¿Cómo cambia entonces el curso de la guerra?
El curso de la guerra lo cambia la ayuda gigantesca que los norteamericanos le prestan a jovenlandia en el último periodo del gobierno de Carter y el primer periodo del gobierno de Reagan. En 1979 EE.UU. perdió un aliado muy importante en Irán, en el Golfo Pérsico cae el Sha y esa zona, que era de influencia norteamericana, deja de ser un área amiga. Los soviéticos entraron en Afganistán y esto también modificó el tablero en toda la zona. Eso obliga a la diplomacia y la política norteamericana a entender que debían reforzar a los aliados que tenían en ese momento. En el norte de África, el aliado principal era Hassan II. Le da armamento más sofisticado, asesores militares… va a surtir al ejército jovenlandés de más y mejor tecnología militar. Cuando Reagan llega al gobierno estadounidense se empiezan a construir los muros de defensa. Son una estrategia definitiva para consolidar las posiciones marroquíes, porque imposibilitan que los guerrilleros puedan seguir golpeando.
Los muros son pura tecnología occidental, francesa y norteamericana, estuvieron sufragados por Arabia Saudí y jovenlandia también fue asesorado por Israel. Son grandes potencias que quieren reforzar la posición de jovenlandia. Hay un antes y un después con los muros en relación a la guerra. Son seis en total: se empiezan a construir a principios de los ochenta y de manera sucesiva se construyen seis muros a lo largo de la década. Eso fue clave. Cuando estuve investigando el asunto, me llamó la atención comprobar que los franceses eran grandes estudiosos de Mao Tse-tung y de sus estrategias guerrilleras. La teoría de los muros era que había que separar a la guerrilla del territorio en disputa y de la población. La idea era que no hubiese comunicación entre la sociedad civil y los guerrilleros. Francia había intentado los muros en sucesivas ocasiones, primero en Indochina, luego en la guerra de Argelia, pero no le sirvió. También se hicieron muros en la confrontación entre Egipto e Israel en 1956, aunque tampoco funcionó. Pero los muros en el Sáhara sí funcionaron, sobre todo por el factor demográfico, por la poca población que había que aislar.
¿Cómo se produce la ocupación de jovenlandia?
Después de los muros, el Frente Polisario se queda controlando la zona exterior de esos muros, que supone en torno al 15% del territorio, que es un área muy inhóspita. Lo que hizo con los muros fue crear una situación de ocupación de facto del territorio del Sáhara Occidental, pero sin haber derrotado militarmente al enemigo, y a pesar de todo, jovenlandia no ha ganado la guerra. En ese contexto se llega a las negociaciones de 1991, que trataron de buscar un primer acercamiento para el acuerdo y resolver el asunto. Se estableció un alto al fuego, pero la diplomacia no dio resultado. A finales de la década aparecieron los dos grandes proyectos que trataron de dar respuesta a la situación. El plan Baker I planteaba un estatuto de autonomía que los saharauis rechazaron y el plan Baker II planteaba un régimen interino de cinco años al final del cual se celebraría un referéndum de autodeterminación, una opción que jovenlandia rechazó. Ahí se ha quedado la Misión de la ONU, que es descafeinada, no tiene capacidad prácticamente de nada. Se ha producido una prolongación del conflicto con la perspectiva de que el tiempo termine aburriendo y derrotando al Polisario. Es como prolongar una guerra en el tiempo a ver si la ganan porque el enemigo se aburre y termina asumiendo las posiciones del enemigo. Además, jovenlandia ha implementado una dura política represiva en los territorios ocupados para desgastar el apoyo de la población civil saharaui al Polisario.
Cubierta del libro 'Estados Unidos en la guerra del Sáhara Occidental', de Domingo Garí.
En el libro, también se desarrolla la evolución del posicionamiento de los gobiernos de Estados Unidos hasta Donald Trump. ¿Cuáles han sido estas posturas?
En el libro, todo el material de investigación de los fondos norteamericanos alcanzan de 1974 a 1991, cuando se firma el alto el fuego. Lo posterior es la parte final del libro, en la que abordo la nueva posición que había tomado el Gobierno norteamericano con Trump, con lo que llamaron los acuerdos de Abraham, que fue al final de su legislatura. El presidente estadounidense reconoció la soberanía jovenlandés sobre el Sáhara a cambio de que jovenlandia formalizara sus relaciones con Israel. jovenlandia e Israel han tenido relaciones muy estrechas desde la formación del estado de jovenlandia, en 1956. Israel ayudó a la organización de los servicios secretos de jovenlandia y de su ejército. Trump lo que hizo fue tomar partido del lado jovenlandés y acabar con la política diplomática de neutralidad, que los gobiernos anteriores habían sostenido formalmente. Los norteamericanos han estado apoyando siempre a jovenlandia, pero formalmente nunca reconocieron la ocupación, sino que remitían la cuestión a las resoluciones de la ONU. A partir de entonces, se abre la duda sobre si la administración de Joe Biden va a mantenerse en la misma tesitura que Trump o no. A lo largo de estos cuatro años lo veremos. Biden no completó el reconocimiento, que implicaba la apertura de un consulado en El Aaiún, pero tampoco ha revertido la decisión de Trump.
