en un país de 1.400 millones de habitantes. De ahí el incremento también en España de estudiantes universitarios chinos. En el curso 2016-2017, eran ya la tercera comunidad extranjera en las 82 universidades públicas y privadas de nuestro país, según datos del Ministerio de Educación. Había 8.464 matriculados en estudios oficiales de grado, máster y doctorado. Solo por detrás de italianos y colombianos, aunque cuando se consoliden los datos del presente curso en mayo próximo, la china será posiblemente la comunidad universitaria extranjera más numerosa.


En lo que se refiere al número absoluto de matriculaciones de alumnos chinos, las universidades públicas lideran el ‘ranking’ en los últimos cinco cursos (desde 2013-2014 hasta el presente 2017-2018). Cuatro de ellas son de Madrid.


La Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) se cuela en los primeros puestos gracias a que ha apostado fuerte por los estudios asiáticos y de Filología Hispánica y ha llegado a acuerdos con el Consejo de Becas de China (CSC) para atraer estudiantes de ese país, sobre todo de posgrado. Así, tres de cada cuatro estudiantes chinos de la UAB en el presente curso realizan máster o doctorado. “Los estudiantes que vienen del CSC son muy buenos porque vienen seleccionados entre los mejores de sus universidades. Al ser muy fuertes en Filología Hispánica y en ciertas líneas de investigación científica en doctorado, que se realiza primordialmente en inglés, nuestros alumnos chinos no tienen problemas con el idioma”, explica Màrius Martínez, vicerrector de Relaciones Internacionales de la UAB.

En las otras universidades que lideran el listado, todas de Madrid, admiten mayoritariamente a estudiantes de grado. El uso del catalán en los grados de Cataluña retrae a los estudiantes chinos. En el caso de la Complutense, de los 2.045 estudiantes chinos matriculados este curso, la gran mayoría son de grado: 1.504.

Según las especialidades de cada institución formativa y su prestigio alcanzado en ciertas áreas, las agencias y los intermediarios privados que trabajan con las universidades para traer jóvenes chinos dirigen a los estudiantes a unos estudios u otros. Así, por ejemplo, la URJC, muy identificada desde sus orígenes con la especialidad de Derecho, seduce a la mayoría de sus alumnos chinos para que estudien en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Hasta 188 de sus 223 chinos matriculados en grado durante el curso actual están en esa facultad.

En términos relativos, en los cuatro cursos que van desde 2013 a 2017, si se compara el total de la población extranjera matriculada en las universidades y el número de matriculaciones de chinos, cinco instituciones públicas madrileñas lideran el ‘ranking’. Destaca la UCM, en cuyas aulas hasta uno de cada cuatro extranjeros es chino.


“Yo querer usted venir mañana”
Los profesores universitarios, los estudiantes y los gestores admiten que la lengua es la gran barrera para que la enseñanza fluya de forma aceptable en aquellos programas donde hay una gran presencia de chinos. Coincide la mayoría de consultados en que tienen muy buena formación matemática y estadística, pero su masiva presencia en ciertas especialidades donde la lengua es la materia prima de trabajo lastra su propia formación y la del conjunto de los alumnos.

Solo tres ejemplos: en el Máster Universitario en Investigación Aplicada a Medios de Comunicación de la Universidad Carlos III, 23 de los 32 alumnos del curso presente son chinos. En el Máster en Consumo y Comercio de la UCM hay nueve chinas de 23 estudiantes. En el caso del Máster en Comunicación Social de la UCM, un posgrado de dos años, son 17 de un total de 22 en el segundo curso.

Una de las alumnas de ese último programa, Mari Paz Guijaldo, se muestra muy contrariada por la situación: “Solo una chica de los 17 chinos tiene un nivel de español adecuado para seguir los estudios porque tiene un novio de aquí y muestra mucho interés, el resto pasa de la formación y su único objetivo es volver a su país con un título europeo”.

