18 de julio de 1936: Se cumplen 80 años del Alzamiento Nacional

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Las 48 horas que condenaron a España a la Guerra Civil

Previsto para el día 18 a las 05:00 horas, una filtración de los planes provocó que la sublevación comenzara en la noche del 17 en Melilla

El 18, los rebeldes se alzaron en Sevilla, Córdoba y Granada, pero la clave fue la madrugada del 19, cuando se unieron Valladolid, Burgos y Zaragoza

EDUARDO GONZÁLEZ CALLEJA Universidad Carlos III de Madrid

17/07/2016 01:14

El sábado 18 de julio, Francisco Franco, por entonces comandante general de Canarias, ya ha dado el paso definitivo para consumar su traición: tras llegar a Tenerife a las 8.00 de la mañana del día anterior para asistir al entierro del comandante militar Amado Balmes, muerto el 16 en extrañas circunstancias, firmó el bando de guerra que se leyó en Melilla al anochecer del día 17.

De modo que, tras muchas dudas, ya ha quemado las naves cuando, y tras recibir un telegrama de adhesión desde Melilla, ratifica a las 5.15 horas del 18 su manifiesto sedicioso, que es difundido desde primera hora de la mañana por EAJ50 Radio Las Palmas y EAJ43 Radio Club Tenerife junto con el bando del estado de guerra. A las 14.33 parte en avión para Tetuán, pero decide hacer noche en Casablanca a la espera de acontecimientos. Como medida de prudencia, viste de paisano, se ha afeitado el bigote y usa gafas oscuras.
Franco parte en avión hacia Tetuán a las 14.33, pero decide hacer noche en Casablanca, a la espera de acontecimientos. Llegará a las 07:00 del día 19

En Pamplona, el gobernador militar Emilio Mola, "director" del conjunto de la conspiración, y supervisor directo del complot en las divisiones V (Zaragoza), VI (Burgos) y VII (Valladolid), repasa minuciosamente su bando de declaración del estado de guerra. La dirección carlista navarra le ha prometido 6.000 requetés para la mañana siguiente.
División en el norte

El 18, el único incidente grave que se produce en su demarcación es el asesinato del comandante de la Guardia Civil José Rodríguez Medel por sus subordinados cuando les comunica su decisión de trasladar los efectivos de la Benemérita fuera de Pamplona para entorpecer la inminente sublevación. El plan sedicioso de Mola triunfará en Vitoria y Logroño, pero en Vizcaya no se produce ninguna rebelión y en Santander la descoordinación y la falta de órdenes concretas procedentes de Burgos hace fracasar la conspiración sin efectuarse un solo disparo.

Las noticias procedentes de jovenlandia ponen en marcha el dispositivo de acción gubernamental previamente diseñado: a las 2.00 de la mañana, el inspector general de la Guardia Civil, general Sebastián Pozas, lanza un mensaje por radio a las comandancias advirtiendo de la sublevación e invitando a jefes, oficiales, clases e individuos a que "cumplan fielmente con su deber en buen nombre del Instituto y en prestigio de la Institución".
El Gobierno emite a las 8.30 un comunicado que asegura que "se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República"

A la escuadra se le dan órdenes de bloquear las plazas de Melilla, Larache y Ceuta. De las bases del Ferrol y Cartagena ya han zarpado algunas unidades, y la aviación se dispone a bombardear Melilla y Tetuán. Esa misma mañana, en la estación que la Marina dispone en la Ciudad Lineal, el oficial radiotelegrafista Benjamín Balboa evita que la proclama sediciosa de Franco se tras*mita a todos los buques.
Apagón informativo

Tras haber censurado durante semanas toda referencia periodística al "movimiento militar" en ciernes, el Gobierno emite a las 8.30 un comunicado que asegura que "se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República", y justifica el apagón informativo por la voluntad de conocer exactamente lo sucedido y adoptar las medidas oportunas para el aplastamiento de la intentona. Se afirma que elementos leales resisten en el Protectorado, que se envían fuerzas de tierra mar y aire para atacar a los sediciosos y que ninguna fuerza se ha sumado en la Península. Sin embargo, gran parte de la guarnición de Madrid se ha recluido en el Cuartel de la Montaña, mientras se producen detenciones de oficiales y cambios precipitados en puestos clave de la División.