¿Cuáles son las principales conclusiones a las que ha llegado?
El hecho de que el Frente Polisario no haya sido derrotado hasta el día de hoy es su principal triunfo, porque la desigualdad de fuerzas es tan enorme, en lo económico, militar, demográfico, etc. Que la permanencia del Polisario es un triunfo en sí mismo. La segunda cuestión que fui descubriendo y se reafirmó a lo largo de toda la investigación, es que hay una similitud bastante grande, aunque con elementos diferentes importantes, entre la ocupación jovenlandés del Sáhara y la ocupación israelí de los territorios palestinos. Un tercer elemento que me parece relevante, es que Europa tiene una posición diferenciada en función de los países, no tiene una política exterior común sobre el asunto. Últimamente, hay un consenso entre España, Francia y Alemania, que reconocen la posición de jovenlandia. Pero en Europa no hay una política exterior que pueda resultar definitiva para la resolución del conflicto. Derivado de esto, la responsabilidad española sigue siendo de primer orden y se está decantando de una manera improcedente del lado jovenlandés, sin ni siquiera mantener las formas. La famosa carta del Presidente Sánchez, dictada casi literalmente por la subsecretaria de Estado norteamericana Wendy Sherman, es de una impostura notable.
Por último, el papel norteamericano será el decisivo en el conflicto. La resolución del conflicto pasaría por una implicación mayor de los estadounidenses para sentar a las partes a negociar y buscar un acuerdo. Pero este asunto no es prioritario para EE.UU., es un conflicto de segundo orden para ellos. Aunque podría haber un nivel de implicación mayor si España tuviese la voluntad de llamar la atención sobre la necesidad de resolver el conflicto. Porque la no resolución del conflicto genera permanentemente problemas a España: migraciones irregulares, tráfico de drojas, amenazas yihadistas, delimitación de las aguas con Canarias… si otros países de la UE animados por España presionaran a EE.UU. se podría encontrar una solución.
El curso de la guerra lo cambia la ayuda gigantesca que los norteamericanos le prestan a jovenlandia en el último periodo del gobierno de Carter y el primer periodo del gobierno de Reagan. En 1979 EE.UU. perdió un aliado muy importante en Irán, en el Golfo Pérsico cae el Sha y esa zona, que era de influencia norteamericana, deja de ser un área amiga. Los soviéticos entraron en Afganistán y esto también modificó el tablero en toda la zona. Eso obliga a la diplomacia y la política norteamericana a entender que debían reforzar a los aliados que tenían en ese momento. En el norte de África, el aliado principal era Hassan II. Le da armamento más sofisticado, asesores militares… va a surtir al ejército jovenlandés de más y mejor tecnología militar. Cuando Reagan llega al gobierno estadounidense se empiezan a construir los muros de defensa. Son una estrategia definitiva para consolidar las posiciones marroquíes, porque imposibilitan que los guerrilleros puedan seguir golpeando.
Los muros son pura tecnología occidental, francesa y norteamericana, estuvieron sufragados por Arabia Saudí y jovenlandia también fue asesorado por Israel. Son grandes potencias que quieren reforzar la posición de jovenlandia. Hay un antes y un después con los muros en relación a la guerra. Son seis en total: se empiezan a construir a principios de los ochenta y de manera sucesiva se construyen seis muros a lo largo de la década. Eso fue clave. Cuando estuve investigando el asunto, me llamó la atención comprobar que los franceses eran grandes estudiosos de Mao Tse-tung y de sus estrategias guerrilleras. La teoría de los muros era que había que separar a la guerrilla del territorio en disputa y de la población. La idea era que no hubiese comunicación entre la sociedad civil y los guerrilleros. Francia había intentado los muros en sucesivas ocasiones, primero en Indochina, luego en la guerra de Argelia, pero no le sirvió. También se hicieron muros en la confrontación entre Egipto e Israel en 1956, aunque tampoco funcionó. Pero los muros en el Sáhara sí funcionaron, sobre todo por el factor demográfico, por la poca población que había que aislar.
¿Cómo se produce la ocupación de jovenlandia?