Imagínate a 20 chinos exponiendo un trabajo en clase de manera monótona e incomprensible, es insoportable, me siento estafado

Su compañero Fernando Clavero es aún más crítico: “Venía de Talavera de la Reina [Toledo] para conocer gente, tener buenas experiencias, y lo que me encuentro son 20 compañeros con los que no puedo hablar porque solo hablan chino y que además no quieren relacionarse conmigo porque solo lo hacen entre ellos”. Clavero se queja de que tampoco se puede trabajar con ellos en los trabajos de equipo que les piden los profesores: “Cuando los profes les mandan tareas, siempre copian de su Google [Baidu] y los entregan perfectos. Sabemos de alumnos chinos que estudiaron en otros años los colgaron en una nube y de ahí los descargan y hacen corta-pega, pero a la hora de exponerlos en clase lo leen con un papelito y ni aun así se les entiende”. Añade Clavero: “Imagínate a 20 chinos exponiendo un trabajo en clase de manera monótona e incomprensible, es insoportable, siento que estoy perdiendo mi dinero y mi tiempo de formación, me siento estafado”.

Cristina de Blas hace un análisis similar. Ella terminó el curso pasado el Máster en Desarrollo de Técnicas Neurocognitivas en Organizaciones Empresariales de la URJC. En su clase había una veintena de chinos del total de 57. “La directora fomentaba un entorno intercultural, pero en el caso de los chinos no resultó bien porque no sabían español y se aislaban del resto del grupo”.

La directora de ese posgrado desde que se pusiera en marcha en 2012, Lucía Sutil, confirma que ese curso “fue muy complicado de gestionar, un año doloroso porque hubo muchos problemas con la comunicación y se crearon dos bandos: los chinos y los no chinos”. Este año no tienen ningún chino.

Generalmente, en las universidades el filtro para acceder a un máster o no depende de la dirección de cada programa. Es decir, son los directores quienes establecen el requisito de si hacer exámenes de idioma o no. “En los cinco primeros años tuvimos chinos, pero este año solo repetidores. La razón es que antes les hacíamos una prueba de español escrita y nos mentían, copiaban, pero este curso, dada la mala experiencia del año pasado, lo hemos hecho oral y no lo aprobó ninguno”, cuenta Sutil.

Del el problema idiomático y cultural es conocedor el coordinador nacional de la enseñanza del español ante el Ministerio de Educación chino, Lu Jingsheng. “La gramática y la morfología del español, sobre todo la conjugación verbal, es muy difícil para los chinos. Nosotros decimos ‘Yo querer usted venir mañana’, porque no hay flexión verbal”, explica Jingsheng.

Juan Luis Conde es profesor de Filología Latina en la UCM. Enseña latín a grupos de Filología Hispánica donde hasta un tercio de alumnos son chinos que en su gran mayoría no tienen un dominio mínimo de español. El latín… “¿Cómo le enseñas a un chino qué es un acusativo? Es una farsa que estos estudiantes ingresen en grados y másteres cuando no dominan la lengua, además de un agravio para los alumnos españoles que suspenden la selectividad”, sostiene Conde. Afirma este profesor que la situación actual “lastra las clases, por eso hay dos opciones: o ignorarlos, que es lo que hace la mayoría de profesores, o atenderlos, lo que tiene consecuencias negativas para el ritmo de enseñanza y la carga de trabajo en el despacho”.

Ton Gao y Mujia Wang son dos alumnas de Conde. Una charla con ellas, ambas alumnas de primero de Hispánicas, refrenda los problemas idiomáticos y socioculturales de los estudiantes chinos. A pesar de que estudiaron español en el bachillerato y llegaron a Madrid unos meses antes de comenzar la carrera para mejorarlo, se hacen entender con mucha dificultad. Lo reconocen y al mismo tiempo aseguran que se esfuerzan mucho. Pero solo comparten ocio y apartamento con chinos, lo que dificulta su integración. “No he encontrado a compañeros interesados en la cultura china, por eso no sé qué hablar con ellos”, cuenta Mujia Wang. Por su parte, Ton Gao pide mayor generosidad a los docentes porque les exigen el mismo nivel que al resto de estudiantes: “Somos muy estudiosas, pero me gustaría que los profesores fueran más majos con nosotras porque suspender en China o sacar malas notas es vergonzante”.

Esa necesidad de aprobar de los estudiantes para mantener sus becas o no sonrojarse ante los padres que están sufragando su formación les lleva habitualmente a realizar actos que son ajenos a la cultura universitaria española. El plagio de los trabajos exigidos y copiar en los exámenes es una denuncia constante entre todos los profesores consultados para este reportaje. Varios han contado a este diario que se dan intentos de soborno para aprobar asignaturas.

