Israel Gracia
Madmaxista
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- 03/03/2021 09:43
«Es el único caso reportado [de gemelas tras* realizándose juntas esta cirugía] en el mundo», afirma el médico José Carlos Martins que realizó las operaciones de casi cinco horas, con un día de diferencia.
Una semana después del procedimiento, las jóvenes sonríen, bromean y también lloran al contar el camino de adaptación que han recorrido desde niñas, cuando tomaron consciencia de su cuerpo.
«Yo percibí que siempre amé mi cuerpo, pero no estaba satisfecha con mis órganos genitales (…) Soplaba los dientes de león y le pedía siempre a papá del cielo que me tras*formara en una niña», dice Mayla, que dice haber llorado de emoción al verse por primera vez después de la cirugía.
De cabello oscuro, cejas y mejillas marcadas, se emociona con más facilidad y es más altiva que su hermana, Sofia, rubia y con un pequeño tatuaje en el hombro derecho.
La camaradería es evidente. Se interrumpen las oraciones e hilan un sinfín de anécdotas sobre cómo se enseñaron y se apoyaron mutuamente durante su infancia y adolescencia, marcadas por episodios de acoso sensual, bullying y violencia física.
Mayla y Sofia nacieron en Tapira, una ciudad de apenas 4.000 habitantes en Minas Gerais, sureste de Brasil.
«El miedo de nuestros padres no era a lo que éramos, sino a que la sociedad nos maltratara», afirma Mayla durante la entrevista con AFP, realizada por videollamada.
Su abuelo paterno remató una propiedad para pagar las cirugías, que costaron casi 100.000 reales (USD 20.000).
«Cuando se asumieron, para mí fue un alivio (…) Ni me acuerdo que un día fueron ellos, para mí siempre serán ellas», dice su mamá, Mara Lucia da Silva, de 43 años.
Mara llevó desde pequeñas a Mayla y Sofia a psicólogos y médicos. «Mi corazón siempre supo que eran niñas y que estaban sufriendo», dice.
progenitora de otras dos hijas, esta secretaria de escuela las ha apoyado durante las terapias hormonales y los tratamientos quirúrgicos y psicológicos, pero aún guarda tristezas: «Sufro por no haberles dado una muñeca o un vestido, por no haberlas hecho más felices cuando eran niñas».
«Cuando pasábamos por algo en la calle, lo que más queríamos era llegar a casa, contarle a mamá y que nos abrazara, porque ella era como una leona, siempre nos protegió con uñas y dientes», se emociona Mayla.
Sofia estudia ingeniería civil en Sao Paulo y Mayla, medicina en Argentina. Ahora solteras, ya ataron noviazgos fugaces.
Querían operarse en Tailandia pero Mayla descubrió una clínica en Blumenau, una pequeña ciudad en Santa Catarina, en el sur de Brasil.
El tras*gender Center Brasil fue fundado en 2015 por los doctores José Martins y Claudio Eduardo para atender pacientes del exterior.
«Aún predominan clientes de Europa y Estados Unidos, pero ahora un 30% es local» y llegan personas más jóvenes o de la tercera edad, asegura Martins a la AFP.
La reasignación de sesso se puede realizar en Brasil a partir de los 18 años. Está contemplada en la red pública de salud por ley desde 2011, pero sólo cinco hospitales realizan el procedimiento. La larga espera estimula la alternativa privada.
La demanda permitió al tras*gender Center Brasil crecer incluso durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, pero Martins aclara que, estadísticamente, «de 3 a 5% [de las personas tras*género] tienen necesidad o indicación para la cirugía genital».
Con 175 personas tras* asesinadas en 2020 (una cada dos días), Brasil lidera el ranking mundial de la Asociación Nacional de Travestis y tras*exuales (Antra). El balance divulgado en enero muestra un aumento de 41% frente a 2019.
«Me indigna. Vivimos en el país más tras*fóbico del mundo», lamenta Sofia. El miedo, relata, es una constante para ellas y su familia.
«Me enorgullezco de ser una mujer tras*. Viví con miedo por la sociedad y lo que pido es respeto», agrega Mayla quien carga noche y día una imagen de San Sebastián que su abuelo le regaló.
Sofia, quien también es religiosa, cree que «Dios creó almas y no cuerpos», y espera que su historia sirva para enfrentar prejuicios: «quiero ayudar a que la gente vea que también somos seres humanos».