Después de los muros, el Frente Polisario se queda controlando la zona exterior de esos muros, que supone en torno al 15% del territorio, que es un área muy inhóspita. Lo que hizo con los muros fue crear una situación de ocupación de facto del territorio del Sáhara Occidental, pero sin haber derrotado militarmente al enemigo, y a pesar de todo, jovenlandia no ha ganado la guerra. En ese contexto se llega a las negociaciones de 1991, que trataron de buscar un primer acercamiento para el acuerdo y resolver el asunto. Se estableció un alto al fuego, pero la diplomacia no dio resultado. A finales de la década aparecieron los dos grandes proyectos que trataron de dar respuesta a la situación. El plan Baker I planteaba un estatuto de autonomía que los saharauis rechazaron y el plan Baker II planteaba un régimen interino de cinco años al final del cual se celebraría un referéndum de autodeterminación, una opción que jovenlandia rechazó. Ahí se ha quedado la Misión de la ONU, que es descafeinada, no tiene capacidad prácticamente de nada. Se ha producido una prolongación del conflicto con la perspectiva de que el tiempo termine aburriendo y derrotando al Polisario. Es como prolongar una guerra en el tiempo a ver si la ganan porque el enemigo se aburre y termina asumiendo las posiciones del enemigo. Además, jovenlandia ha implementado una dura política represiva en los territorios ocupados para desgastar el apoyo de la población civil saharaui al Polisario.
Cubierta del libro 'Estados Unidos en la guerra del Sáhara Occidental', de Domingo Garí.
En el libro, también se desarrolla la evolución del posicionamiento de los gobiernos de Estados Unidos hasta Donald Trump. ¿Cuáles han sido estas posturas?
En el libro, todo el material de investigación de los fondos norteamericanos alcanzan de 1974 a 1991, cuando se firma el alto el fuego. Lo posterior es la parte final del libro, en la que abordo la nueva posición que había tomado el Gobierno norteamericano con Trump, con lo que llamaron los acuerdos de Abraham, que fue al final de su legislatura. El presidente estadounidense reconoció la soberanía jovenlandés sobre el Sáhara a cambio de que jovenlandia formalizara sus relaciones con Israel. jovenlandia e Israel han tenido relaciones muy estrechas desde la formación del estado de jovenlandia, en 1956. Israel ayudó a la organización de los servicios secretos de jovenlandia y de su ejército. Trump lo que hizo fue tomar partido del lado jovenlandés y acabar con la política diplomática de neutralidad, que los gobiernos anteriores habían sostenido formalmente. Los norteamericanos han estado apoyando siempre a jovenlandia, pero formalmente nunca reconocieron la ocupación, sino que remitían la cuestión a las resoluciones de la ONU. A partir de entonces, se abre la duda sobre si la administración de Joe Biden va a mantenerse en la misma tesitura que Trump o no. A lo largo de estos cuatro años lo veremos. Biden no completó el reconocimiento, que implicaba la apertura de un consulado en El Aaiún, pero tampoco ha revertido la decisión de Trump.
¿Cuáles son las principales conclusiones a las que ha llegado?
El hecho de que el Frente Polisario no haya sido derrotado hasta el día de hoy es su principal triunfo, porque la desigualdad de fuerzas es tan enorme, en lo económico, militar, demográfico, etc. Que la permanencia del Polisario es un triunfo en sí mismo. La segunda cuestión que fui descubriendo y se reafirmó a lo largo de toda la investigación, es que hay una similitud bastante grande, aunque con elementos diferentes importantes, entre la ocupación jovenlandés del Sáhara y la ocupación israelí de los territorios palestinos. Un tercer elemento que me parece relevante, es que Europa tiene una posición diferenciada en función de los países, no tiene una política exterior común sobre el asunto. Últimamente, hay un consenso entre España, Francia y Alemania, que reconocen la posición de jovenlandia. Pero en Europa no hay una política exterior que pueda resultar definitiva para la resolución del conflicto. Derivado de esto, la responsabilidad española sigue siendo de primer orden y se está decantando de una manera improcedente del lado jovenlandés, sin ni siquiera mantener las formas. La famosa carta del Presidente Sánchez, dictada casi literalmente por la subsecretaria de Estado norteamericana Wendy Sherman, es de una impostura notable.
Por último, el papel norteamericano será el decisivo en el conflicto. La resolución del conflicto pasaría por una implicación mayor de los estadounidenses para sentar a las partes a negociar y buscar un acuerdo. Pero este asunto no es prioritario para EE.UU., es un conflicto de segundo orden para ellos. Aunque podría haber un nivel de implicación mayor si España tuviese la voluntad de llamar la atención sobre la necesidad de resolver el conflicto. Porque la no resolución del conflicto genera permanentemente problemas a España: migraciones irregulares, tráfico de drojas, amenazas yihadistas, delimitación de las aguas con Canarias… si otros países de la UE animados por España presionaran a EE.UU. se podría encontrar una solución.