Paletik "Paletov" Pasha
Dios, Empresa y Concejo
Ocurrió que por estas fechas el futuro emperador francés, agotada su fortuna familiar y su crédito personal como consecuencia de los gastos que le habían impuesto su vida de pretendiente en el exilio y, últimamente, las elecciones que, en diciembre de 1848, le auparían a la presidencia de la República Francesa, se vería en situación económica apurada, lo que haría que León Faucher, uno de sus hombres de confianza, visitase a Juan Grimaldi, cónsul español en París, para sondearle acerca de las disposiciones del Gobierno español y, especialmente, de su presidente [Narváez], respecto al régimen vigente en Francia y a quien había llegado a encabezarlo. Grimaldi, deseando favorecer las buenas relaciones entre ambas naciones, respondería en términos favorables, llegando incluso a relatar cómo, tiempo atrás, Narváez le había dicho que "como Luis Napoleón quisiera encadenar en Francia la anarquía, no sólo con dinero, sino armas y toda clase de cooperación le prestaría". Y ello no podía sino alegrar sobremanera a Faucher que trasladaría tales noticias a Luis Napoleón el cual se decidiría entonces a convocar a Grimaldi a una entrevista en la que hablaría de sus apuros económicos, así como de la imposibilidad en que se veía. para salir de ellos, de acudir al crédito francés, pues, dada su posición, ello podría conllevar complicaciones no deseadas, y llegaría a concretar sus necesidades en un millón de francos, la mitad de los cuales precisaba con cierta urgencia.
Al día siguiente, 20 de noviembre de 1849, Grimaldi escribía explicando lo ocurrido a Narváez quien, considerando las posibilidades que este asunto ofrecía en el ámbito de las relaciones entre su país y Francia, determinó que era imprescindible acudir en socorro de Luis Napoleón. En un primer momento llegaría con el Duque de Riánsares, su socio en tantos asuntos financieros, a un acuerdo por el cuál este aportaría 125.000 francos y el Gobierno el resto de la cantidad que solicitaba el francés. Sin embargo, el resto de los ministros de su gabinete hubieron de hacerle ver, al cabo, los inconvenientes que conllevaba tal plan, especialmente el riesgo de que llegase a conocimiento de la opinión pública el que, en época de tantos apuros económicos, el Ministerio desviaba fondos para ayudar a un personaje extranjero. Y ello, determinaría, una vez que, por una cadena de casualidades y malos entendidos, el cónsul comprometiese la ayuda española ante el príncipe-presidente, y que quien acabase prestando el dinero este fuese, a título personal, nuestro protagonista, que para ellos hubo de recurrir a hipotecar buena parte de sus bienes. Lógico resulta, pues, que, desde entonces, el sobrino de Napoleón profesase al de Loja un especial afecto, del que tendremos ocasión de ver algunas muestras. Napoleón pudo comenzar a devolverle el dinero a partir del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 (nombrado ya emperador dispondría de un sueldo de doce millones de francos anuales).
Fuente: Ramón María Narváez (1799-1868). Manuel Salcedo Olid
Al día siguiente, 20 de noviembre de 1849, Grimaldi escribía explicando lo ocurrido a Narváez quien, considerando las posibilidades que este asunto ofrecía en el ámbito de las relaciones entre su país y Francia, determinó que era imprescindible acudir en socorro de Luis Napoleón. En un primer momento llegaría con el Duque de Riánsares, su socio en tantos asuntos financieros, a un acuerdo por el cuál este aportaría 125.000 francos y el Gobierno el resto de la cantidad que solicitaba el francés. Sin embargo, el resto de los ministros de su gabinete hubieron de hacerle ver, al cabo, los inconvenientes que conllevaba tal plan, especialmente el riesgo de que llegase a conocimiento de la opinión pública el que, en época de tantos apuros económicos, el Ministerio desviaba fondos para ayudar a un personaje extranjero. Y ello, determinaría, una vez que, por una cadena de casualidades y malos entendidos, el cónsul comprometiese la ayuda española ante el príncipe-presidente, y que quien acabase prestando el dinero este fuese, a título personal, nuestro protagonista, que para ellos hubo de recurrir a hipotecar buena parte de sus bienes. Lógico resulta, pues, que, desde entonces, el sobrino de Napoleón profesase al de Loja un especial afecto, del que tendremos ocasión de ver algunas muestras. Napoleón pudo comenzar a devolverle el dinero a partir del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851 (nombrado ya emperador dispondría de un sueldo de doce millones de francos anuales).
Fuente: Ramón María Narváez (1799-1868). Manuel Salcedo Olid