Isabel Martín es profesora en la Facultad de Ciencias de Comunicación de la UCM. Detalla que existe un expediente abierto por intento de sobornos a profesores con cheques regalo de El Corte Inglés por parte de un alumno chino del grado de Periodismo. “Un alumno entregó un cuadernillo de notas a un profesor en su despacho. Luego el profesor se encontró un par de cheques de 100 euros cada uno entre las hojas y lo denunció”. Continúa contando Martín: “El profesor no quiso examinarlo y le hice yo misma el examen, pero me entregó otro cheque de 100 euros y se lo reproché. Contestaba nervioso sin parar: ‘No entiendo nada, no entiendo nada’, mientras abría su mochila y se le caían por el suelo más cheques regalo”.

Las vergüenzas del sistema al desnudo
La barrera del idioma de los estudiantes sinohablantes, agravada por el déficit en los filtros de control de nivel para admitirlos y al final otorgarles titulaciones superiores como al resto de alumnos, tiene unas consecuencias en la calidad y la reputación de los centros formativos superiores.

“No entiendo cómo puede haber chinos en cuarto curso de los grados ni en másteres oficiales de la facultad, donde son mayoría muchas veces. ¿Cómo das clase sobre historia del periodismo español a alguien que no domina ni la lengua ni el contexto?”. Quien así se expresa es Arturo Gómez Quijano, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM.

ste profesor va más allá y dice que “el problema de los alumnos chinos es solo una señal de alarma de otro mayor: la falta de exigencia de nuestras universidades, que conlleva una falta de credibilidad académica”. Apunta Gómez Quijano que “debido a la pirámide demográfica española en involución, las universidades se han lanzado a hacer negocio con los chinos, pero sus gestores no reparan en que el profesor no ha tenido tiempo de adaptarse metodológicamente a esta nueva realidad, lo que descubre las vergüenzas de nuestro sistema”.

La búsqueda de prestigio, la calidad académica y el negocio no van bien acompasados aún. Ana Isabel Rosado, profesora en la Facultad de Comercio y Turismo, es empática con el problema idiomático de los chinos. De hecho, creó en 2011 el programa ‘Buddy’ (compañero en inglés) para integrar a alumnos chinos y españoles y que se enseñaran mutuamente sus lenguas. Pero el éxito del proyecto es relativo, solo hay cinco parejas en el conjunto de la UCM.

A pesar de su voluntad por solucionar el problema, se muestra muy crítica: “La UCM no puede tirar a la sarama su reputación regalando títulos a gente que no sabe español”. Agrega esta docente de Comercio: “Yo les digo que escuchen las noticias en la radio, que lean los diarios, pero no lo hacen… Entonces les pregunto por qué lloran y se quejan tanto. He impartido clases en la London School of Economics y también allí hay muchos, pero no se la juegan porque es caro estudiar, de modo que se pasan un año aprendiendo inglés antes de matricularse”.

“Yo soy una excepción, soy la única que suspende en el máster porque no quiero que se produzca un efecto llamada de que esto es jauja, porque no quiero que los españoles nos denuncien por discriminación y porque hay que salvaguardar la reputación de la universidad”, sostiene la profesora de Periodismo de la UCM Isabel Martín. En el posgrado que imparte de Comunicación Social, de dos años de duración, Martín suspendió en junio pasado a todos los chinos que tenía salvo a una alumna, “aunque luego es cierto que aprobaron en septiembre porque presentaron sus trabajos”.

Además de la reputación está el negocio, claro. Resulta necesario preguntarse si el máster donde imparte clases Isabel Martín, cuyo alumnado es de origen chino en un 80%, sería viable sin su presencia. Un hecho es insoslayable: en las universidades de la Comunidad de Madrid los extranjeros no comunitarios pagan el doble de matrícula por los másteres que los españoles.

Lucía Sutil, directora del máster de Neuromanagement, afirma que en la URJC hay másteres donde el 90% de los estudiantes son chinos. “Nos costó mucho cumplir con los requisitos oficiales para poner en marcha el máster y yo, como directora, me niego a seguir con muchos chinos”, asegura Sutil. Admite asimismo que los profesores de máster cobran más por hora si tienen más alumnos y apunta que muchos directores de posgrado se ven obligados a admitir a chinos para mantener los programas.