A mediodía, el general Gonzalo Queipo de Llano, inspector general de Carabineros, se entrevista en la Capitanía de Sevilla con el general jefe de la II División, José Fernández de Villa-Abrille. A los pocos minutos sale del despacho convertido en la autoridad militar de facto, manda concentrar las fuerzas -unos 2.900 hombres- y arma a los voluntarios civiles, que son menos numerosos de lo esperado.
Tras la declaración del estado de guerra a primera hora de la tarde, comienzan los disparos cruzados entre los militares y los guardias de Asalto fieles al Gobierno

Tras la declaración del estado de guerra a primera hora de la tarde, comienzan los disparos cruzados entre los militares y los guardias de Asalto fieles al Gobierno. Al tiempo, una nutrida manifestación obrera procedente de Triana avanza por la orilla del Guadalquivir con la intención de asaltar el parque de Artillería, donde se custodian 25.000 fusiles, pero es recibida con una descarga cerrada. Aunque detienen a las autoridades civiles, los sublevados solo controlan el centro de la ciudad, y estarán bajo la continua amenaza de los barrios obreros (Triana, La Macarena y San Bernardo) hasta el día 23.
Primeras tropas marroquíes

La incierta suerte de Sevilla pesa sobre toda la región: en Cádiz, el general José López-Pinto saca las tropas a la calle y se enfrenta con la Guardia de Asalto por el control de los edificios oficiales hasta que las primeras tropas marroquíes llegan a la mañana siguiente. En Córdoba, el Regimiento de Artillería Pesada nº 1 dirigido por el coronel Ciriaco Cascajo declara el estado de guerra a las 17.00 y una hora después bombardea el Ayuntamiento y el Gobierno Civil, que se rinden al poco tiempo. En Granada, el general Miguel Campins se niega a alzarse hasta que es destituido por sus oficiales el día 20, y en Málaga el general Francisco Patxot, que ha declarado la ley marcial a primera hora de la tarde, da la orden de retornar a los cuarteles a las diez de la noche, ya que se siente abandonado por Sevilla.
Salvo algunos incidentes en la base naval de Ferrol, Galicia no se subleva ese día 18, pero sí lo hace Castilla la Vieja: en Valladolid y Burgos

Salvo algunos incidentes en la base naval de Ferrol, Galicia no se subleva ese día 18, pero sí lo hace Castilla la Vieja: en Valladolid, el general al mando de la División, Nicolás Molero, recibe a las 22 horas la poca amistosa visita de dos generales monárquicos retirados -Ponte y Saliquet-, que le conminan a que apoye el alzamiento. La disputa degenera en un tiroteo en el mismo despacho de Capitanía que se salda con un civil muerto y varios militares heridos, entre ellos el propio Molero, que es sustituido por Saliquet.
Secuencia de una insurrección

Melilla, 17 de julio por la tarde: Debido a una filtración, los conspiradores comandados por el coronel Juan Seguí precipitan la rebelión, que estaba prevista para las 05:00 de la maña del día 18. Declaran el Estado de Guerra en la ciudad.
Ceuta y Tetuán, 22:00 horas: Alertados por sus compañeros de Melilla, el teniente coronel Juan Yagüe rebela a las tropas en Ceuta y se hace con la plaza. Sáenz de Buruaga hace lo propio en Tetuán y detiene al Alto Comisario de jovenlandia. El Protectorado está en manos de los rebeldes un día antes.
Día 18, Sevilla, 14:00: El general Queipo de Llano, Inspector general de Carabineros, entra en el despacho del jefe de la II División Orgánica, Fernández de Villa Abrille y le detiene. Rebela a unos 3.000 soldados y se hace con el centro de la ciudad. Comunica las órdenes a Cádiz y Córdoba, que caen también a manos del general Varela y el coronel Cascajo.
Casablanca, 21:00: El general Francisco Franco llega desde Canarias para tomar el control del ejército del protectorado.
Madrid, 22:30: El presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, incapaz de contener la rebelión ya generalizada, dimite. Se arma a las milicias obreras en la capital.
Valladolid, 23:30: El general al mando de la VII división, Nicolas Molero, recibe la visita de los golpistas Ponte y Saliquet. Se produce un tiroteo y Saliquet se hace con la guarnición. Hacia las cuatro de la mañana, el golpe triunfa también en Burgos, donde el general Domingo Batet, al mando de la VI división orgánica, es detenido.
Madrugada del día 19, Zaragoza: El general Miguel Cabanellas, al mando de la V división, se hace con la ciudad. Al amanecer, en Pamplona, el general Emilio Mola, que ha dirigido toda la sublevación, rinde Navarra y la provincia de Álava con la ayuda de las milicias carlistas.
Tetuán, 07:00: Franco llega desde Casablanca y comienza el traslado del ejército del protectorado por el estrecho. A esa misma hora, tropas rebeldes salen de los cuarteles de la periferia de Barcelona hacia el centro de la ciudad, pero son repelidas por la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. A mediodía llega desde Baleares el general Goded para hacerse cargo de la sublevación, pero por la tarde son derrotados.
Madrid, 12:00: El general Fanjul entra en el Cuartel de la Montaña y rebela a la guarnición con la intención de tomar la capital. Los milicianos, armados el día anterior, rodean el cuartel e impiden que salgan los rebeldes.
El día 20, el golpe de Estado ha fracasado, pero ha partido a España en dos. La Guerra Civil es ya inevitable.

