M. Priede
Será en Octubre
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Los dos menores fueron adoptados en Rusia cuando tenían 4 y 2 años. Su vida hasta entonces fue un verdadero infierno. Silvia y su esposo los trajeron a España. Según Diego (nombre ficticio), el menor de 15 años, el ambiente que se vivía en el domicilio era irrespirable. progenitora y padre les pegaban, más veces y más fuerte Silvia. También, siempre según su declaración, les maltrataban psicológicamente con frases o expresiones como «no vales nada», «si lo sé no te adopto», «eres una cosa», «una sarama», etc.
Ellos denuncian que les tenían aislados socialmente: no les dejaban tener amigos, ni salir con ellos. Solo podían tener una hora de extraescolar de inglés. En cuanto a los golpes, Diego relata episodios de cómo su progenitora les obligaba a estirar los brazos hacia delante y les golpeaba con dureza con una zapatilla. Todo en piel viva. No paraba hasta que se les inflamaban. Los amigos del instituto ratifican que Diego llegaba con moretones y que él explicaba que se los hacía su progenitora.
Uno de los profesores del colegio ha comentado de forma espontánea: «Esto se veía venir. Sabíamos que iba a explotar por algún lado».
Edito, lunes 12
La llegada del hombre interrumpe una conversación con una vecina que vive también en esta hilera de chalets con un pequeño patio privado comunitario. “Desde mi casa se oye todo y te puedo decir que los gritos y las riñas eran constantes. Y no son algo reciente, desde hace mucho tiempo escuchaba a la progenitora gritar a y a los niños llorar”, explica la vecina.
Esta mujer vive aquí desde hace cerca de 20 años y ha visto a los pequeños crecer, en paralelo con los suyos. “Hace años celebrábamos incluso los cumpleaños de los niños juntos. Y ellos eran muy normales, una familia como cualquier otra. Venían sus tíos y más gente. Pero con el paso del tiempo, la progenitora los fue encerrando en casa. No los dejaba salir ni a la puerta, donde juegan los demás niños. Y ya ves que no hay ningún peligro, que por aquí no pasa nadie. El mayor era muy calladito, muy retraído, y mira cómo ha explotado todo”, relata la mujer.
Ellos denuncian que les tenían aislados socialmente: no les dejaban tener amigos, ni salir con ellos. Solo podían tener una hora de extraescolar de inglés. En cuanto a los golpes, Diego relata episodios de cómo su progenitora les obligaba a estirar los brazos hacia delante y les golpeaba con dureza con una zapatilla. Todo en piel viva. No paraba hasta que se les inflamaban. Los amigos del instituto ratifican que Diego llegaba con moretones y que él explicaba que se los hacía su progenitora.
Uno de los profesores del colegio ha comentado de forma espontánea: «Esto se veía venir. Sabíamos que iba a explotar por algún lado».
https://www.eldebate.com/espana/202...nstituto-hace-dos-anos-maltrataba_173313.html
Edito, lunes 12
La llegada del hombre interrumpe una conversación con una vecina que vive también en esta hilera de chalets con un pequeño patio privado comunitario. “Desde mi casa se oye todo y te puedo decir que los gritos y las riñas eran constantes. Y no son algo reciente, desde hace mucho tiempo escuchaba a la progenitora gritar a y a los niños llorar”, explica la vecina.
Esta mujer vive aquí desde hace cerca de 20 años y ha visto a los pequeños crecer, en paralelo con los suyos. “Hace años celebrábamos incluso los cumpleaños de los niños juntos. Y ellos eran muy normales, una familia como cualquier otra. Venían sus tíos y más gente. Pero con el paso del tiempo, la progenitora los fue encerrando en casa. No los dejaba salir ni a la puerta, donde juegan los demás niños. Y ya ves que no hay ningún peligro, que por aquí no pasa nadie. El mayor era muy calladito, muy retraído, y mira cómo ha explotado todo”, relata la mujer.
La pesadilla en la casa de los menores de Castro Urdiales: "Se oían gritos e insultos constantemente"
El padre acude de nuevo al lugar en el que su mujer fue asesinada por sus hijos. El chico de 15 años, autor material del crimen, denuncia malos tratos.
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