Una de las miserias del sistema radica en que son agencias privadas las que median entre las universidades españolas y las instituciones y alumnos de China. “En los másteres se les dice a los coordinadores que tienen que aprobar. Hay pactos en los convenios que establecen normas para aprobar a los chinos”, explica Isabel Sánchez, una de las pioneras en establecer metodologías de enseñanza del español para sinohablantes en 2004 desde la Universidad de Jaén, donde es ahora responsable del área de español del Centro de Estudios Avanzados de Lenguas Modernas. Ideó un programa de 850 horas de español para chinos de forma que entraran en las universidades andaluzas con un nivel. Pero ya con la primera hornada de estudiantes llegaron las frustraciones porque no alcanzaban el nivel básico.

Sánchez juzga con dureza a las universidades que se han rendido al negocio. “Es necesario elegir entre primar el rigor académico o el negocio. Nosotros optamos por lo primero”, asegura la profesora de la Universidad de Jaén.

Otra internacionalización es posible
Los dos problemas que plantea la novedosa y masiva presencia de alumnos chinos en ciertos estudios universitarios son su falta generalizada de dominio del español y la falta de adecuación de los programas académicos a un tipo de alumnos con deficiencias idiomáticas y diferencias culturales.

En cuanto a esto último, el vicerrector de Relaciones Internacionales de la UAB, Màrius Martínez, lo tiene claro: “Yo no paso patatas calientes a los colegas, sino que primero les pregunto qué tipo de alumnos quieren en sus estudios, luego me pongo a trabajar para internacionalizar la UAB en función de sus necesidades”. Añade Martínez, que ha establecido una intensa labor de contactos con universidades de China: “Yo no impongo un tipo de estudiantes a los programas de las facultades, el proceso es justo al contrario, primero les pregunto y luego les ayudo a conseguir el perfil de alumno que requieren en el país adecuado”.

Isabel Sánchez insiste en esa idea: “Es un error masificar las aulas con alumnos chinos porque eso es pan para hoy y hambre para mañana, ya que ellos mismos no quieren ir donde hay muchos chinos y van a ir buscando el prestigio más allá de otras cosas”.

Sobre cómo solucionar el problema lingüístico y sociocultural que está tan extendido a día de hoy y que provoca el aislamiento de los chinos en las aulas, José Ignacio Díez Fernández, director del Centro Complutense de la Enseñanza del Español, tiene claro que todos los extranjeros que no dominen el idioma, incluidos los chinos, deberían pasar unos meses por su centro antes de incorporarse a estudios oficiales de la UCM. “Las diferencias culturales son importantes, pero hay una cuestión de base, si los chinos dominan el idioma, entonces los problemas desaparecen”.

Cada facultad y cada dirección de máster son soberanas para solicitar certificados oficiales de español o para hacerles exámenes específicos en sus centros. El vicerrector de Internacionalización de la URJC, Abraham Duarte, informa de que es necesario acreditar un nivel B1, intermedio bajo, en el caso de su universidad. Este diario ha verificado que esta norma no rige en los estudios de máster.

El profesor Raúl Magallón describe, contrariamente al resto de profesores entrevistados, una experiencia positiva con un grupo de mayoría de estudiantes chinos que son muy disciplinados. “Creo que la clave para una experiencia positiva es la fase previa de selección, donde se comprueba el nivel de español (o inglés, dependiendo del máster). En mi caso, la mayoría de ellos habían vivido previamente en España”, explica este docente de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la Carlos III de Madrid.

Por concluir con otra nota optimista, los más de 500 convenios existentes entre las universidades de ambos países se podrían consolidar en un futuro próximo y verse incrementados gracias a lo que explica Zhong Xiwei, encargada de Educación de la embajada de China en Madrid: “Algo positivo es que desde este año también se enseña español en la secundaria de todo el país y los estudiantes podrán hacer la próxima ‘gao kao’ (selectividad) también en español en la asignatura de lengua extranjera, así vendrán a la universidad mejor preparados”.

Educación: A cambio de euros, títulos universitarios a tutiplén para chinos que no hablan español . Noticias de Alma, Corazón, Vida

Otro gran éxito de la caterva de enchufados.
 
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Y luego los de las banderitas de balcón se rasgan las vestiduras cuando ven algo escrito con el puñetero idioma catalán...

Pero claro, los chinos nos hacen mucha gracia hablando y siempre sonríen aunque les digas hijomio a la cara.

Recordemos que los chinos son comuniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiistaaaaaaaaaaaaaaaaasssss.
 
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