El ejemplo vallisoletano -la primera gran ciudad peninsular que ve triunfar el golpe- es secundado en Burgos, donde el general Domingo Batet es detenido por sus propios subordinados, que encomiendan el mando a otro general retirado: Fidel Dávila. En Zaragoza, el Gobierno sospecha del jefe divisionario, el masón Miguel Cabanellas, que pasa por simpatizante lerrouxista y tiene una estrecha relación con Queipo.

El mismo día 18, Casares urde la maniobra de su relevo por Miguel Núñez de Prado, director general de Aeronáutica y miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA), que viaja por aire a la capital aragonesa para persuadir al mando militar, pero es detenido por los oficiales conjurados y trasladado a Pamplona para su ejecución. El dubitativo Cabanellas acabaría por declarar el estado de guerra la madrugada del 19, tras haber depuesto al gobernador civil y asegurarse la adhesión de las fuerzas de Policía.
Reparto de armas

El Consejo de Ministros, reunido a partir de las 16.30 en el palacete de la Castellana con la presencia de Prieto y Largo Caballero, acuerda destituir a Franco y a Queipo, anular los estados de guerra declarados por los facciosos, licenciar las tropas y cuadros de mando y disolver todas las unidades que hubieran tomado parte en el movimiento insurreccional. Por su lado, la UGT ordena declarar la huelga general en las localidades donde los facciosos hubieran impuesto el estado de guerra.
Entrega de armas a los milicianos.

Hacia las diez y media de la noche, tras una ardiente alocución radiofónica pronunciada por Dolores Ibárruri como reacción al rumor de una sublevación inminente en el Cuartel de la Montaña, Carabanchel, Getafe y Alcalá, miles de trabajadores se congregan frente a la Casa del Pueblo de la calle Piamonte y exigen la entrega de armas. La impresión reinante es que el Gobierno, que lleva a la expectativa más de doce horas -en otras doce la rebelión se habrá extendido por toda la Península-, ha dejado virtualmente de existir.

A primera hora de la noche, mientras que los comités obreros pasan a controlar las estaciones y el tráfico ferroviario, se confirma la dimisión de Casares y la noticia de la constitución de un Gobierno de emergencia nacional del que los socialistas se niegan a formar parte. La lista del nuevo gabinete, exclusivamente republicano y dirigido por el moderado Diego Martínez Barrio, es leída por radio a las 4.00 de la madrugada del 19, a pesar de que su constitución oficial tendría lugar dos horas más tarde. Martínez Barrio dispone de unas pocas horas para contrarrestar las protestas populares y pactar con los sublevados.
La lista del nuevo gabinete, exclusivamente republicano y dirigido por el moderado Diego Martínez Barrio, es leída por radio a las 4.00 de la madrugada del 19

En este difícil juego de equilibrios negociadores, decide llamar a Mola, que le repite lo que acaba de decir al flamante ministro de la Guerra, general Miaja: ha destituido a Batet, se ha hecho con el mando de la VI División y se niega a cualquier avenencia. Las manifestaciones nocturnas en la Puerta del Sol contra el presunto entreguismo del Gobierno son el preludio de las grandes movilizaciones de la mañana del domingo.

En esas circunstancias, el gabinete renuncia a inicios de la tarde, pero las tropas ya se han pronunciado a primera hora de la mañana en Madrid y Barcelona -seguidas de Pamplona, Salamanca, Vitoria, Logroño, La Coruña, Cáceres o Asturias-, y el nuevo Gobierno republicano de José Giral ya tiene decidido la entrega inmediata de fusiles a las organizaciones obreras. La crisis da un giro fundamental con esta movilización popular armada, como lo volverá a hacer a partir del día 20, cuando el envío de columnas al encuentro de las del enemigo marque el inicio de la guerra abierta, de la lucha en frentes de combate.
Inicio de los años triunfales

Este relato sincopado de los sucesos del 18 de julio de 1936 apenas refleja la trascendencia simbólica de la fecha, que caracterizó la esencia del franquismo mejor que ninguna otra -incluido el 1 de abril-, y que confirma la fundamentación del Régimen en el recuerdo persistente de la guerra. Su incorporación a la memoria oficial se efectuó por decreto de 16 de julio de 1937, que impuso la denominación de "II Año Triunfal" para el periodo comprendido entre el 17 de julio de 1937 y el 17 de julio de 1938, mientras que el 18, bautizado como "Día del Alzamiento" alcanzaba el rango de fiesta nacional.

El Fuero del Trabajo de 9 de marzo de 1938 vinculó la iniciación del "Glorioso Alzamiento" con una nueva festividad: el "Día de Exaltación del Trabajo". Un nuevo decreto de 16 de julio de 1938 amplió la conmemoración a las jornadas anteriores y posteriores: el 17 era el "Día de África", y se dedicaba a ensalzar la gloria del Ejército de jovenlandia; el 18 conmemoraba la movilización nacional que había sido encauzada por el mando militar, y el 19 día era el "Día de la Revolución Nacional", que homenajeaba la obra emprendida por el Movimiento.
El 19 republicano

El 18 de julio se convirtió en el calendario litúrgico franquista en una fiesta de acusado tono planigenésico y escatológico. Pero, más que actuar como símbolo fundacional y redentor, compendiaba la consagración y el recrudecimiento de un problema preexistente, que ha sido valorado como uno de los factores precipitantes de la Guerra Civil: la intromisión pretoriana en la vida política.
Patio del Cuartel de la Montaña, Madrid, tras fracasar la insurrección.

Habida cuenta de su componente polémico, ¿por qué el franquismo exaltó preferentemente esa fecha y no las aledañas? El 17 rememoraba un alzamiento estrictamente militar en el África colonial, y el 19 quedaba enturbiado por la derrota del golpe en las grandes capitales. El 18 era, sin embargo, el momento en que Franco tomó su gran decisión y el día en que el movimiento insurgente se trasladó a la Península para convertirse en "Alzamiento Nacional", término utilizado frecuentemente en los procesos revolucionarios decimonónicos.
A diferencia del franquismo, el bando republicano conmemoró el día 19 de julio, que concordaba mejor con la épica de la movilización armada de las masas

Aún se debate sobre la congruencia de designar como tal el suceso central del 18 de julio: ¿fue una insurrección popular o un movimiento castrense con apoyo civil subsidiario? Más allá de su mitificación por el franquismo, los especialistas coinciden en caracterizarlo como un golpe militar -el último con éxito relativo de nuestra historia-, cuya progresiva deriva en guerra civil permitió el tránsito desde una operación involucionista de alcance más o menos limitado a un proceso contrarrevolucionario de altos vuelos, con voluntad liquidadora de la totalidad del experimento democrático republicano y con vocación de perpetuarse en el tiempo.

Fue también la fecha en que comenzaron a perfilarse los primeros procesos políticos que caracterizan cualquier guerra civil: la inicial proliferación de poderes paralelos, la militarización de la sociedad y el despliegue de una violencia represiva que buscaba el exterminio del enemigo.

A diferencia del franquismo, el bando republicano conmemoró preferentemente el día 19 de julio, que concordaba mejor con la épica de la movilización armada de las masas frente al "levantamiento faccioso"; un mito paralelo al franquista sobre el carácter decisivo de la intervención popular en el contencioso armado.

Hasta los años setenta, la extrema izquierda celebró la fecha como el inicio de la "guerra nacional revolucionaria", superando el inicial marco conceptual de la lucha contra la agresión fascista doméstica y foránea, y resaltando la intrínseca relación de causa-efecto del hecho bélico con la revolución social; no al revés, como se empeñaron en afirmar durante décadas los turiferarios del régimen dictatorial.

El 18 de julio fue un gran momento de inflexión histórica en lo político, lo social y lo cultural, pero también en lo personal: ¿en cuántas ocasiones la actitud mostrada ese día aciago fue la piedra de toque para depurar responsabilidades penales o civiles en la guerra y la posguerra? La fecha, que ha actuado largos años como línea divisoria de lealtades y legitimidades, aún hoy sigue estando muy presente en la memoria colectiva de los españoles.

18 de julio 1936: Las 48 horas que condenaron a España a la Guerra Civil | EL MUNDO
 
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